CAPÍTULO 22
Lina - Al sur de Vintown
Al oír los primeros cantos de los pájaros, Lina ya estaba preparada para comenzar su rutina diaria. Ya hacía varias noches que trabajaba en el ritual de descubrimiento, para hallar a Dantryia, y las imágenes que había visto la última noche, volvían a su mente de manera recurrente.
Salió de su carro pensando en ir a despertar a Victoria, pero la encontró ya fuera, muy despierta, regando las plantas. No debería haberse sorprendido, ya que la joven no dormía mucho desde la partida de Dreyk, por quien había comenzado a profesar un amor incipiente.
— Buenos días, Vicky. ¿Cómo estás? ¿Has podido descansar bien? — Preguntó con una sonrisa.
— Buenos días, Lina — respondió Victoria con un tono de voz algo apagada. — Allí, más o menos, casi nada. Siempre con la misma pesadilla — explicaba. — Pero últimamente es prácticamente a diario. ¿Ya estás lista? Me levanté temprano a regar las plantas porque noté que el tiempo se está poniendo un poco seco.
— Sí, en esta época, llueve poco — respondió observándola atentamente. — Si quieres puedo prepararte algo para dormir sin pesadillas en la noche.
— ¿Eso es posible? — Inquirió dudosa. — Me pregunto que habrá sido de ese señor o mejor dicho vampiro, y tampoco he dejado de pensar en mi mamá.
— Lo entiendo — tomó su canasta que el día anterior había dejado lista sobre la mesita al costado del carromato. — Si deseas puedo darte el elixir del sueño profundo, pero sabes, creo que tu pesadilla significa algo, sería bueno buscar un intérprete o soñante que te lo pueda descifrar, eso sí gustas, claro.
— ¿Se puede hacer eso? ¿Conoces a alguien de confianza? Es que no quisiera que nadie sepa quién o que soy.
— Sí, conozco a alguien, pero está en Ghina — dijo mientras emprendían la marcha. — Deberías bajar allí con Sathor.
— ¿A Ghina? ¿Estás hablando en serio? — Preguntó muy sorprendida siguiéndola en el camino.
— Sí, hablo en serio — afirmó volteando a verla mientras caminaban juntas hacia el río. — Verás, aunque la oniromancia la estudiamos todas las brujas, ser soñante no es algo muy común, son muy pocas las que se dedican a ello, y muchas menos las que son buenas en tal disciplina, por eso solo puedo recomendarte a Yelena.
— Entiendo, solo que no me lo creo que tenga posibilidad de ir a Ghina — dijo sonriente.
— ¿Y por qué no?
— Nunca pasó por mi mente. Es como algo imposible. Hay tantos mitos sobre Ghina… Pero me encantaría ir y más si alguien allí puede ayudarme.
Lina sonrió con complicidad.
— Recuerdo que de niña, mi sueño era bajar a Ghina. Papá siempre hablaba de su mundo intraterreno, y cuando por fin bajé, tenía diecinueve años, y ese mismo día conocí a mi esposo, sin saber que nos casaríamos — continuó hablando denotando ternura en su voz al recordar el evento. — Yo creo que Ghina es el lugar más mágico que existe, y si deseas ir, nosotros te ayudaremos, estoy segura de que allí encontrarás respuestas.
— Claro, me encantaría. Gracias, Lina. Deseo poder descifrar todo ese misterio y esas pesadillas. Ya estoy cansada física y mentalmente, me pregunto si ese hombre tuvo que ver con la muerte de mamá — decía volviendo a su tono de tristeza.
— Bueno, si esa información está en tu sueño recurrente, Yelena podrá decírtelo, no hay nadie mejor que ella para esto. A mí misma me ayudó mucho luego de mi peregrinación — respondió entusiasta.
— Yelena ya me cae bien.
Caminaron sin decir más hasta el puesto. Fue un día de mucho trabajo. Se acercaba Colhir, el inicio de las cosechas, así que había un ambiente de algarabía en el pueblo, por lo que el mercado estaba lleno y la gente siempre compraba más en estas fechas.
***
Anhidra - Vintown, Libben
En Vintown, Anhidra, estuvo varios días vigilando a los itzozis. Ellos partieron al sur, hacia donde debería haberlos seguido, pero recibió la orden de mantenerse en el lugar.
No entendía por qué, pero no era propio de una buena adepta cuestionar las órdenes de sus superiores; así que se instaló en el pueblo a continuar vigilando a las personas con las que los demonios de la sombra habían trabado amistad.
Vintown era bello, y la verdad disfrutaba poder quedarse allí. Además, en Libben no necesitaba disfrazarse de humana y sus habitantes eran muy amables, como aquellos a quienes espiaba: tres humanos, la bruja Lina y su esposo Sathor, y una joven que vivía con ellos, llamada Victoria. También un íncubo, Antú.
Había aprendido que para los humanos era muy difícil acceder a los misterios, pero esta tal Lina, era una conocida bruja del lugar, muy respetada por los vintunenses y aun gentes de otras localidades venían a consultarla o comprar sus pociones. Al acercarse a ella, una vez, pudo sentir una energía muy cálida a su alrededor, le parecía increible que fuera humana, quienes eran el mal del mundo.
En cuanto a la muchacha, Victoria, se veía de lo más normal, a excepción de sus ojos, que se le hacían similares a los de alguien, pero aún no podía recordar a quien. Días antes había tenido la oportunidad de hablar con ella: Era una chica bastante amable y se notaba instruida, saludaba a todos en el pueblo, quienes le respondían siempre sonrientes, era obvio que les agradaba. Al verla alejarse del puesto la abordo: