Sathor - Portal de Libben
Hacía ya tres lunaciones que Victoria se encontraba con ellos, aunque a su llegada, Sathor llevó un mensaje al padre de la muchacha, este no había tomado ninguna acción para comunicarse con su hija.
Hoy, como tantas otras veces en los siete años que llevaba siendo guardián de Libben, regresaba desde Ghina, habiendo comerciado satisfactoriamente.
Pero algo fue diferente.
Al aparecer en la cueva donde se encontraba su hogar, en el Mundo Superior, el sello había cambiado. Desde el rubí que se hallaba en el centro, una luz sobrenatural emanaba recorriendo los surcos del dibujo, abarcando más de la mitad de la figura, como si de un reloj se tratara.
Seguramente la magia que lo formara, se había activado por la presencia de Victoria, quien sería la que abriría este sello. Igualmente, lo iba a comentar con Llilh, ella sabría de qué se trataba esto.
***
Antú - Vintown, Libben
Antú caminó por el sendero principal de Vintown hacia el norte, unos doscientos pasos desde la posada. Llegó a la plaza central, donde los puestos ya estaban emplazados y la gente comenzaba a llegar a comprar.
Antes de dirigirse al puesto de la bruja, a la cual ya había divisado de espaldas ordenando sus artilugios, se detuvo a comprar fruta. El hombre que lo atendió, lo trató distante, era algo a lo que estaba acostumbrado, así que no le preocupó, pagó por unas frutas naranja rojizas, de piel lisa, que no sabía lo que eran, pero se veían apetitosas. Al morder una de ellas, no se decepcionó en absoluto, la carne era tierna y un jugo dulce se derramó en su boca casi desbordándola, aún no la terminaba cuando llegó a la pequeña librería de Lina. Ella lo recibió con una sonrisa.
— Hola, bienvenido otra vez — le dijo amablemente.
— Gracias — respondió dejando de lado un momento la fruta.
— ¿Qué tal el viaje? — La mujer seguía moviéndose, acomodando cosas mientras le hablaba.
— Bien… me preguntaba… — habló dubitativo. — Me preguntaba si tendrías algún elixir para una vampira que se encuentra débil…
La bruja se detuvo y lo miró escrutadoramente.
— Agua de pler — dijo simplemente. — Pero puedo tener algo para ella en el campamento si deseas llevarla en la noche, ¿es tu amiga? — Preguntó. — Es decir, ¿consideras que es confiable?
— Sí — contestó sin dudar. — Ella y su novio buscan a alguien, la verdad es que pensaba llevarlos para ver si los podías ayudar.
— Bueno, en ese caso, los esperaremos — respondió despreocupada.
— Y… ¿Mi talismán? — Indagó tratando de parecer igual de despreocupado que ella.
— Está listo, te lo daré en la noche también, porque no lo he traído — contestó.
— Bueno, hasta la noche, entonces — se despidió y regresó a la taberna.
Allí, al entrar, vio a la muchacha aquella de cabellos rojos, la cual se le acercó de inmediato ofreciéndole una habitación.
Al no ver a Loreth y a Dreyk por ningún lado, imaginó que ya tenían ellos también un cuarto.
— Gracias — respondió a la muchacha mirándola con dulzura. — ¿Podrías decirme si una pareja vino pidiendo un cuarto?
— Sí, ya han subido — respondió Merina extendiendo su mano para tocarlo en el pecho, él puso su mano sobre la de ella y la tomó apartándola con delicadeza.
— ¿Me guías hacia ellos?
— Claro — la muchacha avanzó escaleras arriba, llevándolo de la mano, volteándose constantemente, sin dejar de lanzarle sonrisitas enamoradas.
Caminaron hasta el fondo del pasillo donde ella le indicó que era la habitación. Tocó a la puerta con la muchacha pegada a la espalda. Afortunadamente, lo atendió Dreyk.
— Antú — lo observó sin poder evitar sonreír al ver detrás de él a la tabernera.
— Dreyk — le dijo intentando verse serio. — La bruja nos ha invitado a cenar, dice que puede ayudarlos y también preparará un elixir para Loreth, si te parece los buscaré a la caída del sol.
— Claro — respondió Dreyk.
Se saludaron con un movimiento de cabeza y Antú volvió su atención a la muchacha que lo llevaba hacia una habitación contigua.
— No puedes quedarte ahora conmigo — intentó disuadirla. — Es un poco temprano.
Ya los brazos de la pelirroja se enlazaban en su cuello, se sentía malvado al rechazar sus atenciones, pero sin poder negarlo ya más, se daba cuenta de que estaba enamorado de Loreth y esto le impedía estar con otra mujer.
Cuando los labios de ella tocaban los suyos, la apartó tomándola por los hombros y en ese instante un grito resonó en todo el lugar.
— ¡Merina! — Era la misma mujer mayor que la había regañado la vez anterior.
— Te llaman, nos vemos en la noche — por fin logró cerrar la puerta con la muchacha fuera.
***
Dreyk - Vintown
En la habitación de la taberna de Vintown donde el íncubo los había dejado, Dreyk esta vez no se sentía cansado, más bien tenía curiosidad de conocer el pueblo y la gente que habitaba allí. Permitió que Loreth se recostara, sabiendo lo mucho que necesitaba descansar, y se sentó en la cama junto a ella, tomando su mano.