¿En dónde estoy?
Decía el desconcertado niño. En un espacio donde solo había oscuridad.
Dijo de nuevo: ¿En dónde estoy?
En medio de un silencio profundo, surgió una voz diciendo:
No puedo responder esa pregunta por ti…
Inquietándose el niño, le dijo: ¿Hay alguien aquí?
Sí- escuchándose la voz.
¿Quién dijo eso?, ¿Quién eres?, ¿Dónde estás?- preguntaba el niño angustiado.
Una pregunta a la vez, un paso a la vez. ¡Cálmate!
¿Dónde estás?-
Aquí a tu lado-
¡No puedo verte! ¡No puedo ver nada! ¿He quedado ciego? Decía el niño cada vez más angustiado.
Eso depende de ti y de lo que decidas ver. Le respondió la voz
¿Qué estás diciendo? No entiendo nada. ¿Acaso no puedes ayudarme? No sé dónde estoy, no sé porque no puedo ver. Y tú no me ayudas. Estoy confundido ¿Que sucede? ¿Qué hago? Y el niño reventó a llorar.
Una pregunta a la vez, un paso a la vez. ¡Cálmate! Y la voz no se escuchó más por un buen rato.
El niño solo podía escuchar su propio llanto. Al cabo de un rato, el niño entendió que debía calmarse, que llorar no le estaba ayudando en nada y dejo de hacerlo.
¿Estas hay voz?
Si- respondió.
¡Ya me calme!...
Qué bueno. Primer paso - respondió la voz.
¿Quién eres? Pregunto el niño.
Seré lo que tú quieras que sea. - escuchándose de nuevo la voz.
¿Puedes ayudarme a salir de aquí?- Pregunto el niño.
Puedo guiarte, pero el resto dependerá de ti.
¿Por qué puedo escuchar y no puedo ver?- Le pregunta el niño
Respondió la voz: porque tienes más de un sentido, no solo está la vista. Aprende a utilizarlos todos. Así cuando uno falle, el otro podrá ayudarte.
¿Cómo te llamas? Le pregunta el niño
Alquimista- Respondió la voz
¿Quién eres realmente? Pregunto el niño una vez más.
YO SOY Alquimista del principio y el fin
Maestro de la paciencia, hacedor de tu ansiedad y de tu angustia.
Si intentas controlarme te llevare por caminos engañosos, como quien busca conseguir todo con rapidez; sin esfuerzos, como quien toma todo a la ligera y cuyo único resultado será el error.
Yo soy astuto niño, soy EL TIEMPO y no puedes controlarme. Seré visible en el momento que lo decida. Soy invisible ante la cotidianidad, en la rutina y en las acciones sin propósitos y cuando sea significativo seré evidente.
Aun siendo mi presencia eterna. Soy el maestro del bien y el mal. ¿Quién soy?, ¿Cuándo estaré? ¿En qué me convertiré?, Eso lo decidirás tú. ¿Cuánto tiempo necesitas?
El niño pensó y dijo: Recuerdo que una vez leí sobre los alquimistas. Se decía que podían transformar unos elementos en otros.
Segundo paso, le dijo la voz… Y al decir esto, el espacio como un amanecer, comenzó a llenarse de luz.
¡Luz!, ¡Luz! Gritaba el niño. Comienzo a ver Alquimista! Gritaba emocionado el niño.
El espacio se convirtió en un desierto árido y al final en el horizonte estaba el amanecer. Todo estaba en calma. Sin embargo, el niño no vio a nadie a su lado, solo estaba él y a su lado unos anteojos.