Desiciones Que Matan

Capítulo 27

Santiago

Antonio me las va a pagar, no debió de haberme golpeado de esa manera, abro los ojos y observo que estoy en un cuarto, la cama es cómoda debo de admitirlo, todo está a oscura excepto la lámpara de la mesita de noche, me incorporo lentamente para no marearme, dejo pasar unos minutos y decido que ya es hora en salir de la habitación.

Estoy en el corredor y está claro que no estoy en mi casa, observo todo a mi alrededor y no reconozco nada, camino directo a las escaleras y escucho unas voces, voy directo a la sala y veo que todos están reunidos, lo primero que veo son a mis padres, me concentro en las demás personas y veo a mi tío Oliver, a los hermanos de Leila, Stella, a los señores González, Antonio y Alex.

-Que bueno que ya estas despierto hijo – mamá es la primera en acercarse – estamos en el departamento de  Fernando y Axel, en el momento en que tu tío nos llamó supimos lo que ha ocurrido en la agencia.

Tomo asiento en uno de los sillón y recuesto mi cabeza en el sillón, me tomo unos minutos hasta volver a dirigir mi vista al frente, Antonio me pasa una pastilla junto a un vaso con agua, no lo dudo me los tomo de golpe.

-Lo siento amigo pero era necesario que te golpeara – con la mano le hago saber que no tiene importancia.

-¿Dónde están José y los demás?

-Aun no lo sabemos – el primero en hablar es el señor Alonso – pero de algo si estoy seguro y es que Will debió de llevarlos a un lugar para que todos estuvieran a salvo.

Es lo más seguro, Will no arriesgaría la vida de sus amigas las protegería a toda costa y eso lo ha dejado en claro.

-El ataque tuvo que haberlo iniciado Mario – comienza a hablar mi tío – es el único que conoce bien la sede central – no tengo cabeza para analizar lo que el tío Oliver está diciendo.

Mi padre estuvo a punto de contestar pero escuchamos a alguien golpeando la puerta, Axel es quien se encarga de ir a revisar, pasan solo segundos y vuelve a aparecer con una chica de cabello negro, liso, le llega hasta la cintura, ojos de color negro, piel bronceada, con una bolsa en las manos ya que Axel carga el resto de bolsas. Parece que Fernando ya sabe lo que hay dentro por lo que sale directo a la cocina, creo.

Fernando regresa con una bandeja llena de platos, cubiertos y algún que otro vaso, la chica se acerca a la mesa, coloca las bolsas y de ahí saca recipientes de comida, comienza a repartir y Fernando junto con Axel nos estregan los platos llenos de comida.

Acepto el plato que me extiende Axel pero no puedo digerir nada de comida, pongo el plato en la mesa más cercana y me levanto de mi lugar, voy directo a las escaleras y me adentro al cuarto en el había despertado hace unos momentos, me recuesto en la cama, tengo la mirada en el techo, hasta que escucho a alguien golpeando la puerta, me levanto para ver a la persona que está de frente.

-¿Pasa algo? – Antonio me examina determinadamente.

Sabe que algo me ocurre.

-Solo me pregunto donde estarán los demás.

Entrecierra sus ojos, sin quitar su vista de mí.

-¿Seguro? Porque yo pienso que Leila tiene algo que ver – no contesto, no tiene caso que lo haga - ¿estás enamorado? – le aparto la mirada – estás enamorado.

Y ahora lo confirma.

-Tengo la cabeza revuelta – y es verdad, con todo lo que está pasando mi cabeza no puede descansar – sería muy pronto decir que estoy enamorado de ella, pero si siento atracción que es muy distinto.

Antonio se sienta en la silla que está cerca del escritorio y me ve de manera desaprobatoria.

-Chicas como ellas no son un juguete – suelto un suspiro porque sé que tiene razón – y has hecho todo lo posible de no comportarte como un idiota por Lily – siempre he querido que mi hermana tenga a un hombre que la respete, mi padre, mi tío, José y yo, le hemos dado ese ejemplo.

Antonio iba a continuar pero un golpe en la puerta lo interrumpió, se levantó para ver quien golpeaba y era Cristian, lo deja pasar.

-Tengo algo que decirles – Antonio y yo lo observamos detenidamente – cuando encontramos a las señoritas Arce, Baltodano y a Stella – nos comienza a relatar – la señorita Baltodano tenía un celular en sus manos pero por las fotos que nos han hecho llegar lo tuvo que haber cambiado hace poco.

-Cristian – busco las palabras adecuadas - ¿Qué tiene de especial ese celular?

Antonio debe de tener la misma interrogante.

-Con lo poco que pude ver, ese celular es diferente – no entiendo a donde quiere llegar – ese celular está diseñado para otras funciones y es más complejo, que los que nos hacen llegar a nosotros.

Si lo que dice Cristian es verdad, entonces…

-¿Hay algo en particular que puedas identificarlo? – Antonio hace la pregunta del siglo.

-Diamante - ¿pero qué? – lo tiene bien diseñado en la parte trasera del celular.

-Antonio, ¿crees poder encontrar al diseñador?

Cristian habla por él.

-No hay necesidad, ese celular fue diseñado únicamente para ella y viene directamente de la empresa donde trabaja la señora Arce – Cristian no pierde tiempo y nos da todos los detalles – que casualmente la pelinegra que esta abajo, trabaja en el mismo lugar.



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En el texto hay: decisiones, reencuentro, amor desamor

Editado: 04.05.2021

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