Sinceramente, él estaba mudo, más que de costumbre. No entendía ni medio que estaba pasando, se limitó a decir:
--Tengo --ni siquiera sabía si tenía algo encima para la cena--. Oye, Lila tú...
--¡Nos vemos en casa, hermanito! ¡No te tardes!
Y cortó la línea la desgraciada, pensó él mirando con molestia el celular. No pudo más que guardarlo en la mochila y caminar, las veinte cuadras, rumbo a su hogar. Paró una cuadra antes, y de milagro encontró el dinero necesario en uno de sus bolsillos para pagar la cena.
--¡Llegó la comida! --chilló Lila, casi arrebatándole las pizzas a Scott--. Ve a bañarte, estás mugriento.
¿Mugriento? Si se había bañado ayer... Recordó lo que le había "dicho" a Lila, y no tuvo de otra más que encerrarse en el baño de su cuarto.
--¡Si te tardas más de quince minutos! ¡Comenzamos a cenar sin tí! --le amenazó su madre desde el otro lado de la puerta, totalmente calmada y alegre.
Rascó su nuca confuso. Un médico le había dicho, que podía llegar a sufrir alucinaciones, a causa de la, supuesta, narcolepsia. Pudo haber olvidado que habló con Lila e imaginado que la esperaba.
Lo que era aún más extraño, era que nadie se había dado cuenta que él estaba dormido en la entrada de la escuela. La última vez que se quedó dormido en un lugar concurrido, allí más propiamente dicho, despertó sin mochila, de milagro tenía su celular y la cara llena de rayones de fibrón.
¡Que dolor de cabeza!
--¿Recuerdan la vez que Scott se quedó dormido en la escuela? --dijo Lila, de la nada.
El chico la miró mal ¿Qué estaba planeando?
--¿Cuál de todas? --la madre de ambos los miró casi con gracia, mientras luchaba con los hilos de queso de su porción.
Scott no sabía si reír o llorar ¡Eran demasiadas para contar!
--¡Tú no te rías! --le recriminó su hermana--. Nos has dado buenos sustos con tus sueños.
--¿Te refieres a la vez que llegó con la cara rayada y el celular roto? --la pelirroja mayor recordó-- ¿Y que llegó a las nueve de la noche?
--¡Esa!- señaló Lila.
--Ustedes casi me matan --contestó el chico incómodo.
Fue inolvidable el encontrar más de cincuenta llamadas perdidas, y al llegar a su hogar a su madre gritándole a un oficial de policia, que se escondía aterrado detrás de Lila.
--Como dije antes --remarcó ella--. ¡Buenos sustos, hermanito!
--Desperte y estaba en la entrada de la escuela --recordó Scott, sin cambiar su expresión--. Era de noche y no había nadie --siguió contando--. Tu no me viste porque te rateaste(escapaste) del colegio esa vez, y te olvidaste de mí ¿Te crees que no me asusté, "hermanita"?
--Tú vives olvidándote de mí y no hago tanto espamento --se defendió Lila.
--Recuerdo el castigo que le puse a ambos --también recordó la madre, casi con diversión--. Fue entretenido verlos rogar por su perdón.
Los chicos no recordaban con diversión aquel castigo ¡Había sido un mes de pesadilla!
--También recuerdo el tremendo susto que tenía, entre vos que no venías, la policia que no quería tomar mi denuncia de desaparición, y Lila mintiéndo horriblemente ¡En fin! Sigamos con la cena.