Addison
Ya es oficial, hoy estoy cumpliendo diecinueve años. ¡Es una locura! ¿Cómo pasaron los días tan rápido? Hoy es diez de agosto, estoy que lloro porque no quiero crecer tan rápido. Cada vez me convierto en más adulta, Dios mío. Necesito volver cuando me subía a la espalda de mi papá. ¡Tengo diecinueve!
—¡Feliz cumpleaños! — mi familia entró a mi habitación, Adley tirándome confetis en la cara. Apenas me acababa de sentar sobre mí cama, despertándome.
Ciro venía detrás de su mellizo.
Mamá traía un pastel de vainilla y fresa, mi favorito. Papá traía un ramo de Poenias, chillé al verlas.
Los abracé a los cuatro, con cuidado de no tirar mi pastel sobre mí cama. Le di muchísimos besos a mi papi en todo el rostro, él sonrió sin quejarse. A mamá le sonreí, ella dejó un cálido beso sobre mi sien.
—Mi bebé ya tiene diecinueve años — chilló entre lágrimas —. Hace poco habías nacido y te tenía entre mis brazos — sonreí de nuevo, Ciro tuvo que quitarle el pastel para que ella pudiera abrazarme de nuevo.
—Te tengo una sorpresa — al separarme de mi madre, limpiando sus lágrimas, miré a mi papá. Él sacó unas llaves del bolsillo de sus pantalones para dormir y mi mirada se iluminó.
—¿No me digas qué...? — él esbozó media sonrisa. Chillé muy feliz, levantándome de mi cama para correr hacia nuestro parqueadero.
Bajé rápidamente las escaleras, seguida de Nieve que se encontraba muy feliz por mí. Abrí la puerta de la entrada y corrí, hasta que me detuve al ver el auto de mis sueños. El qué siempre le pedía a papá, soñaba con manejar uno. Era un rolls royce phantom hermoso, y lo que lo hacía más único es que era de un rosa pálido. ¡Tal como lo quería! —. ¡Dios mío, me encanta! — caminé hasta él, alzando las llaves que papá me dió, pegué un brinquitio al escuchar el sonido que hizo.
—¿Te gusta? — miré a papá que estaba detrás de mí. Asentí, abrazándolo de nuevo. Escuché su risa por lo bajo.
—¡Gracias, gracias! Prometo no chocarlo como Adley chocó tu moto — le aseguré cuando me separo de mi papá para que pueda respirar.
—¡Oye, te escuché! — exclamó mi hermano muy ofendido.
Media hora después, habían venido toda mi familia para felicitarme. La tía Daisy, mi primo Cole, Nana Mary, mi bisabuelo Timothy, mis abuelos Reece Morgan y Aiden Barker, mi abuela Amelia, mi tía Sarahi junto con el tío Mike y Selene, hasta mis tíos Red y Jacob que estaban casados desde hace años. Todos me trajeron regalos que sabían que iban a encantarme, pero, lo que más me ponía feliz, que para mí era el mejor regalo, es tener a toda mi familia conmigo. Bueno, faltaba mi tío favorito que es Caleb, pero él vivía lejos de aquí con su esposa —a la que adoraba más que a nada —. Se les hacía difícil viajar hasta aquí, pero hicimos videollamada, hablé mucho con los dos. Tío Caleb me prometió venir a verme en cuanto pueda con su adorada esposa. Claramente le dije que sí, porque entendía perfectamente. Me alegró hacer videollamada con él, lo echaba mucho de menos.
Era Lunes, por lo tanto debía alistarme rápido para ir a clases. Así que corrí a mi habitación, sin poder controlar lo feliz que estaba.
Hoy me decidí por un outfit elegante y sofisticado para ir a clases. Me puse una falda plisada de color negro que me llega justo por encima de la rodilla, unos centímetros más arriba de lo habitual. Me gusta cómo se ve, es un look muy femenino y elegante.
La camisa que elegí es de color blanco, con un cuello alto y mangas largas. Me gusta cómo se ajusta a mi cuerpo y cómo hace resaltar mi piel. Y para agregar un toque de sofisticación, me puse un chaleco de color negro que hace juego con la falda.
Mis medias pantis de color blanco tienen un patrón de flores delicadas y se ven muy bonitas con la falda. Y para completar el look, me puse un par de tacones blancos que hacen juego con la camisa y las medias.
Mi cabello ondulado y negro cae suavemente sobre mis hombros, mi diadema negra brilla suavemente en mi frente. Me siento como una verdadera princesa, lista para enfrentar el día con estilo y confianza.
Tomé mis cosas universitarias y las guardé en mi cartera. Tenía todo listo y era hora de irme. Bajé nuevamente y me despido de todos, tenía que llegar temprano a clases, no quería que me pusieran una falta.
Subí mis cosas al asiento de copiloto, mientras me abrochaba el cinturón de seguridad. Encendí mi vehículo y manejé hacia atrás para salir de la propiedad Barker. Priscilla, Finn y Klaus me felicitaron, a los tres les agradecí muy entusiasmada.
Cuando ya estoy en carretera, manejando rumbo a Oxford, recibí una llamada. Me detengo en un semáforo para contestar.
—¡Feliz cumpleaños, mi patinadora favorita! — reí por la voz de Dionne al otro lado de la llamada —. Perdóname por no poder viajar a Londres, pero es que se me presentaron unas cositas.
—Tranquila, me alegra que me llames — le aseguré muy sincera.
—¡Te adoro mucho! ¿Qué harás hoy? ¡Tienes que emborracharte! — ruedo los ojos, sonriendo por sus locuras.
—No lo sé, en este momento estoy yendo a clases.
—Pero igual me vas contando qué harás, hasta me envías fotos. ¿De acuerdo?
—Claro.
—Mis papás te envían un feliz cumpleaños.
—Les daré las gracias por mensaje.
—Dale. Tengo que colgar, cariño — asentí aunque no me viera —. Pero aquí estoy por si algo, cuenta conmigo para lo que sea.
— Tú también, te envío un beso.
—¡Yo también y felices diecinueve! ¡Te debo el regalo, tonta!
Reí.
Para cuando aparqué en el parqueadero del campus, suelto un largo suspiro. Aún faltaban diez minutos para que las clases empezarán, así que tenía tiempo. Apagué el motor, me quito el cinturón y tomé mis cosas para salir. La brisa me recibe y les devolví el saludo a unos compañeros que conocía. Ellos me felicitaron, así que les di las gracias.
Decidida, con la cabeza en alto y la espalda recta, trasmitiendo seguridad, comencé a caminar hacía las instalaciones. Antes de entrar, alguien se me acerca por detrás, dándome un beso en la mejilla. Sonreí al verlo.