Santiago
Sabía que algo tenía en la cabeza José, pero nunca me imaginé que ese algo es Leila, no sé como sentirme al respecto, tal vez ¿enojo? ¿Celos? La verdad no lo sé; conozco a José desde que usábamos pañales y estoy seguro que él, no sería capaz de estarle coqueteando a Leila, teniendo en mente que se tiene que casar con Yariela, para que la empresa no se venga abajo.
Observo detenidamente a Leila y ¡DIABLOS! Esta demasiado guapa; respiro profundo tratando de contener mis nervios, me paso mis manos por mi cabello, antes de exhalar las siguientes palabras.
-Perdóname José, pero nunca se me cruzo por la cabeza que tenías contacto con Leila – lo miro arrepentido – tus razones debes de tener, para habérnoslo ocultado a Antonio y a mí.
José, me da una sonrisa de medio lado.
-Tranquilo hermano, tus emociones te jugaron una mala pasada y a todos nos pasa – José es demasiado tranquilo, se necesita algo demasiado fuerte para quebrantarlo – vamos a una cafetería o en la universidad hablamos cómodamente.
Si no fuera porque Leila se aclaró la garganta, no hubiera recordado que estaba aquí.
-Creo que lo mejor será ir a una cafetería – me hago a un lado para que pudieran salir.
Tomamos el ascensor para ir al estacionamiento, ya que José ha dejado el coche ahí. Claro que José conducirá, Leila entra en los asientos traseros y yo en el de copiloto, la radio suena baja, cada quien sumergido en sus pensamientos, por medio del espejo me permito apreciarla, nunca la he tenido tan cerca pero igual esta lejos, aparto mis ojos de ella y me fijo en la carretera, pero hay algo que me llama la atención.
-José – no pude continuar, pero sé que, los pudo notar.
-Lo sé, nos están siguiendo, Leila ponte el cinturón y sostente fuerte.
Antes de que terminara la oración, nos embisten tan fuerte y lo único que escucho es el grito de Leila; por un momento pensé que nos estrellaríamos, pero José pudo ingeniárselas para seguir en el carril, dirijo mi vista en los asientos traseros y Leila solo me da una mirada de miedo. Lo único que llego a sentir es otra embestida, esta vez a José le cuesta un poco más tomar el control del auto; no pierdo tiempo y busco rápidamente en la guantera el calibre de 9mm, verifico si tiene balas o no y para mi suerte, está lleno, me quito el cinturón de seguridad y comienzo a dispararle al auto que nos a embestido dos veces, le doy directo en una de las llantas delanteras, ingreso rápidamente al auto y me sujeto bien, esa es la señal que José necesita para embestirlos a ellos.
-Leila, será mejor que te agaches lo más que puedas, y no te asomes.
Hace rápidamente lo que, le digo y no pierde tiempo, en cambio yo saco mi cuerpo por la venta, sentándome en ella y comienzo a disparar, por suerte que no es una camioneta blindada, no se esperaban que tuviéramos una arma.
Regla # 1: siempre debes portar un arma, sin importar la situación.
Al haberles disparado perdieron el control, ya que el vidrio se rompió al instante, ingreso nuevamente al auto y José aprovecha ese momento para frenar de golpe, haciendo que la camioneta, se estrelle con nosotros, nos sacudimos violentamente, pero José retoma nuevamente el camino perdiéndolos por completo. Por suerte para nosotros solo eran dos camionetas.
-Santiago, llama a mi padre y dile que vamos en camino, y Leila ya puedes salir.
Dirijo mi vista a donde esta Leila y se ha desmayado.
-Acelera lo más que puedas, Leila esta desmayada creo que los frenazos y las embestidas le causaron tal efecto.
No dice nada y acelera lo más que pueda, dirigiéndonos a la central de la agencia.
Antonio
Algo está pasando, José no está por ningún lado, Santiago desapareció a la segunda hora. Yariela por alguna razón está inquieta.
En estos momentos tenemos la tercera y la última hora libre, ya que a todos los profesores los han llamado para una reunión de emergencia, por lo cual estamos en la cafetería.
-Yariela, deja de mover tu pierna, en cualquier momento estarás taladrando el piso para encontrar una mina de petróleo – la actitud de la chica, está comenzando a afectarle a William, a pesar que quiere lucir calmado por su amiga.
- No debimos dejar a Leila en el departamento William, hay algo que me está poniendo los pelos de punta y no se cual es la razón.
William, me comparte una mirada de ayuda, por lo cual estaba a punto de comentarles algo, pero en ese momento se aparece una pelirroja, dejo escapar un suspiro de resignación. Alguna que otras chicas de aquí no han quitado sus ojos ya sea de Santiago, José o de mí; de los tres, solo Santiago está soltero y esta situación ya me está rebalsando.
-¿Antonio, verdad? – la chica es linda, ojos color verde, tiene curvas bien adaptadas, en sus ojos puedo ver lujuria por lo cual me da una sonrisa coqueta, se sienta en la silla que está más cerca de mí – pensaba que, nos podríamos ir nosotros dos a algún lugar en el cual, no seamos molestados.
Yariela la mira con una cara de asco y ni siquiera lo puede disimular, lo cual me causa gracias. Mientras que William espera mi respuesta al igual que la chica.