Despertar del Destino

Capítulo 20

Lina - Al sur de Vintown

Era la mañana, luego de que se quedara sola, Lina comenzó a recoger los elementos necesarios para el ritual que haría sobre la capa de Loreth, mientras esperaba la llegada de la vampira.

La noche anterior había sido de muchas revelaciones, sin duda el tiempo de la profecía estaba cerca, tal cual lo habían visto en los astros, y como anunciaran los espíritus naturales.

— Lina, buenos días — oyó la voz de la joven anunciando su llegada fuera del carro.

Tomando sus cosas, salió a su encuentro.

— Buenos días, Loreth, ¿has descansado bien?

— Si, gracias, irónicamente he descansado más durante la noche, que es cuando estoy más despierta, que en el día — dijo. — ¿Tú qué tal amaneciste?

La muchacha era muy bella, el color de su cabello y sus ojos le hacían recordar a su padre, además tenía cierta actitud de cruda sinceridad por la que daba seguridad estar junto a ella.

— Muy bien, y hablando de descanso — extendió la mano y le ofreció una pequeña redoma llena de un líquido rojo, — es el elixir que Antú me pidió para ti, anoche en tanta conversación olvidé dártelo.

— ¿Antú, pidió esto para mí? — Dijo asombrada. — ¿Qué es exactamente? — Preguntó con curiosidad.

— Es para que recuperes tus fuerzas más rápido que si bebieras de algún ser y tu hambre tardará bastante en presentarse — explicó. — Ahora... ¿Te gustaría ayudarme a hechizar tu capa?

— Sí, claro me gustaría — aseveró. — ¿Y ya Antú se fue a Ghina con tu esposo? — Inquirió tratando de ocultar sus emociones.

Lina sonrió con picardía.

— Sí, salieron muy temprano. Ven — la guio por detrás del carromato hacia el bosque.

— Entonces me tocará agradecerle otro día — respondió mientras seguía a Lina.

Se internaron en el tupido bosque y caminaron unos minutos hasta llegar a la cueva en la que se introdujeron.

— ¿Qué lugar es este? — Habló Loreth cuando terminaban de cruzar el oscuro túnel.

— El portal de Libben — comunicó la bruja sin volverse ni dejar de caminar, mientras andaban por el puente de piedra.

— Oh, el portal de Itzoz es también una cueva, pero de hielo, lo visité de pequeña, ya que mis abuelos son los guardianes.

— Te lo quería preguntar cuando dijiste que eras hija de Dionisio. ¿Eres nieta de Abidón y Zephora? — Lina se detuvo antes de bajar las escaleras. Al saber esto entendía por qué su aspecto le recordó a su padre, puesto que Abidón y Karonte eran muy parecidos.

— Sí, ¿los conoces? — Preguntó la vampira intrigada.

— Claro, todos los guardianes nos conocemos — explicó, retomando el camino. Recordando los sucesos referidos a la madre de Loreth prefirió cambiar de tema. — Ya tengo todos los materiales, debo buscar el libro con las invocaciones, son algo difíciles de recordar… — murmuró estas palabras más para sí que para la chica, pisando ya los últimos escalones que terminaban al costado de la biblioteca, donde la guio.

— Que bueno que tengas todo…

— Y dime, ¿tú y Dreyk están comprometidos de pequeños? — Indagó sin dejar de rebuscar entre algunos códices antiguos que había puesto sobre la mesa.

— Algo así. Éramos bebés cuando nuestros padres hicieron un contrato, pero apenas una lunación atrás nos comprometimos formalmente. La ceremonia fue la misma noche en la que secuestraron a Dantryia.

— Aquí está, salgamos — dijo llevando el libro abierto y entregándoselo a la muchacha una vez que estuvieron fuera. — ¿Y ustedes están enamorados?

Lina colocó en el piso de la cueva los elementos que utilizaría y comenzó a trazar un gran círculo con su vara, bajo el orificio más grande de la parte superior de la caverna, por donde entraba la luz, mientras esperaba la respuesta de la vampira que se había quedado pensativa.

— ¿Qué te puedo decir? — Expresó mientras se sentaba en la plataforma en la que estaba asentada la biblioteca. — Siempre pensé que estaba enamorada de Dreyk, desde que lo vi por primera vez por la ventana de mi cuarto cuando entrenaba en la arena, éramos muy pequeños. Siempre tuve dudas de sus sentimientos por mí, me trataba como una chiquilla más o como a su hermana Dantryia. Tenemos una costumbre entre los demonios, la noche de la ceremonia de compromiso, intercambiamos la piedra del amor, la piedra está cargada con los sentimientos de cada uno y esa noche conocemos lo que el otro siente y luego de saber la verdad queda en nosotros si queremos continuar o no con el compromiso. Yo estaba dispuesta a seguir, sin importar los sentimientos de Dreyk, pero su piedra me dijo lo contrario a lo que tanto temía, jamás imaginé el amor puro que él sentía por mí. Nunca fue apasionado, ni me mira con ojos de deseo, no obstante, la piedra me dijo lo contrario, así que sellamos el compromiso. Hasta hoy nada había cambiado en cuanto a Dreyk, pero si en mí, y ya no estoy segura de amarlo como pensaba. Además, puedo notar el interés de Dreyk por tu aprendiz.

— Y tú por Antú — acotó sonriendo mientras tomaba delicadamente el libro de manos de Loreth para empezar a escribir los símbolos.

— ¿Es tan obvio? — Confesó sonriendo tímidamente. — Yo sé que él y Dreyk piensan que me siento atraída por su naturaleza. Pero mis sentimientos no cambiaron cuando se puso el amuleto.




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