Loreth - Delylah, Agyry
Alicia le entregó la llave a Dreyk mientras le anunciaba que el almuerzo se servía a la hora en que el sol se encontraba en lo alto y la cena al atardecer.
— Muchas gracias por su amabilidad — respondió Loreth.
— Entonces me retiro, les dejo esta tarjeta para que, por favor, la llenen y cuando puedan me la dejan en el mostrador. Después del almuerzo vendrá otra empleada — dijo la joven mientras se marchaba y les cerraba la puerta.
Dreyk, apresuradamente, cerró las cortinas, a sabiendas de que la luz del sol podría afectar a Loreth.
Ella, sin desperdiciar un minuto más, se lanzó a la cama haciéndole señas a Dreyk para que también se recostara. Él siguió sus pasos y, como un niño, se tiró sobre el colchón.
Ambos, sin decir palabra, se quedaron observando el techo por unos minutos. Luego de un profundo suspiro, Loreth rompió el silencio preguntándole a Dreyk cuál era la otra parte del plan.
— Vamos a descansar un rato. Luego de almorzar saldré a dar una vuelta y a preguntar si hay alguna información de las Brujas Rosas Negras. Por algún lugar tuvieron que pasar cuando secuestraron a Dantryia, alguien tuvo que haber visto algo, no sé...
— No estoy tan segura Dreyk, si las brujas Rosas Negras tienen alianzas con los dragones, lo más seguro es que hayan volado con ellos hasta Ga’Til. También está la opción de que hayan usado magia para llegar hasta allí.
— A los dragones no les gusta ese tipo de magia, aunque tampoco les gusta aliarse con brujas. No creo que sean todos los dragones los que se hayan metido con esta secta, debe ser algún clan aislado. Se rumorea que los dragones del sur pueden ser perversos, pero renunciar a su naturaleza y aliarse con unas brujas malvadas, no tiene sentido.
— No te tortures con tanto pensamiento, mejor descansa y ya luego iremos a preguntar a algún lado, para mañana poder continuar nuestro camino. Quiero ir a Libben. Dicen que allí las especies conviven en paz, no será como cuando vamos a otros reinos donde tenemos que camuflarnos— dijo Loreth mientras se levantaba de la cama para acomodarse.
— Sì, igual debemos ser discretos o podrían descubrirnos, y quién sabe qué sería de Dantryia. Vamos a descansar, necesito recuperar mi energía y sé que tú también. ¿No necesitas sangre? Podemos buscar a alguien que se preste para dártela.
— No, no te preocupes. Antes de salir de Itzoz, me preparé — dijo la mujer con un poco de remordimiento, recordando aquel elixir que había robado del despacho de su padre. Sabía que allí, Dionisio, guardaba la mejor calidad de sangre y la más poderosa. Loreth no estaba de acuerdo con el método de tortura que utilizaba para tomar líquido vital de las hadas, pero sólo en ocasiones, como esas, sabía que esta sería su única aliada para darle la energía y el poder que necesitaría para continuar el camino a Ga'Til. Ella mantuvo ese secreto para sí misma, pues estaba segura de que Dreyk repudiaría aquel hecho, puesto que la sangre de hada se volvía adictiva.
Loreth, perdida en su pensamiento, observó que ya Dreyk se había dormido, ella volvió a recostarse a su lado hasta que sus ojos se volvieron pesados y después de batallar con el sueño, quedó igualmente dormida.
Dreyk - Delylah, Agyry
Ya casi era la puesta del sol y Dreyk fue el primero en despertar, habiendo descansado por un largo tiempo, era obvio que el día y el sol habían agotado a Loreth.
Desenredándose con cuidado del abrazo de ella para no despertarla y permitir que descanse un rato más, se levantó muy silenciosamente y se dirigió a la cómoda donde había un jarrón con agua fresca, se lavó la cara y luego colocó un poco de agua en un vaso para beber.
Se volvió hacia Loreth para observar que ya estaba despertando.
— Buenas noches, princesa — saludó con una sonrisa.
— ¿Tan tarde es? —Preguntó ella, estirándose remolonamente.
— Sí, ya está por oscurecer y lamentablemente, yo también me quedé dormido y no pude salir a buscar información. Creo que lo mejor será que continuemos, no quiero que perdamos tiempo.
— Sí, entiendo, no hay problema, yo estoy lista para continuar.
— Bueno, ven a lavarte la cara, y si quieres, bajamos a comer algo.
— No tengo mucha hambre, pero si vamos a viajar nuevamente con invisibilidad, prefiero que comamos algo y mantener la vitalidad — dijo Loreth mientras se refrescaba la cara con agua. — Además, entiendo que en Libben el clima es cálido y necesitaré energía para soportar el sol.
— Entonces vamos, y luego volveremos por nuestras pertenencias, no quiero levantar miradas curiosas — replicó Dreyk.
— Tienes razón, mejor salimos a la media noche, sin que nadie nos vea — contestó Loreth mientras abría la puerta para bajar a la taberna.
Una vez allí, una muchacha, igual de amable que Alicia, los saludó y les ofreció asiento. Ya el lugar estaba vacío, con excepción de unos cuantos hombres, la mayoría humanos que estaban bebiendo en el bar.
— Buenas noches — dijo la joven mientras la pareja se acomodaba en una mesa. — Ya estamos por cerrar la cocina, sólo tenemos caldo de gallina y verduras.