Despertar

Capítulo 13:

--Ya estás bastante loco --¡Que susto! Se llevó la mano al pecho, a la vez que volteaba hacía Lila--. ¿Es posible que enloquezcas aún más? --se burló ella, cerrando la puerta de entrada, con una patada, detrás de sí--. ¿Mal día con la profesora F.V.T.?

 

Scott la miró mal.

 

--No entiendo como la puedes odiar tanto --dejó un paquete envuelto papel madera sobre la mesa--. ¡Si es un amor!

 

--¿Amor? --dijo él con seriedad--. ¡Yo soy amoroso! --se señaló a sí mismo irónico.

 

--¡Conmigo es muy buena! --rió Lila, mientras rompía el papel, dejando salir un delicioso olor a comida recién hecha--. Trae un par de platos y cubiertos, Scott.

 

--A tí te quiere, a mí me odia --abrió el aparador--. "El día que mejores en mi materia, me dará un ataque" ¡Ojalá! ¿Sabes? --dejó los platos junto a Lila, mientras ella sacaba los vasos--. "Hasta un niñito de seis años comprende lo que digo" --repetía las palabras de la profesora con un disco rayado--. "Terminarás siendo un mantenido el resto de tus días", "Blah blah blah" Es amorosa como una momia --concluyó Scott.

 

--¡Qué grosero eres! ¡Pobre mujer!

 

--Es una momia y punto --dejó los tenedores en la mesa--. Grosera como ninguna

 

Discutiendo como los hermanos que eran, terminaron de poner la mesa, y se sentaron a comer.  Almorzaron sin mucho preambulo.
 

 

--¿Te duele el golpe? --preguntó Lila, mientras lavaba los los platos.

 

--¿Mmn? --Scott levantó la vista del móvil confundido.

 

--¡El golpe de hoy, tonto! --ella se contuvo de lanzárle el vaso que tenía en la mano.

 

--Ah ese --quitó importancia él.

 

--¡Scott! ¡Grandisimo tonto!

 

Molesta le tiró lo primero que alcanzó su mano, que por suerte fue solo un trapo húmedo.

 

--¿Qué? --preguntó él, quitádose la regilla del rostro.

 

--¡Lindo susto me diste! --se limpió las manos y se sentó frente a Scott--. ¡Si mamá se entera que volvieron tus momentos...!

 

--Si mamá se entera de tu boca --dijo él con seriedad, dejando su móvil a un lado--. Tú pagaras los medicamentos, no ella, no sirven --suspiró con tristeza--. Son un gasto inutil y ella no necesita gastos inútiles.

 

--No puedes ocultarle lo que pasa ¡Es mamá! --dijo ella--. ¡Siempre se entera de lo que escondemos!

 

El chico rodó los ojos.

 

--No escondo nada --dijo distraído--. Ni siquiera sé que puedo estar escondiendo.

 

--¿Quieres que te diga?

 

--Lo resolveré yo solo --se cruzó de hombros.

 

--Terco como el abuelo --bufó Lila, dándose por vencida.

 

--Puedo decir lo mismo.

 

No dijeron nada más, ordenaron los platos y cubiertos limpios, y demás cosas de la cocina-comedor, Lila se quedó en videollamada con una amiga y Scott se encerró en su habitación, como todas las tardes.

 

Se tiró en la cama, con el libro de Química en sus manos, repasando conceptos teóricos casi a los palos.

 

¡Debía haber alguna manera de aprenderlos! Se decía él ¡Tarde o temprano aprendería!

 

Mientras leía en voz baja, su vista se fue oscureciendo, por más que frotase sus ojos, y cada tanto se levantara a mojar su rostro, estos se cerraron por completo en un rato.

 

Antes de caer en la inconsciencia, susurró para sí mismo: ¿Qué preguntas llegaran esta vez?


 




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