Despertar del Destino

Capítulo 21

Victoria - Al sur de Vintown

Victoria se había despertado muy temprano para ir a la plaza. Le tocaría estar sola, así que decidió ir acompañada de su caballo Canela. Cabalgó hasta el centro del pueblo, dejando a Canela amarrado a un árbol aledaño al puesto.

La chica caminó hasta la pequeña librería, saludando a los pocos que ya habían llegado.

Viendo al panadero, se acercó hasta él sin dejarlo acomodar sus cosas. El hombre le recordaba de alguna manera a su papá, aunque no físicamente, ya que el vendedor era de piel clara tenía ojos redondos y color miel, alto y barrigudo, sus mejillas redondas y rosadas de nariz puntiaguda no tenían nada que ver con el aspecto de su padre, pero era su forma de hablarle y su atención, que daba la impresión de ser un hombre noble y de familia.

— Buenos días, señorita Victoria — saludó entusiasmado el panadero, mientras se colocaba su delantal.

— Buenos días, señor Kalo, ¿será que me da un pan de sésamo como siempre? — Preguntó Victoria, muy sonriente.

— Hoy he hecho algo especial y está calientito, le va a gustar — replicó Kalo mientras sacaba la pieza de pan y lo colocaba en una servilleta. — Aquí está, pruébelo, es de yuca y con queso seco de cabra.

Victoria tomó el pedazo de pan y lo olió cerrando sus ojos. El aroma le provocó una sonrisa y se acordó de la cocinera de su casa en Cariad.

— Huele delicioso — dijo Victoria mientras extendía su otra mano con una moneda para pagarle.

— No te aceptaré hoy la moneda, es usted una de mis clientas favoritas — decía mientras tomaba una taza y un termo y le sirvió un chocolate caliente. — Tenga para que baje el pan — continuó el panadero.

— Muchas gracias, señor Kalo, está divino el pan. Le traigo al rato la taza, tengo que ir a abrir el puesto.

— Vaya con cuidado, muchacha.

— Que tenga buen día, señor Kalo.

Victoria siguió hasta el puesto, sacando la llave de su bolso y abrió el candado y velozmente comenzó a acomodar las cosas como veía que Lina siempre hacía.

Por un momento, quedo parada mirando hacia el sur del camino principal, podía ver la taberna donde se hospedaba Dreyk, antes de llegar al río. “Si tan sólo no estuviera comprometido”, pensó, pero rápidamente sacudió ese pensamiento porque sabía que sería únicamente una ilusión, tomó un libro para distraerse y comenzó a leer mientras el pueblo iba cargándose de más personas a medida que aclaraba la mañana.

Estando en el puesto de Lina, Victoria no podía concentrarse en la lectura. Se levantó de la silla y colocó el libro nuevamente en su anaquel. Comenzó a buscar otro que tal vez pudiera interesarle más, o al menos que la alejara de sus pensamientos.

— Buenos días — escuchó Victoria dos voces casi al unísono. Parándose rígida, volteó para ver que Dreyk y Loreth estaban frente a ella.

— Buenos días — les respondió. — ¿Cómo están?

— Bien, gracias — siendo Dreyk el primero en responder, la observaba detenidamente con su mirada profunda.

— Bien — continuó Loreth.

— ¿Qué les trae por aquí? ¿Hay algo con lo que pueda ayudar? — Preguntó amablemente.

— No — dijo Loreth sin dudar. — Por lo menos a mí no, sólo vine hasta aquí para saludarte — sonrió. — Dreyk tal vez sí necesite ayuda.

Carraspeando ante el tono jocoso de la vampira, Dreyk parecía estar buscando las palabras que decir.

— Solamente quería ver si me permitías leer algunos libros, algo relacionado con los dragones — dijo tímidamente.

Sin permitir que contestara, Loreth interrumpió:

— Yo los dejo, iré donde Lina a continuar lo de mi capa. Que tengas buen día, Victoria. Te veo luego, Dreyk — concluyó mientras se marchaba.

Victoria y Dreyk guardaron silencio por un momento, siguiendo con la mirada a Loreth hasta que esta desapareció habiendo cruzado el puente. Victoria fue la primera en girar a mirarlo, se dio cuenta de que él también la miraba, pero de reojo, entonces volteó su rostro para verla de frente y ambos quedaron perdidos en el tiempo mirándose el uno al otro.

Victoria nerviosa se volvió hacia el estante de libros.

— Por aquí debe de haber algo de dragones — dijo para romper el hielo. — Lina tiene libros que nunca hubieras imaginado que existen. Tal vez hay algo por aquí — decía mientras tocaba libros al azar, sin leer realmente lo que buscaba.

Dreyk se acercó despacio por su espalda.

— Yo te puedo ayudar a buscar si me lo permites — Victoria se negaba a mirarlo a los ojos porque sabía que volvería a perderse en ellos.

— A… Aquí están los libros y hay otros sobre aquella pila — señalando a una mesa cerca del mostrador de los amuletos, — puedes leer si encuentras alguno que te interese, no creo que Lina se moleste.

— Ah. No te preocupes, te lo puedo pagar, si es eso — replicó Dreyk.

— No, no es necesario... no es eso — respondió Victoria, algo nerviosa, cuando estaba cerca de él no podía pensar con claridad.

Dreyk tomando un libro mencionó que ese parecía hablar de dragones.




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