Dreyk - Caperu, Libben
Dreyk observó cómo Loreth se retiraba sin decir nada más. Él la habría acompañado por cortesía, pero la verdad, no quería salir de la habitación. Él sabía perfectamente que su prometida era capaz de defenderse si algún peligro la acechaba. Así que despreocupó su mente y decidió ir a descansar mientras ella salía de cacería.
Acostado en la cama, Dreyk se quedó observando el techo de aquella habitación. Se sentía muy cansado, pero no lograba conciliar el sueño. El lugar estaba en completo silencio al extremo que sentía que era el único en el planeta.
“Sin saber que más hacer, Dreyk se levantó a caminar por el cuarto, pero poniendo sus pies sobre el suelo, notó que el piso era húmedo y frío, y sintió la presencia de algo.
— ¡Hola! — Llamó el demonio, pero el sonido de su voz era extraño y el eco parecía estremecer las paredes de aquel lugar.
Comenzó a tensarse al no recibir respuesta alguna.
— ¡Hola! ¿Hay alguien allí? — Preguntó al percibir una sombra que no era la suya. — ¿Loreth? —Volvió a preguntar.
Sintió una respiración tras su espalda. Dreyk alertado se volteó rápidamente. Delante de él, aquella figura se iba haciendo cada vez más clara. La silueta de una muchacha esbelta, de mayor altura que Loreth se hacía visible. Sus cabellos largos y ondulados llegaban hasta su cintura. El demonio, confundido, restregó sus ojos para ver si estaba soñando. Aunque no le podía ver el rostro, percibió el miedo aterrador de la chica, quien dando la media vuelta salió corriendo, como huyendo de algo, y de tanto en tanto mirando hacia atrás.
La chica corría velozmente, con sus pies descalzos que chapaleaban en charcos de rastros de lluvia. Todo el lugar se transformó en un campo que olía a una extraña humedad, era un aroma que le agradaba, aunque sabía que nunca lo había sentido antes.
— ¿Quién eres? — Inquirió Dreyk corriendo detrás de ella.
La muchacha continuaba escapando, volteando de tanto en tanto. Él, por un instante, pensó que la chica se detendría al escucharlo, pero no fue así. Hizo un intento más por alcanzarla y al rosar su mano para agarrarla ella se desvaneció.”
Dreyk estaba solo, contra la pared, sujetando un velón que estaba sobre la mesa. La realidad de que había sido solo una visión lo abrumaba. Notó que la cera se derramaba sobre su mano haciéndole una leve quemadura.
Seguramente, fue la vela lo que lo hizo volver en sí. Pensó mientras observaba desaparecer la marca de su mano.
El demonio caminó lentamente, regresando a la cama y recostándose sobre ella, no podía dejar de pensar en la mujer de la visión.
***
Antú - Caperu, Libben
Antú, saciado ya, pensaba que era tarde y debería dormir, pero el sueño no llegaba, se quedó largo rato sentado allí hasta que una presencia llamó su atención.
— Loreth… — murmuró poniéndose de pie de un salto.
— Perdón, no pensé encontrarte por aquí. Perdón si interrumpo — dijo un poco temblorosa, pero sin dejar de mirarlo a los ojos.
Los ojos azules de la joven lo habían cautivado, no podía ya más evitar mirarla.
— No interrumpes. Estaba esperando que me venga el sueño nada más.
Se veía tan hermosa a la luz de la luna, su piel tersa refulgía de blancura acentuando el tentador tono rosa de sus labios carnosos. Dio unos pasos hacia ella sin darse cuenta.
Solos y sin nadie que interfiriera entre ellos, ya no podía retrasar lo inevitable, acercándose aún más, movió delicadamente su mano, deslizándola por la pequeña cintura de la joven, atrayéndola hacia sí sin esfuerzo, inclinó la cabeza buscando sus labios, sabiendo que Loreth no se negaría.
La joven cerró sus ojos en una entrega tácita que lo incitó aún más. Pasó la diestra por el cabello de la princesa, entrelazándola a la altura de su nuca, el aliento cálido de ella era una gran tentación, rozó la bella boca entreabierta con la suya propia, sintiéndola palpitar y debatiéndose dentro de sí con sus últimas fuerzas.
Se separó un poco y comenzó a retirar las manos del cuerpo de ella, que turbada abrió los ojos y lo miró sin entender.
— Me disculpo por mi atrevimiento, princesa — musitó, tratando de dar fuerza a sus palabras, evitando la mirada femenina.
— No… yo — comenzó a decir Loreth.
— Asumo toda la culpa — la interrumpió. — Mi naturaleza me precede — y continuó hablando sin permitir que ella le dijera nada. — Lo mejor sería que regrese a la posada con su prometido.
Giró sobre sí mismo, sin atreverse a mirarla, y se apartó, caminando lo más rápido que pudo, en dirección contraria a la que la joven se encontraba.
***
Loreth - Caperu, Libben
Loreth observó a Antú marcharse sin decir nada. Confusa y molesta consigo misma, pues pensaba que la atracción era por voluntad propia y no por la naturaleza del íncubo.
Salió rápidamente de la plaza y tropezó con una bonita muchacha, se veía rebosante de salud, era rubia y de mejillas sonrosadas. Se disculpó con ella antes de inducirla a un trance a través del cual la invitó hacia las afueras del pueblo.