Deseo

Capítulo 1.

Addison

Tres meses después.

Mis pies se movían por si solos, mientras que una lenta melodía resonaba por todo el salón. Extendí mis brazos, poniéndome de plié. Consiste en poner los pies en primera posición que estén juntos, con los talones tocándose, doblar las rodillas, manteniendo la espalda recta y los talones en el suelo. Vuelvo a la posición inical. Escuché a mis compañeras alentándome, pero sé perfectamente que no puedo desconcentrarme. Esto es lo único que me escapa de la realidad, olvidándome de todo.

Para cuando la melodía da a su fin, abrí los ojos y observé a mis compañeras aplaudir como siempre lo hacen. Nos apoyamos entre todas. Sonreí de lado, recuperando el aire y acercándome hasta ellas.

—Excelente como siempre, Addison — miré a Lady Clem. Ella me dedicó una radiante sonrisa, haciéndome sentir feliz porque quiere decir que lo he hecho bien —. Bueno, señoritas —nos miró a todas —. Vayan a sus hogares que lo han hecho de maravilla — todas chillamos, entusiasmadas.

—¿Qué harán este fin de semana? — inquirió Marcella con emoción, mirándonos a todas.

—Yo estudiaré — respondí con un mohín, la morena hizo una mueca —. Tengo exámenes y si no estudio seré una fracasada — todas ríen y yo me les uno.

—Tenemos que salir este fin, Addy — mi mejor amiga, Tamsyn, rodea mis hombros con su brazo izquierdo —. Sería genial, no creo que tus padres se opongan. Eres mayor de edad — señala con obviedad.

Mordí mi labio inferior, debatiéndome. Mis padres confían plenamente en mí y sé que no me dirán que no, sin embargo no lo sé. Tengo dos exámenes el lunes por la mañana en Oxford que son muy importantes. Igualmente me he aprendido algunas cosas, soy una máquina para grabarme todo. Mmm, no estaría nada mal, ¿no?

—Vale — terminé accediendo y ellas chillaron contentas.

Todas nos despedimos, recogiendo nuestras cosas. Lady Clem se metió en su oficina, así que Tamsyn y yo nos despedimos rápidamente de ella. Ambas nos abrigamos por el frío que está haciendo en Londres, después caminamos a la entrada de la academia Royal Ballet. La academia de Ballet más reconocida y importante en todo Londres. Haber entrado fue un sueño para mí, me esforcé mucho para llegar a donde siempre quise estar. No podría pedir nada más.

La camioneta negra de Finn nos esperaba afuera, él me sonrió al verme y yo corrí a abrazarlo. Finn es mi confidente, lo aprecio desde que era una niña. Trabaja desde hace años para mis padres, es considerado parte de la familia por su lealtad hacía nosotros. Además de ser el chófer, es como mi mejor amigo. Confío demasiado en él, pues siempre me escucha y apoya en todo. Lo adoro.

— Creí que no vendrías — le digo al separarnos, Tamsyn le echó una miradita. Desde que somos mejores amigas lo considera su sugar daddy, le he dicho muchas veces que deje esa fantasía porque Finn, a pesar de estar soltero, jamás va a ponerse de enamorado con la rubia.

—Si dejaras de accidentar tu coche no lo estaría haciendo —le puse mala cara y él me sonrió con complicidad.

—Hola, Finn —Tamsyn lo saluda de forma coqueta, él ya está acostumbrado, así que solo asintió en su dirección.

Nos abrió la puerta de los asientos traseros y no dudé en entrar porque me estaba muriendo de frío. Pude soltar un suspiro, estoy tan cansada. El ballet no es nada fácil y no siento mis pies.

Finn arrancó y primero dejamos a Tamsyn que vive retirada de la ciudad, me había despedido de ella con un beso y luego nos pusimos en marcha rumbo a mi adorada casa. Apoyé mi cabeza en el respaldo de los asientos, poniéndome cómoda. Finn me miró a través del espejo retrovisor.

—¿Cansada? — asentí —. Tus padres están en la casa.

—¿No estaban de viaje? — él asiente con la cabeza, fijando su vista en la carretera.

—Sabes que Aedus y Kenzie no pueden estar días sin verlos, además, Adley ha echo de las suyas — entorno los ojos.

—¿Ahora qué hizo ese crío insoportable? —inquiero con molestia.

—Quiso conducir la moto de tu padre...

—Y seguramente chocó contra algo — por su cara asumí que es cierto. Niego, pasándome una mano por el rostro —. Dios mío, no sé cómo mis padres lo aguantan.

Finn asintió, sonriendo de lado.

Para cuando llegamos a la casa, Klaus abrió los dos portones juntos, bajé la ventana y lo saludé con una sonrisa en mi rostro. Él me devolvió el saludo con el mismo ánimo. Finn detiene la camioneta en el estacionamiento y yo salgo de inmediato junto con mi bolso.

—¡Enhorabuena por traerme, Finn! ¡Te deseo una feliz noche! — exclamé y él no dudó en reír de forma melancólica. Siempre lo he hecho y no pienso dejar de hacerlo.

—Ha sido un placer, Addy.

Felizmente entré a mi casa, el delicioso aroma y el ambiente familiar me recibió como siempre. Corrí al salón, mi humor decayó al ver a uno de mis hermanos. Se encontraba de brazos cruzados y con cara indignada, él me miró.

—¿Por qué tienes que llegar a casa? — ruedo los ojos, dejando mi bolso sobre un sofá. Escuché los ladridos de Nieve, corrí hasta ella para abrazarla y dejar muchos besos sobre su pelaje blanco. Ella no duda en lamerme todo el rostro, solté una risa.

Nieve está envejeciendo y no quiero hacerme la ide que la perderé muy pronto. Es mi compañera de vida, no podría vivir sin ella. Siempre quise un cachorro y, después de tanto tiempo en insistirle a papá, me cumplió el sueño.

—¿Cómo te has portado, mi vida? —ella ladra por mi pregunta.

—¿Ha llegado Addy? —me pongo de pie al oír la cálida voz de mamá. Ella venía bajando con elegancia de las escaleras, papá venía atrás, sabía perfectamente que le estaba viendo el trasero. Algunas cosas no cambian.

— ¡Padres! — corrí hasta ellos y a la primera que abrazo es a mí madre quién suelta una risa, rodeando mi cuerpo. Adoro su olor —. Los extrañé mucho — admití al separarme de ella para abrazar a papá. El hombre de mi vida.

—Nosotros a ustedes —murmura Mackenzie de Barker cuando me alejo de su esposo —. Aunque alguien parece no extrañarnos — los tres observamos a Adley quién se hizo pequeñito en su lugar.




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