Desfase

Capítulo 23

Damian Gorh

Lo único que deseo, es lo que no puedo tener.

Las pocas cartas que he recibido se han amontonado sobre el escritorio de roble, algunos informes desde el frente, otra la invitación de eventos sociales, algunas son más respuesta a propuesta de matrimonio y la última que descansa en mi mano, una carta de Stein. El sello sobre la tapa de la carta, me tienta a romperlo y leer el interior, aquellas pequeñas notas se han convertido en una constante que espero con ansias desde que regrese del campo de batalla. Al igual que los intentos frustrados por conseguir una esposa. Cada mujer en edad para casarse y de estado noble me ha rechazado o anunciado su próxima boda. Las oportunidades han caído en pica y la única que parece tener un mínimo interés en casarse es Stein, quien solo quiere una tapadera para librarse de Williams y una prostituta a quien no puedo tener en el puesto de duquesa.

Rompo el sello de la carta, leyendo su contenido con calma, disfrutando de la última nota, que recibiré de esta misteriosa mujer; si fuera otro tiempo, una situación diferente aceparía ayudarla. Ser su falso prometido y mantener a Williams lejos de ella. Stein me ha encantado. Sin embargo, no puedo hacerlo, no tengo la capacidad de cumplir sus deseos, así que guardo esta última carta como un preciado tesoro, colocando fin a esta correspondencia.

"Comandante Gorh.

Le informa el soldado Galar, en la última excursión hemos encontrado a un grupo de espías intentando colocarse a las filas del este. Han sido apresados y esperan en los calabozos su regreso para ser juzgado.

Seguimos patullando y entrenando con normalidad. No ha habido problemas.

Se despide el soldado Galar."

Arrow Galar, uno de mis subordinados y un amigo de confianza, es quien se encarga de monitorear y pasarme las nuevas noticias del frente, no confiaría en otras personas más que en el criterio de Galar y el general Tarih. Las fronteras han estado tranquilas últimamente, los bárbaros se han mantenido en su territorio, observándonos desde lejos. Esta tranquilidad no durará mucho tiempo, hasta que uno de los dos imperios caigo o suceda un milagro; pero los bárbaros son una raza diferente. Una raza salvaje que no ve, diferencia entre su clase baja guerrera y la realeza. Son animales sedientos de poder, de guerra. Para ellos la perdida no significa lo mismo.

"Vuelva pronto, Damián, si no encuentras esposa entre una de esas respigadas y chillonas señoritas de sociedad. Robaremos a una mujer y la convertiremos en la duquesa perfecta.

No te expongas a las burlas de la sociedad.

Galar"

Arrow odia las costumbres de la alta sociedad, tanto como odio estar presente en eventos de la realeza y los murmullos de odio y asco que los aristócratas susurran a mis espaldas. El odio de Galar no va guiado por su apariencia o por ser un asesino sanguinario, no, Galar es el hijo ilegítimo de una antigua casa poderosa; fue dado al ejército del norte de pequeño, apenas podía sostenerse sobre sus regordetes pies de bebé cuando llego al territorio Gorh como soldado. Arrow odia su nacimiento, la idea de que pertenece aquella pura y tradicionalista familia que lo vendió siendo un bebé. Para él todos los nobles son iguales, falsas personas capaces de cualquier cosa para borrar sus errores.

Galar no es solo un hijo ilegítimo, es un soldado brillante que a amansando una enorme fortuna gracias a todos sus logros en batalla.

— ¿Está bien, señor? —pregunta una de las sirvientas, manteniendo la mirada baja en forma de respeto. Suspiro dando un leve asentimiento de cabeza, cansado por toda esta situación sin salida en la cual me encuentro—. ¿Va a ir al evento de caza? —cuestiona en tono bajo y calmado.

— ¿Cuándo es?

—Señor, le quedan dos horas para alistarse y salir—responde después de calcular cuantas horas han pasado desde que me desperté.

—Voy saliendo—respondo levantándome, la idea de hacer presencia en una habitación llega de nobles, me desanima, es absurdo lo fácil que cambia mi humor ante la perspectiva de escuchar durante horas nada más que susurros donde se hable de mí, donde el medio y el asco sea el primer personaje.

Muchas veces me he cuestionado si aquellos murmullos son reales, si las personas tienen razón y solo estoy siendo terco al intentar contradecirlos, al llevarle la contraria a mi naturaleza. Me han llamado desde la personificación del dios de la guerra y devastación, hasta duque demoniaco. La mayoría me teme y algunos siente un agudo respecto y admiración hacia cada una de las hazañas que he realizado en el campo de batalla. Sin embargo, la sangre no se puede borrar, las marcas de la guerra estropean mi cuerpo y, en ocasiones; el nauseabundo olor de la muerte me persigue; haciéndome creer que atraigo a la muerte.

Estoy maldecido. Mi destino es morir en un campo de batalla sin conocer todo lo que me ha sido negado. Si experimentar el amor y cariño sincero de una mujer que no me tema.

He tenido tantos pensamientos sobre cómo se sentirá ser solo un rostro bonito, el favorito de las damas y recibir su atención desmedida. O solo ser un noble común, ordinario; que sea amado con intensidad por una hermosa y dulce dama. Nunca sucederá, solo son sueños, posibilidades que me han sido negadas. La única mujer que conozco, son las de los barrios rojos; aun así, ellas huyen de mi presencia y me encuentran repugnantes. Poseer el título más alto de la nobleza después del rey, no me hace apetecible; ni las innumerables riquezas que guarda mi palacio. Al final sigo siendo un guerrero, un sanguinario soldado.

—Buenas tardes, duque. ¿No piensa saludarme? —aquella voz suave y burlona la reconozco enseguida, parpadeo fijando la mirada en la menuda y atrevida mujer delante de mí.

Anna Stein se encuentra delante de mí; cabello suelto, un vestido que se adhiere a sus voluminosas curvas que parecen desparramarse de la frágil y hermosa tela de su vestido. Aquel cabello oscuro enmarca sus finos rasgos de porcelana, los ojos azules brillan y esconden todos los secretos del mundo. Aquella mirada juguetona está lejos de ser la de una inocente y cauta señorita.




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