Desfase

Capítulo 5

Selene Bicker

No caigas ante la seducción 

Toco mis labios sintiendo la hinchazón, un rastro húmedo y un leve escozor el cual aún permanece sobre ellos. Williams se fue hace minutos y yo permanezco en el salón del té mirando por la ventana, eclipsada en los recuerdos del intento desesperado del conde. Nunca imagine que sería capaz de robarme un beso, esa galantería la cual desprende al andar y hablar, está bien justificada. Williams es semejante a un pavo real, el macho alza su plumaje tratando de impresionar a la hembra y el conde hace lo mismo con su sonrisa y miradas cargadas de sensualidad fingida.

Un leve sentimiento de resignación y molestia me invade, recordándome que no me he alejado lo suficiente. No importa cuantas veces sea despectiva y grosera con el conde; aunque le insulte por debajo entre halagos cargados de melosería falsa. Él sigue ahí, dejándome saber que no se ha rendido. Suspiro notando como cada punto del plan para alejarme de las garras del conde no ha servido.

Estoy comenzando a creer que Williams se siente atraído hacia el maltrato, le gusta que le hablen y traten mal. No encuentro otra explicación válida hacia los peros, los cuales le he colocado a lo largo de este mes. Williams parece cada vez más motivado cuando sale un no de mis labios, y es jodido. 

Es jodido jugar con la muerte, caer seducida por sus besos y esperar a que ella llegue a mí. Sé que, si no le coloco un alto a todo esto, el conde me tendrá en sus garras, estaré dispuesta a tomar más que un simple beso de él. Y no veré la primera señal de una muerte segura. Pará seducir a una mujer solo falta el ingenio y una buena vista, lamentablemente Williams encaja perfectamente en ese esquema.

Williams Vinscord es jodidamente perfecto, con algunos rasgos finos y delicados. Pero hermoso.

Aunque a mí no me gusta lo delicado. No me gusta. Afirme con seguridad desviando la mirada de la pomposa flor en el jardín.

Alejo la mano de la boca al escuchar el sonido de la puerta abriéndose, Meria entra a paso lento informándome que el conde por fin ha salido del condado Stein; jodido Williams.  Busco la mirada de Meria a través del vidrio, está llevando un mechón de cabello castaño oscuro hacia atrás de la oreja, despejando aún más los rasgos finos de su rostro. Meria sonríe y hasta este momento me doy cuenta de que sus acciones y gestos son demasiado elegantes para ser los de un sirviente corriente. 

He estado tan metida en mis pensamientos y libros que no me había dado cuenta de ese aire de elegancia que la rodea como una fina capa. Sutil y distinguido, suave como una brisa de primavera. Alejo la mirada de sus ojos, volviendo a fijarme en los jardines, escuchando el leve sonido del metal siendo golpeado. Una parte de mí necesita, desea saber de dónde proviene ese sonido y que lo causa. Sé a ciencia cierta por qué se origina el sonido, pero ese lado mío; el que necesita controlar cada pequeño detalle, me exige ir y verlo con mis ojos. 

Me sorprende no estar saliendo en este momento por las puertas del salón, para ir a inspeccionar cada pequeño detalle del condado. Mi condado, porque algún día este lugar será mío, y necesito sentir que puedo hacer las cosas bien.

— ¿Alguna noticia nueva en la sociedad? —pregunto esquivando la mirada de Meria. Los ojos se encuentran entrecerrados y diciéndome que ella sabe el verdadero motivo de mi pregunta. 

—Todo sigue igual, Selene, tú y Williams siguen siendo tendencia—murmura logrando que mi expresión se deforme en un puchero de agonía y molestia. Ella sonríe feliz e ignora la súplica silenciosa de mis ojos—no entiendo por qué quieres saber de él.

Yo tampoco comprendo mi interés hacia el duque. Puedo atribuirlo a la primera sensación provocada cuando nuestras miradas se encontraron. Ese sentimiento profundo y dominante, donde me vi envuelta en su mirada; el creer que puedo leerlo a la perfección, saber cada pequeña cosa, la cual pasa por su cabeza con una sola mirada. O será algo más carnal, el instinto, el cual me grito ese día, que el duque de Gorh es el tipo de hombre el cual me atrae. El salvajismo que denota en su andar, era eclípsate, seductor y primitivo.

Él es la oscuridad pura, no hay mejor forma para describirlo; instinto animal y una sed de sangre, la cual se ve contenida debajo de un traje oscuro, el cual se adhiere perfectamente a su estructurado cuerpo. Mi cabeza no puede dejar de recordar ese momento, esos ojos oscuros los cuales parecían sorprendidos y un poco hastiados cuando nuestras miradas se encontraron.

Esto no quiere decir que desee salvarlo de la soledad; dudo que el duque desee ser sacado del hueco donde se encuentra. Esa mirada que posee, exclusivamente, la tienen personas que han vivido solos y en sufrimiento; los que conocen como es el mundo de cruel y sucio. Aquellos ojos los he visto muchas veces en mi reflejo, la sensación de vivir el día a día y esperar que algo suceda. 

Aunque no me guste admitirlo, Selene Bicker, era una mujer sedienta de sangre. Buscaba pagar sus pecados salvando a otros, pero mis pecados nunca podrían ser pagados. 

—Su madre le está insistiendo para casarse. 

— ¿Casarse? —inquiero sorprendida. Meria asiente. 

—Es el último hombre del linaje Gorh, nadie quiere que el ducado muera con el duque Damián—suspira con pesadez, dejándome saber antes de tiempo que no toda la noticia es buena. —Ninguna mujer de su edad o cerca de ella, desea casarse con el duque. Su fama lo precede. 




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