Damien
Tontas galas a las que estoy obligado ir, ¿por qué jamás le digo qué no a mis padres? Digamos que son los únicos a los que respeto. Ellos nos han criado a Dionne y a mí para sobresalir, no para estar estancados en un vacío.
Han pasado dos horas y la urgencia de irme me están tentando. Los tíos Barker andan por ahí, mis padres tienen que conversar con unos socios que tienen aquí. Mi melliza de seguro anda besuqueándose con el primero que encuentre, ¿y qué estoy haciendo yo? Observando fijamente a Addison, pues ella tiene una radiante sonrisa en el rostro, mientras que plática con sus familiares y primos.
Ella siempre resalta, y no solo por su figura o por su belleza, su sonrisa es la más hermosa que he visto. Su carisma, su inteligencia, su elegancia... Maldita sea. Esa pelinegra me tiene mal, ella es mi veneno. No puedo sacarla de mi cabeza, imaginarla inclinada ante mí, con el cuerpo sudado y desnudo a mi merced. Escuchar mi nombre en sus labios, acariciar su suave piel....
—Deja de acosar a Addy — mi melliza se sentó a mi lado, codeándome con disimulo. Está agitada, así que tomó una copa de Champagne y le dió el primer sorbo.
—No te metas — zanjé de mala gana.
—¿Por qué no vas y le hablas? La conocemos desde niños, Damien —recuerda, dándole otro sorbo a su bebida.
—No lo sabía — musité con ironía, ganándome una mala mirada de mi hermana.
—No entiendo cómo Addison jamás se dió cuenta de lo loco que estás por ella, hasta nuestros padres lo han pillado —se encoge de hombros, desviando la mirada hacia ellos que se encuentran con los tíos Barker. Ciro está más retirado, observando de reojo a Adley con su prima llamada Selena, ¿o era Selene? No recuerdo mucho.
— Cállate —le pedí sin mirarla, enderezándome en mi asiento. Me duele el culo por estar sentado durante las próximas horas que hemos llegado.
—Ay, hermanito, nadie te conoce tanto como yo —suspira con arrogancia —. Sí no te acercas a nuestra prima —le doy una mirada asesina, ella sonrió con malicia —, entonces otro lo hará — me indicó que volviera a ver a Addison y eso hice.
Mal error.
Ya no está con sus otros familiares, ella está sonriéndole a un idiota de su mismo tamaño. Es un rubio platinado, tiene aires de ser un niñito que lo único que sabe hacer es presumir su dinero. ¿Por qué está con él? ¿Por qué le sonríe y a mí no?
Tensé la mandíbula y apreté los nudillos, sentí la mirada de mi hermana, pero la ignoré. Mi atención se encontraba en Addison Barker, que permitió que el imbécil le tocara el hombro. Cada músculo de mi cuerpo se tensó, comencé a ver rojo. No quiero mostrar mi verdadero yo en este preciso momento, le prometí a mis padres que iba a controlarme....
A la mierda.
Me puse de pie, sintiendo varias miradas sobre mí. No me importó. Mis pasos fueron directamente hasta ella, ¿Por qué a mí no me sonríe así? Cuanto la odio, ella no debería dejarse tocar por otro que no sea yo...
Me faltaba solo tres pasos para llegar, sin embargo, alguien tomó mi brazo y me impide acercarme.
—No, contrólate — apreté los labios en una fina linea —. Ni se te ocurra hacerle algo al chico, Damien Volkov.
—Pero mamá...
—¿Qué hemos hablado antes de venir? — me interrumpe con seriedad, no está enojada conmigo, solo intenta protegerme y lo entiendo.
—Que no iba a arrancarle la garganta a nadie...
—Exacto. Aquí no, hijo, ¿lo comprendes? — asentí, su agarre se aflojó. Mamá era alta, aún así yo le sacaba una cabeza. Se veía totalmente hermosa, pues ella lo es.
—¿Sucede algo? — padre se nos acerca con el rostro sumergido en la frialdad, sin embargo, su mirada se suavizó en el momento que nos miró.
—Damien iba a cometer una locura, pero no lo hará. ¿Cierto, cariño? — vuelvo a asentir lentamente con la cabeza. Jamás le levantaría la voz a mamá, es algo que no está en mi sistema.
Mi padre, Nikolai Volkov me observó.
—Mas tarde si quieres asesinas al chico... —se detiene por la mirada de advertencia de mamá —. ¿Qué? No podemos cambiar a nuestro hijo, Jade.
—Nadie va a cambiarlo, pero él sabe perfectamente lo que ocurrió con los otros chicos que se le acercaban a Addison — permanecí en silencio, no sabía qué decir para defenderme. Al carajo, madre tenía razón. Cada imbécil que se le acercara no lo volvería a hacer, porque yo me encargaba de darles una buena advertencia. Addison es mía y punto.
Mi padre se hace el loco, no va a contradecirla porque es el primero en ayudarme en ello. Mamá no lo sabe, si se llega a enterar, estoy frito al igual con papá. Cuando Atenea Volkova se enfurece, deberías correr muy lejos de ella.
—Familia, ¿ocurre algo? — Dionne llega hasta nosotros, hablando en Ruso. Me dedicó una mirada inocente.
—¿Por qué dejas qué tu hermano se altere? — la regaña nuestra madre.
—Mami, es Damien Volkov, así es él — se excusa ella.
—Idiota, habla con tus hijos también —le reprocha a nuestro padre que frunce las cejas.
—Damien sabe controlar perfectamente su bipolaridad, Jade —es lo que dice con tranquilidad, intimidado por la expresión de su mujer.
—Si mi bebé enloquece aquí mismo, me encargaré de torturarte, Volkov — le advirtió, dándose la vuelta para volver a la mesa, robándose todas las miradas. Pues... las personas temen de la Dama.
—¿Vieron? Ahora se enojó conmigo — Dionne sonrió con inocencia por la cara de papá —. Los estaré vigilando a los dos, y Dionne —la miró, pasándose una mano por los ojos —, no quiero cargar con otro muerto si se te ocurre hacer una locura. ¿Entendido?
—Si, papi.
—Procura no hacer enojar a tu hermano.
Termina siguiendo a mi madre como siempre lo hace, cada vez que ella se enoja con él. Nikolai Volkov podrá ser un monstruo para muchos, el Boss de la mafia Rusia, un criminal y asesino... Sin embargo, es un esposo leal y buen padre. Desde que era pequeño lo he admirado en secreto, tal vez no nos demostramos mucho cariño, pero eso no quiere decir que no lo ame. Sé que él también me ama, a su manera, y es suficiente para mí. Lo conozco perfectamente, él junto con mamá, han demostrado que pueden arder el mundo si alguien vuelve a tocarnos. Son los mejores.