Mis manos parecían hielos con movimiento porque realmente no los sentía, aun así, creo que me facilitaba el trabajo de trapear, el día anterior me había irritado la piel de los dedos, al parecer me pase de cloro.
Sacudí mi cabeza para seguir con mi trabajo, aun eran las tres de la tarde y si no me daba prisa, estaba segura de que saldría con los trainees y siendo sincera, últimamente no me gustaba nada toparlos, me sentía muy incompetente a lado de ellos. Me sacudí de frio y...
—Con permiso —dijeron.
Me incline rápidamente ante los chicos, los cuales me dio flojera contar, pero eran aproximadamente veinte, hice mi acostumbrada reverencia y me quite de la puerta.
Mire unos cuantos segundos la puerta para después seguir con mi trabajo, realmente no hay mucho que contar, en este tiempo seguía siendo lo mismo día a día, a veces solo recordaba las cosas más memorables como el día de hoy. Me decidí a escuchar atenta en la puerta; era una tonada y palabras duras e hirientes, hablaban muy rápido y era algo que llamaba particularmente mi atención, los demás días los contaba como uno solo; era siempre lo mismo, tanto que parecía que desde que llegue aquí, solo había pasado un día, cuando realmente eran meses y lo único memorable fue cuando me dieron el empleo y mi cuarto el recibir mi primer salario y cuando «Sonrisitas» me saludo por primera vez. Este contaba como mi tercer o tal vez cuarto día, solo las cosas memorables son las que cuento como días, la segunda vez seria cuando me quedé a mirar sus ensayos y es porque descubrí algo realmente nuevo en el mundo, tal vez para ellos era completamente normal... O tal vez no, porque veía cuanto se esforzaban para hablar más rápido, más fluido y más rudo. Mire por la ventanilla un poco más, ¿era una competencia? Tal vez, el ruido no era tan fuerte así que mi opción era escuchar o mirar y obviamente me fui por escuchar, ¿era algo libre o improvisado?, ¿tal vez... memorizado? Me sorprende que hallan memorizado algo así de largo, hacen que me pregunte cuanto tiempo se quedaron despiertos aprendiéndolo, de seguro más que yo, porque entre la escuela, las tareas y esto, no entiendo que tan organizados deben de estar. Si ese día termine tarde mis quehaceres y casi termine al mismo tiempo que los trainees, por suerte mi encargado no se dio cuenta.
La otra semana espié a los chicos con voz de ángel, algunos alcanzaban notas muy altas, otros tenían la voz muy gruesa, otros no alcanzaban las notas requeridas, algunos iban a términos medios, otros forzaban mucho su voz, el lema de la compañía era que: «El talento se puede enseñar», así que, las palabras duras no faltaron, pero seguían en el mismo plano. Al siguiente día, dijeron que si no mejoraban solo se quedarían con los que muestren más progreso y a los otros se les colocaría en otra área.
Lo mismo fue para las chicas, eran menos, siempre eran menos chicas que chicos, creo que por eso se concentraban más en los chicos. Las voces de las chicas eran mucho más agudas y chillonas, me di cuenta que lo hacían a propósito, era porque así lo pedía su encargada, para algunas era muy fácil, otras terminaban en las voces gruesas y otras desentonaban. No me quede mucho tiempo, escuche su calentamiento vocal y luego fui a terminar mis deberes, regrese diez minutos antes de que su entrenadora saliera, las escuche ensayar un poco más, mire un poco cuando la segunda encargada menciono a las cuatro mejores. Una chica de cabello negro sonrió, agradeciendo el primer reconocimiento y la segunda era castaña, me parece que salto de felicidad, suspire, tratando de entender su felicidad, pero creo que, aun imaginándome en su lugar, no entendería que es esa felicidad que experimentan.
—¡Muero de hambre! —chilló la castaña.
—¿No estabas a dieta? —menciono la de cabello negro, retocando su peinado en el espejo.
—Esas cosas no son para mí —dijo la castaña, haciendo un puchero.
—No sé porque Unnie me pone hacerlas, es decir, hacemos ejercicio diario, con eso basta, ¿no?
La chica de cabello negro rio para después mirarla mal
—Aquí nada basta— dijo.
No me di cuenta cuando la castaña abrió la puerta, me tensé completamente y luego hice una reverencia rápida, para después tratar de huir.
—Espera —dijo la castaña.
Trate de no hacerle caso, pero me tomo del brazo.
—¿Eres la chica que vive frente a las escaleras? —asentí.
—¿La del aseo? —volví a afirmar, con más temor cuando me miro maliciosamente.
—Estabas espiando —confirmo, pero yo negué rápidamente —. ¿A quién tratas de engañar pillín? ¡Te vi! —respire y saque el aire pesadamente.
—Debería... ¿decir al encargado de esto? —Negué rápidamente —¿Cómo te llamas?... ¿debería o no...?
—Jeong Won ...
—Bien Won, estas en un grave aprieto —dijo, «demonios», pensé.
—No, por favor —dije preocupada
—Solo bromeaba, tranquila — dijo riendo.
Tuve ganas de patearla, no sé porque, pero no lo demostré, sin embargo, suspiré aliviada, en lo que ella colocaba un dedo en sus labios y desvariaba
—Si lo traes aquí Unnie se dará cuenta, así que... —Me tomo de las manos aun con los guantes mojados por el agua que acababa de trapear, me aparte rápidamente porque su ropa se veía muy costosa, pero ella volvió a tomarme.
—Jeong Won, necesito un gran favor —dijo.
—Es agua sucia —aclare.
—Concéntrate en lo que te digo... —dijo de forma seria.
—Tiene cloro — advertí. Me soltó al instante dando una risilla.
—Lo siento, soy algo distraída a veces —«¿A veces?» pensé
— Como sea, vives en la parte de abajo de los edificios, ¿no es así? —asentí —. Yo necesito que...
La chica de cabello negro salió de su estudio mirándome a mí y su compañera con cara de pocos amigos.
—Voy a tomar un poco de aire, no hagas cosas imprudentes Kang... —dijo.
—Tranquila Unnie —dijo despreocupada, una vez desapareció por el pasillo —. Ve a la tienda que está a unos cuantos edificios y cómprame dos paquetes de lo que sea, pastelillos, ¡yo que sé!, pero algo que sea muy rico, panques, no lo sé.
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Editado: 14.06.2023