Deshielo

Capítulo 14

“El pasado era inalterable y el futuro descorazonador

Catherine Halm

 

28 de enero de 2016

 

Me revuelvo cuando la luz baña mi cara y busco a ciegas la almohada para ocultarme de los rayos del sol, pero no encuentro nada a mi alrededor más que el tacto del colchón contra mis manos.

Poco a poco y sin necesidad de prisas, voy abriendo los ojos. En cuanto consigo enfocar la vista me doy cuenta de que este cuarto no es el mío. Sin embargo, no me es desconocido.

La cama de matrimonio está completamente desprovista de sábanas y los cojines y almohadas que quería usar para resguardarme de la luz están esparcidos por el suelo. El gran ventanal con las cortinas color berenjena abiertas, la pared con las estanterías y la decoración en blanco y negro me lo confirman.

Mierda. Estoy en la habitación de J.

Intento recordar lo que pasó ayer pero en cuanto lo intento me comienza a doler la cabeza. Levanto la vista cuando la puerta de la habitación se abre dejando entrar aún más luz. Mi corazón late con fuerza pensando que es J pero es Jonas quien aparece en su lugar.

Cuando me ve despierta se para en seco y me mira divertido.

— Parece que ha pasado un terremoto por aquí. —comenta.

Le miro fijamente recordándolo no como está delante de mí sino como una criatura de otro mundo.

—No lo he soñado, ¿verdad? —pregunto.

—No.

Asiento en su dirección sin poder procesar nada aún. ¿Es todo real? ¿De verdad existen los Terians?

Jonas se acerca a mí y deja una bandeja con comida, que había estado sosteniendo, sobre la cama.

— Pensé que tendrías hambre.

— Sí, gracias —musito.

Devoro todo con rapidez cuando me doy cuenta del hambre que llevo encima con la mirada de Jonas sobre mí. Eso hace que me pregunte qué hora debe ser, por la posición del sol creo que puede ser mediodía, pero no estoy segura.

— ¿Qué pasó ayer? —le pregunto.

— ¿No lo recuerdas? —responde, frunciendo el ceño.

— Prefiero pensar que nada de lo que recuerdo pasó en realidad.

— Lo cierto es que tu memoria no te falla. Los Terians existimos igual que la magia negra u otras de las fantasías humanas. Por mucho que lo niegues no vamos a desaparecer.

Jonas es un Terian. J también lo es. ¿Será de la manada de J? ¿Será Nate Walker otro Terian? Mi cabeza da vueltas cuando empiezo a asimilarlo todo.

— Ojalá me despertase ahora mismo.

Le devuelvo la bandeja, ya vacía, a Jonas. Él sale de la habitación mientras yo busco algo de ropa en el armario ya que, al menos mi camisa, está cubierta de barro y ramas.

Cojo una camiseta que me llega por las rodillas y me dejo puestos los vaqueros que tenía ayer. Salgo al pasillo e intento recordar cómo bajar a la planta baja. Giro a la izquierda y por poco no me tropiezo con las escaleras de caracol. En cuanto bajo y por cómo está distribuida la casa, encuentro a Jonas en la cocina.

— ¿Por qué estoy aquí? —digo apoyando mis brazos en la encimera.

— Porque no tenía ni idea de donde estaba tu casa y Jeremy no contestó a mi llamada.

Me responde sin darse la vuelta, y cuando lo hace vuelvo a hacerle otra pregunta.

— Pero, ¿esta no es su casa?

— Sí —asiento— pero también es la mía.

— Ah

La situación actual me resulta completamente tensa. Estoy en la casa de J, el mismo que me amenazó de muerte si revelaba el secreto de los Terians. Un secreto que ahora sabía que era verdadero por muchas leyes del universo que rompieran.

Se impone el silencio. Yo sólo observo como Jonas desayuna y pienso cómo se va a tomar mi madre que haya pasado la noche fuera de casa sin su permiso.

— Mi madre me va a matar —expreso en voz alta.

Jonas detiene el trazado que estaba haciendo la cuchara repleta de cereales para prestarme atención.

— Sí, es lo más probable. —dice sin más.

Me froto las sienes con los dedos. El dolor de mi cabeza va aumentando por momentos.

— Debe de estar muy preocupada. Ya van dos veces este mes. —Empiezo a dar vueltas por el salón mientras Jonas sigue con su tazón de cereales.

— ¿Quieres calmarte? Tu madre llamó anoche y le dije que estabas bien, que estabas conmigo.

Mierda, lo que faltaba.

— Claro, ahora estoy más tranquila, Jonas. Me llena de alivio que mi madre crea que duermo con cualquier desconocido —Transformo esta última frase en grito. — podrías haber mentido mejor.




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