Deshielo

Capítulo 2

“Las primeras veces no son siempre color y emoción. En ocasiones, te envuelven en una nube de ira y desesperación de la que nunca es posible escapar”

Catherine Halm

1 de enero de 2016

Feliz año nuevo.

Unas palabras que normalmente son festivas han sido dotadas de un irritante tono sarcástico. Es algo que no ayuda en la actual situación, teniendo en cuenta que estoy encerrada en la habitación de Elizabeth con alguien completamente desconocido.

Ignorando el dolor que se extiende por todo mi cuerpo, me aparto de él y me pongo de pie. Casi de inmediato, mi vista se nubla y me tambaleo. Lo único que impide que choque contra el suelo es el chico desconocido.

—¿Estás bien? — pregunta con creciente preocupación.

Sacudo la cabeza y vuelvo a la cama, esta vez acostándome a gran distancia de los ojos verdes que no dejan de mirarme.

—Sí, estoy bien. Creo.

Me vienen a la cabeza imágenes de la fiesta. Las luces, la música, la falta de espacio y de cómo todo se convirtió en oscuridad. Él debe de ser quien me sacó de allí.

—Gracias — susurro.

—No es nada —  le quita importancia con la mano.

Apoyándome en los codos, me incorporo y me siento contra la cabecera. Sus ojos siguen cada uno de mis movimientos, estudiando cada paso que doy. Da la impresión de que espera que yo haga algo. ¿El qué? No lo sé.

Un silencio incómodo se establece entre nosotros, o al menos lo es para mí ya que él adopta una posición despreocupada, con sus piernas cruzadas sobre la cama y sus brazos, estirados tras de él, apoyados en el edredón.

—Catherine — decido presentarme.

—Jeremy Allen — devuelve el saludo, divertido.

Mis ojos vuelan por toda la habitación, fijándose en todo menos en él. La música sigue sonando en el primer piso y estoy segura de que continuará así hasta el amanecer, no se puede esperar otra cosa de una fiesta de Elizabeth Acker.

Como el tal Jeremy no tiene intención ninguna de entablar una conversación y yo no tengo ganas de estar en la misma habitación que un desconocido por el resto de la noche, me levanto dirigiéndome a la puerta.

—Catherine.

Le miro cuando me llama y hago un gesto haciéndole saber que le escucho.

—¿Adónde vas?

—A mi casa, estoy cansada.

Él asiente, pensativo, y se levanta del lugar donde había estado sentado.

—Te llevo — dice mientras coge la chaqueta que reposaba sobre la silla del escritorio.

—No, de ninguna manera. — niego —  no creo que sea buena idea dejar que un desconocido me lleve a casa.

—No soy un desconocido. Soy Jeremy. — Sonríe.

Niego con la cabeza ante su ocurrencia y salgo de la habitación dejándolo sólo. A duras penas consigo atravesar la marea de gente que invade la primera planta y llegar a la puerta principal. Fuera de ella, no hay absolutamente nadie a excepción de un par de borrachos sobre la nieve de enero. Parece que aún todo el mundo ha decidido seguir celebrando el nuevo año hasta que sus cuerpos no den para más.

En cuanto salgo cojo el aire que me empezaba a faltar y miro a mi alrededor. Busco con la mirada la moto, que se encuentra justo donde la dejé.

—¿Me dejarás llevarte a casa? — pregunta una voz a mis espaldas.

Jeremy, el chico Allen, parece no desistir y no creo que sea buena idea por su parte. Estoy cansada y lo único que deseo es llegar a casa y rezar porque mi madre no acabe conmigo.

Bufando, me giro hacia él mientras enarco una ceja.

—Deja de insistir, ¿quieres? — digo, cansada por su insistencia.

—¿Y si no quiero?

Sacudo la cabeza y me doy la vuelta, comenzando a caminar mientras escucho cómo el chico Allen se carcajea detrás de mí. Empiezo a pensar que es una especie de psicópata acosador.

—No voy a asesinarte, torturarte, secuestrarte ni violarte, si eso te preocupa — dice divertido.

Le ignoro aún sabiendo que de alguna forma ha conseguido adivinar mis pensamientos. No sé que estoy haciendo a las cuatro de la madrugada hablando con un total desconocido cuando debería estar en mi cama. Mi madre me va a matar.




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