Desiciones Que Matan

Capítulo 13

Leila

La primera parada que hacemos, es en el banco central y esto solo quiere decir una sola cosa. Esmeralda espera que acepte la cuenta bancaria de Rogelio, y es algo que no puedo aceptar.

Las razones son primero: no lo conozco y segundo: no puedo aceptarlo, estoy a punto de replicar cuando Esmeralda se estaciona y baja del auto, no tengo otra opción que seguirla.

-Esmeralda, espera no puedo aceptar la cuenta bancaria de tu hijo…-es lo primero que le digo en el momento en que ingresamos a la puerta principal del banco.

-Claro que puedes, además Rogelio sabía que no aceptarías por lo cual me pidió que me encargara personalmente que lo aceptes a regañadientes.

Estaba a punto de contestar cuando un señor de sesenta años se nos aparece.

-Señora González, es un gusto volver a verla…-este hombre sí que es bien oportuno…- por favor síganme.

-Lo mismo debo de decir, Frederick, estoy segura que mi hijo debió de haberse comunicado con ustedes respecto al acceso total de su cuenta para la señorita Baltodano.

-Lo hizo, ayer me aseguro que hoy vendrían, por favor síganme.

No lo puedo creer, le aseguro que vendríamos.

Seguimos al señor regordete, hasta su oficina.

-Siéntense por favor…-hacemos lo que nos pide, y sale por un momento.

-De verdad, no quiero aceptar su dinero, no es necesario y no es por ser orgullosa.

-Cariño, tranquila sé que no lo estás diciendo por orgullo pero de verdad creo que lo vas a llegar a necesitar.

-Y con que se lo devolveré, si aún no he terminado la carrera.

-No lo pagaras, Rogelio lo hace de corazón, además tú tienes derecho a ese dinero y solo lo sabrás cuando aceptes firmar los siguientes documentos para acceder a la cuenta de Rogelio.

Pienso por un momento las palabras que me ha soltado Esmeralda, tengo mucha curiosidad del saber ¿Por qué me ayuda? ¿Por qué estoy involucrada en todo esto? ¿Por qué me da acceso total de su cuenta? Y estoy clara, que cada pregunta será contestada cuando el regrese, pero esto no se cuanto más podré aguantar con estas preguntas.

-Perdonen la tardanza, estaba comunicándome con el señor González y está contento al saber, que estás aquí accediendo a su cuenta bancaria.

No contesto absolutamente nada, simplemente lo escucho hablar. Me aclara cada una de las condiciones, de igual forma el dinero total, que hay dentro de la cuenta, en otras palabras absolutamente todo.

-Solo tiene que firmar aquí y hoy mismo le damos la tarjeta de crédito para que la pueda usar sin problema alguno.

Leo detenidamente el documento que me ha otorgado, una vez que lo he leído tomo el bolígrafo que me está cediendo y firmo el documento, espero no arrepentirme de esto más adelante.

-Muy bien, regreso en unos minutos con su tarjeta, Señorita Baltodano.

En el momento en que el gerente sale de su oficina, me permito soltar aunque sea un suspiro y poder descansar mi espalda en el respaldo de la silla.

-Te aseguro que no te vas a arrepentir, tienes acceso ilimitado.

-¿Esto de que me ayudara? Quiero decir…-no puedo encontrar las palabras adecuadas para seguir hablando y al parecer Esmeralda lo puede notar.

-Solo el, sabe el porqué.

-Perdonen nuevamente la tardanza, aquí tiene señorita Baltodano una tarjeta y una chequera, el señor Rogelio González fue muy estricto al respecto.

-Gracias…-es lo único que puedo decir en el momento que me entrega la pequeña tarjeta y la chequera.

Nos despedimos del señor Frederick y nos dirigimos al estacionamiento para poder retomar nuestro camino, ninguna de las dos dice algo al respecto, la música es quien hace el trabajo.

Nuestra segunda parada es computer, el trabajo de la señora Arce.

-No entiendo, esta compañía es solo para computadoras.

-Y no te equivocas, pero querías un celular nuevo, ya que el tuyo está registrado a tu nombre y para Mario es demasiado fácil rastrearte.

-Si pero, esta compañía solo se encarga de computadoras, no de celulares.

Nuevamente se estaciona y baja del auto, sin decir una sola palabra, imito su acción y la sigo; nos adentramos a computer hasta que una mujer de unos veintitantos se pone delante de nosotras.

-Tú, debes de ser Leila, Axel ha venido creando un celular especializado solo para ti y esperaba el momento exacto para entregártelo.

-Esperen, tan solo un minuto, hay alguna cafetería en la cual pueda sentarme y relajarme tan solo un minuto.

-Por supuesto, síganme por favor.

La chica misteriosa nos lleva hasta la cafetería, Esmeralda me da mi espacio al igual que la mujer; me acerco al mostrador y pido un refresco, pago mi pedido y me voy a sentar a una de las mesas vacías.

Tomo varias respiraciones, trato de tranquilizar mi mente y me voy bebiendo mi refresco lentamente, pierdo la noción del tiempo, hasta que veo a Esmeralda y la chica misteriosa sentadas junto a mí.



#31803 en Novela romántica
#20187 en Otros
#1511 en No ficción

En el texto hay: decisiones, reencuentro, amor desamor

Editado: 04.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.