Capítulo 5.

Addison

Archibald vivía en el mismo edificio que nosotros, así que, al salir de clases nos íbamos juntos a nuestras viviendas. Vivía con un grupo de amigos, eran mayores que él por un año, son dos chicos que son parejas por lo que me contó mi mejor amigo. Estaba indignado de estar soltero porque todas las noches los escuchaba sacudir la cama, el pobre ya tenía ojeras al no poder dormir.

—De verdad que parecen dos conejos follando, es frustrante — sonreí cuando dejó caer su cabeza sobre la mesa en la que estamos en el exterior de las instalaciones de Oxford. Hemos terminado las clases y ahora nos encontramos platicando. No hay nada de sol, pero sí mucho frío.

—¿Quién da? ¿Quién es el la mujer y el hombre? — curiosea Tamysin con ojos brillosos. Hice una mueca.

—¿Por qué preguntas eso? — cuestioné.

—Ay, por favor, Addison — se ríe —. Es normal que quiera saber quién hace el papel de mujer, ¿cojen muy duro?

—¡Demasiado! — se exaspera mi mejor amigo, acomodando sus gafas y enderezándose en su asiento para mirarnos.

— Te ofrezco dormir conmigo cuando quieras, yo no me muevo — le sugiero con amabilidad.

—Dios mío —alzó los brazos hacía arriba en modo drama —. Cuanto te adoro, cariño — se inclinó para depositar un beso sobre mi sien, haciéndome sonreír. Volvió a su asiento cuando la rubia rueda los ojos.

—Cursis — dijo.

—¿No tienes un novio? — le recuerda Archie.

— Sí, pero Nathan apenas me mira. Ha estado muy ocupado durante todo este semestre — se encoge de hombros —. En fin, ¿saben que se viene la temporada del lago de los Cisnes? — ambos asentimos —. Tú debes obtener el papel, Addy.

—Estoy de acuerdo con ella — añade el de lentes con emoción —. Eres la mejor bailarina de Ballet en todo Europa, mereces ese papel.

Mordí mi labio inferior.

—Es Lady Clem la que decide, además, se harán ensayos para elegir a los personajes — reconozco en todo bajo.

—Pero sabemos que ese papel te corresponde a tí —me asegura Tamsyn con sinceridad, guiñándome un ojo.

—¿Ustedes creen?

—¡Claro que sí, Addison!

Sonreí.

Adoraba saber qué tengo los mejores amigos que puedan existir.

🩰

—Uno, y dos, y tres, y cuatro. Así es, niñas — canturreaba Lady Clem, mientras que todas hacíamos la coreografía a la perfección, sin equivocarnos.

Me sincronizo con mis compañeras, no obstante, porque, al hacerlo, alguien chocó contra mí apropósito. Mis talones volvieron al suelo y miré con los ojos entrecerrados su melena rubia muy clara que su raiz era totalmente blanca. Ella me miró sin alguna muestra de arrepentimiento.

—Oh, lo siento su majestad por tropezarla — dice con hipocresía, ocasionando que apriete los labios en una fina linea. La suave música se ha detenido y las chicas también

—Lo has hecho apropósito, Hester — interviene Tamysin, empujándola.

—¿Ah sí? ¿Acaso la princesita de Addison no se sabe defender o qué? — me echó una mirada de burla —. Perdóneme, su alteza — fingió hacer una reverencia.

—¡Eres una tonta! — mi mejor amiga volvió a empujarla hasta que Hester cae al suelo, apoyándose sobre sus codos.

—¡No vuelvas a tocarme, rubia teñida!

Marcella se acerca con las demás, seguida de Linnet, la mejor amiga de Hester que se cruzó de brazos. Tamysin quiso tirarsele encima, pero tomé su muñeca para que no hiciera nada.

—No vale la pena, déjala —le pedí con seriedad, ella me observó con incredulidad. Terminó asintiendo a regañadientes.

—¿Qué sudece aquí? — Lady Clem decide intervenir, acercándonse a nosotras con los brazos en jarra —. Así no se comporta unas señoritas con clase, ¿qué les pasa?

—Pues que Hester tropezó a Addison, Lady Clem — confiesa mi mejor amiga con rabia, fulminando a la otra rubia.

—¿Es eso cierto, señorita Warveley? — la miró con una ceja alzada.

—Fue sin querer, no sé por qué hacer tanto drama —se encoge de hombros.

—Es cierto, fue sin querer —la apoya Linnet a su lado.

Perfecto.

Esto era el colmo, pero no valía la pena enojarme. Tenía otras cosas de las cuales preocuparme que la envidia que siente Hester Warveley hacía mí. Ella también estudia en Oxford, nos conocemos desde que ingresamos a Royal Ballet. Jamás le agradé, para ella yo consigo todo por mis padres y nada por mi misma. De hecho, casi todas mis compañeras lo creen, por eso me odian. Vamos, es mentira. Mis padres solo me apoyan, yo me he esforzado para conseguir lo que quiero, no por ser una consentida. Es injusto.

Pasó una hora, Hester me miraba de reojo con rencor, no disimulaba lo mucho que me odiaba. Tamsyn quería golpearla, claramente se lo había prohibido. No se permite ese tipo de comportamiento, la que desobedezca una regla, será expulsada por mal comportamiento. Mi mejor amiga era buena en el ballet, también era su sueño, así que no iba a permitir que la expulsaran por mi culpa.

Me quedé tranquila, siguiendo las indicaciones de Lady Clem. Sonreí cuando me guiñó el ojo, ignorando las malas miradas de Hester y Linnet. No era mi culpa que nuestra profesora fuera así conmigo, así que deben calmar sus cosas que son ridículas.

Para cuando la clase termina, me apresuré a recoger mis cosas. Había llamado a mis padres esta mañana, también Ciro me envió fotos de Nieve. La tenía bien cuidada.

El cielo estaba nubloso, así que corrí a mi vehículo junto con Tamysin. Le envié un mensaje a Archibald, él me respondió que estaba con sus padres y que nos veríamos en clases.

—Odio a esas tipas — musitó mi mejor amiga cuando salimos del parqueadero de la academia y nos ponemos en marcha hacía Christ Church. Manejé con sumo cuidado, atenta a todo. Papá me enseñó a conducir cuando tenía apenas diez años, se lo agradezco.

—Solo déjalo pasar —es lo que digo, centrada en la carretera.

—¿Qué lo deje...? ¡Dios mío, Addison! A veces odio que seas tan educada — ruedo los ojos, sonriendo porque era el mejor cumplido. La rubia suspiró —. Este viernes saldremos y punto, estoy cansada de tantas tareas, Dios mío —se exaspera en modo drama —. Además, Nathan no me folla desde hace siglos...