Despierta -Bts & tú-

Parte 2

Desperté por el sonido de la alarma, casi imperceptible, había tapado de nuevo el pequeño reloj de sonido estruendoso con las cobijas, no quería, de verdad que no quería: seis en punto de la mañana, no es tan temprano pero no quería, quería llorar de frustración, pero sabía que no llegaría a nada con eso, si solo yo veo mi berrinche, sabía que incluso los chicos del edificio se levantaban más temprano que yo. Así que me tire al suelo y... ¡Rayos! Está más que frio el suelo. Me levante con el puchero en mis labios y suspirando, me proclamo «la Reyna de los suspiros». Me vestí un poco decente aun sabiendo de por medio que tendría la pequeña gabardina color verde seco, del uniforme de intendencia, cepille mis cabellos para hacer un chongo acostumbrado y dejar el trozo de cabello que se hace llamar «fleco».

Me puse el abrigo grande de la noche anterior, que me llegaba hasta las rodillas y me llevé una de las barras integrales que me dio el chico de gran sonrisa, comí una antes de salir de mi cuartucho. Cruce corriendo la calle aun sabiendo que a esta hora casi no pasan carros, llegando así exactamente a las siete, crucé la enorme puerta, inclinándome un poco en forma de reverencia al guardia de seguridad y este hizo lo mismo con una sonrisa que no le daba ni a los que trabajaban como trainees en este lugar, pasé rápidamente y comencé mis labores en los estudios de grabación, sacudiendo el polvo y tratando de no encender nada por accidente.

Terminé de trapear los salones de ensayo y me desplomé justo en este. Terminando exactamente la mitad del edificio justo a las tres y media, nada mal para una sola persona, «nada mal Jin» ... Los chicos entraron y me levanté rápidamente del suelo, sí, los chicos que viven en el mismo edificio que yo, tomé mi cubeta con agua y salí rápidamente, no sin antes inclinarme levemente antes de salir.

—Espera. —Me di media vuelta, buscando al causante de la voz.

Todos me miraron raro, menos el causante de mi llamado, de nuevo su sonrisa estaba en su despejado rostro.

—¿No te quedas a vernos? —pregunto.

Negué repetidas veces con la cabeza, el chico ladeo su cabeza sin entender mi respuesta.

—¿Por qué? —insistió.

Levante mi cubeta con agua y mi trapeador, él soltó un grande «¡Ahhh!» y asintió con su sonrisa.

—Claro, lo siento, mucho trabajo —dijo, asentí y procedí a retirarme encontrándome en seguida con el encargado de todos ellos.

—HyeJin —me llamo, hice una reverencia que el correspondió.

—¿Has terminado ya? —hice un «más o menos» con mi mano y un leve fruncido de labios

—¿Pero ya casi acabas? —repitió, a lo que asentí rápidamente, solo me faltaban cuatro salones y lo demás era para el personal de la tarde.

—Acompáñame entonces, ¿Cuántos años tienes 13 o 14? —pregunto, negué levemente sin darle la información correcta.

—Quítate ese feo uniforme y deja esas cosas ahí.

Esperó a que me quitara la gabardina de color verde seco y me llevo por los hombros hasta dentro del salón de ensayo, los chicos inmediatamente le dirigieron la mirada al encargado y después a mí.

—Después de todo si te quedas —asentí, «Si Sonrisitas», me quedo.

El encargado me llevo a una silla cercana, frente a ellos, pero lo suficientemente lejos para observarlos bien a todos, bueno, casi a todos. Son seis filas de diez u ocho chicos aproximadamente, la música comenzó, era muy rara o más bien diferente a lo que yo alguna vez en mi vida había escuchado, «Sonrisitas» comenzó a bailar en medio y noté su mirada y su ahora más llamativa sonrisa, incluso estaba cambiada, era como si mi presencia no fuera relevante, tenía la vista fija en algún punto de frente a donde estaba, pero no me miraba, más bien, yo admiraba su absoluta concentración en lo que estaba haciendo, en la concentración que todos tenían ahí, porque sabían a lo que iban y por las razones por las que estaban ahí.

—Si te has dado cuenta, son en total 58 —habló el encargado.

—Hay 21 chicas que aspiran quedar en un grupo de solo 5 integrantes y 37 hombres que aspiran a quedar en grupo de solo 5, 7 o 12 miembros.

«¿Y que se supone que debería sentir ante esa información?» pensé

—Eso solo son los de esta sala de ensayo, ¿te imaginas a los otros dos?, se dedican dos años a una banda en la que posiblemente no salgan y tienen que tener una determinada edad para la cual entonces llegan más chicos y mucho más jóvenes —negó, con una expresión triste pero que sencillamente no creía.

—¿Qué dices, quieres entrar al mundo de la farándula?

En definitiva, negué, pero debo admitir que me sorprendía la coordinación de todos, la rapidez y la facilidad con la que se veía, pero aun así sabía que no podría hacerlo si me paraba a un lado de ellos.

—¿Por qué no? —pregunto el encargado, yo solo me limite a negar con la cabeza por enésima vez.

—Uno de los lemas de esta empresa es que «El talento se puede enseñar», ¿qué te detiene?

No quise mirarlo, seguí observando a los aprendices, aun así, señalé mi cara

—Pensé que no lo sabrías —dijo.

«¿Cómo no saberlo cuando es lo único que se pasan murmurando las chicas?», pensé.

—¿Eres completamente coreana? —preguntó, asentí.

Yo lo sabía, pero no podría demostrarlo.

Había escuchado todos esos comentarios cuando llegue a Seúl, en julio la mayoría de los que estaban aquí era porque buscaban el sueño de la farándula, yo solo llegue porque no me dio para más el dinero, este fue el tercer trabajo que tuve y hasta la fecha no me han corrido. Cada que me veían decían lo mismo, que yo no podría entrar por mi apariencia americana, pero realmente yo nunca me quise meter a eso y al final termine sin ponerles mucha atención, conforme pasaba el tiempo dejaba de verlos por sus agotadores horarios, las chicas y chicos se levantaban temprano para ir a la escuela y luego cuando llegaban, inmediatamente se iban a ensayar y no los veía hasta las ocho de la noche o incluso a veces los escuchaba subir las escaleras a la una o tres de la mañana, yo no quería eso para mí porque sencillamente no me llamaba la atención, no entendía la razón de querer salir en televisión nacional, tal vez era porque no me gustaba que me miraran o porque yo no me detenía a ver programas, ni siquiera tenía una televisión para empezar.




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