Desfase

Capítulo 4

Selene Bicker

Ganarse el corazón de una dama

Padre ha estado a mi lado las dos últimas semanas, su presencia es constante y acogedora. Nunca espere decir esto, pero tener una figura paterna que de su vida por ti es algo halagador y enternecedor. Sentirme querida a este nivel, es algo que me enloquece y no logro procesar completamente en mi cabeza racional. En mi anterior vida, nunca tuve alguien de esta manera, era una niña abandonada, la cual vivió durante muchos años de su infancia en un orfanato y casas de acogida. El sistema de crianza en mi país es una mierda, los niños entran y sale como la pólvora, pero no significa que llegue a un hogar seguro.

La realidad es mucho más tenebrosa que el deseo de conseguir alguien que te amé, y escoja sobre los demás. No importa el dolor de sentirse rechazado, el abandono y la miseria donde crecemos, eso no es nada comparado a como llegaban los otros niños. Nadie quería irse cuando las historias comenzaron a circular entre los más grandes. La verdad era mucho más macabra que los cuentos, los cuales nos contaban para asustarnos; el sistema ha sido una mierda y seguirá siéndolo.

Muchos probamos suerte en la calle, huimos de la casa de acogidas y nos hicimos un camino en las calles solitarias, andábamos como animales rabiosos, los cuales desconfiaban de cualquiera. Un perro callejero era más amable que nosotros.

—Cariño, ¿te encuentras bien? —indaga la voz de mi padre. Sí, mi padre, con preocupación. Ese sonido suave y autoritario me causa un temblor de excitación. El saber que no existe una pizca de malicia detrás de esas palabras es algo reconfortante.

En la calle nadie se preocupa por ti, no a menos que desee algo. Y es mejor que no se preocupen, el precio a pagar es muy carro.

—Estoy bien, papa, podemos seguir con las clases—él asiente con duda, pero vuelve a hablarme de las diferentes plantas en su estudio, para qué sirve y para qué las usa.

Dejo los recuerdos a un lado, prestando atención al sutil movimiento de sus manos. Señala las hojas y deja una sobre la palma de la mano, dejando que sienta su textura y la rugosidad que compone la superficie de las hojas para que aprenda a diferenciarlas con el simple tacto. 

Algunas hojas son secas, otras blandas y llenas de agua; otras hojas tienen puntos o líneas texturizadas en la parte trasera o son lizas con una fina línea casi impalpable que la recorre de extremo a extremo.

—Con estas puedes hacer un veneno muy letal—anuncia dejando cinco tipos de hojas de colores vibrantes en mi mano, la confianza con la cual las deposita me hace encoger el corazón.

Esta confianza la cual está demostrando el conde Stein hacia su hija, hacia mí, es halagadora. Me llega a lo profundo de mi ser y ablanda esa parte, la cual se ha mantenido alejada de todos. La cual reniega de esta existencia, quien no está de acuerdo en gozar cada pequeño avance que consigo en este siglo. Ahora, con esta demostración de afecto y confianza se ha abierto, recibió lo que en un principio se nos fue negado. Porque, aunque este cuerpo carezca de las cicatrices del pasado, seguimos siendo la misma Selene Bicker.

—¿Me vas a enseñar hacer venenos? —preguntó con un tono de burla, él asiente con confianza sin dudarlo un segundo— ¿en serio? —obtengo la misma respuesta.

—Aprenderás todo mi legado, cariño, te enseñaré lo que te corresponde y mucho más. Esto es tuyo tanto como mío, eres la próxima condesa—nuestros ojos se encuentran, dos gotas de aguas con la misma intensidad, volumen y longitud. Unos espejos que reflejan al otro. Hay sinceridad pura en esa mirada.

No esperaba oír esas palabras, no de su boca y en este contexto. El conde Stein, mi padre, me ha dejado todo su legado, la obligación de decidir lo que sucederá con el condado, cientos de vidas pesan sobre mis hombros desde este momento; vidas las cuales no conozco y nunca podre darle un rostro. Pero la obligación está ahí, un peso que me acompañara toda la vida.

Una lágrima traviesa se desliza por el dorso de la mejilla, emprendiendo un camino hacia abajo, seguida de otras dos, las cuales se sentían celosas de la primera. Nadie en la mansión sabe cómo me siento, lo sola y desubicada que se siente, no tener un lugar al cual llamar mío; y él, mi padre, me ha dado algo que llamar mío, algo para proteger con uñas y sangre.

No sabía que lo necesitaba tanto, pero parece que él ya sabía lo que necesitaba.

—Será un camino difícil, pero no imposible—limpia el rastro de la lágrima con cariño.

Limpio el último camino dejado por las lágrimas, jurándome por los dioses de este país y por mi vida, que protegería y sería lo que el condado necesita. Camino detrás del conde, siguiendo sus pasos largos, anotando en la pequeña libreta cada información, la cual se desliza fuera de su boca, enriqueciendo aún más mis conocimientos. Los apuntes crecen; las letras desparramadas en el grueso papel con un ligero olor a húmeda y café, la tinta es esparcida llenando cada trozo, el cual se encontraba libre de información.

Las horas pasan y los libros que hace minutos eran tres, ahora es una pila de decenas de ellos. Lomos gruesos y corrugados, de colores opacos con bordados finos, los cuales identifica la información contenida entre las páginas. Ojeo el primer libro de la fila con cuidado, con suma delicadeza; creyendo que cualquier movimiento brusco lo dañara. 




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