Despierta Hermanita

La Conductora No Elegida

 

Anna entreabrió los ojos y ahí estaba Hannah, babeando. Literalmente.

Se sentía confundida. Hacía unos segundos estaba con Dimitri. Frente al espejo. ‘¿Cómo es que llegué a mi cama?’ se preguntaba. Volvió a cerrar los ojos e hizo un esfuerzo sobrehumano por visualizar algo de lo que había vivido la noche anterior pero era incapaz siquiera de recordar en qué lado de la cama estaba su almohada favorita. Por más que intentó devolver el tiempo en la tierra de los sueños, no pudo. Aún así  abrió uno de sus ojos para espiar a su alrededor a la espera de encontrarse con la mirada fulminante de Dimitri. 

Miró en todas direcciones y sus ojos se enfocaron automáticamente en Hannah.

Su amiga dormía como un lirón ¿Cómo podía dormir tanto? ¿Acaso no le preocupaba que el mundo estuviera al borde de una crisis económica y social? 

Intentó incorporarse pero un terrible dolor le atravesaba el vientre, las caderas y las piernas. Era un dolor más fuerte que el que había sentido después de hacer una rutina de Cindy Crawford con Ángela cuando estaba obsesionada con lograr entrar en un vestido talla 2 para ir a un reencuentro de su preparatoria.

Hannah comenzó a mostrar señales de vida sin dejar al descubierto sus ojos avellana y de pronto ya no estaba sumergida en un plácido sueñoo sino que, con los ojos aún cerrados, relataba unna pesadilla que tuvo con Michael Redgrave siendo devorado por delfines o algo así.

Anna no podía concentrarse. El retorcido sueño de Hannah no podía traerla de regreso a su sosa realidad.

-Luces fatal. Hoy podrías competir con Courtney Love por el premio a la más desaliñada.- la miró Hannah de reojo cuando percibió que no estaba siendo escuchada.

-No me siento bien Banana. - Estiró la punta de sus pies.-  Creo que la chillatta y las peras hicieron estragos en mi metabolismo.- se excusó.

-Oye tú y yo hablamos de algo anoche y a partir de las novecientas horas empieza el plan quiero-deshacerme-de-mi-himen.- Miró el reloj de pared.- Son las ocho y cuarenta.- Hannah llegó de una zancada al baño y le trajo un vaso de agua a Anna.

- Ten misericordia loca.- Se quejó- Me duele todo de la cintura para abajo.- Ahuecó la almohada- Un vaso de agua cuando tenemos una despensa con cosas deliciosas cargadas de carbohidratos es una ofensa señorita Cummins.- agregó antes de que Hannah la indagara sobre su dolor.

Anna nunca rechazaba un vaso de agua y Hannah la ayudó a incorporarse. Le sugirió un baño tibio.

Evitó vacilar y se dirigió a tomar un baño tibio que la dejara libre de todo pecado. Amén.

Tal era la confianza de las amigas que mientras Anna se preparaba para lavar sus probablemente mancilladas curvas, Hannah escogía la ropa en el closet mientras parloteaba.

En el baño ya desnuda era oportuno revisar su cuerpo en busca de señales que confirmaran lo que dudaba hubiera sido real. Su boca estaba levemente hinchada como si hubiera pasado mucho tiempo bajo el sol de Florida, sus muñecas no tenían señales de mordidas, sus piernas y trasero no mostraban signos de haber sido magullados. Exhaló por el alivio de ver que su cuerpo seguía siendo el mismo  y que los mitos populares de que uno cambia cuando ya no es virgen eran falsos. '‘Nadie va a sospechar’', se dijo a ella misma confiada en que los demás vieran lo que el espejo mostraba mas no lo que guardaba en su interior. 

Abrió el grifo hasta que comenzó a salir agua perfectamente tibia para lavar sus dudas. Esperó a que el agua estuviera a tempratura y con su pie izquierdo testeó la temperatura. Luego el derecho.

Ahora el agua reconfortante la cubría de la cabeza a los pies.

Disfrutó de un tibio baño que relajó sus tensos músculos. Se sentía liviana.

Una punzada calcinante perforó la parte superior de su cráneo. Era hora de dejarse llevar. Respiró profundo y cedió a la fuerza de la gravedad que la hundió totalmente en un cuerpo de agua. Su cuerpo se movía como un péndulo. El movimiento iba acelerándose y sintió que unas manos que rodeaban su vientre la arrastraban a las profundidades de su psique.

''Abre los ojos'' Dijo una nítida voz de barítono.

Obedeció.

Abrió los ojos y estaba una vez más en ese mundo surreal. En esta ocasión no estaba sola. Se hallaba en un cuarto de tres por tres metros cubierto de paredes aconchadas. Todo en escala de grises ''Naceremos de nuevo malditos bastardos. Volveremos hasta verlos arder''.  Decía un niño de unos doce años cuyos ojos azules irradiaban ira y dolor. Una pequeña trigueña de unos cuatro años observaba al adolescente y cantaba una canción  ''Walk, walk, walk my child. Watch your step, no fear. Hug the wolf at night. Dream of me, my dear''. La niña volvió sus oscuros ojos a Anna. ''Cierra tus ojos y para cuando despiertes estaremos en nuestro hogar de nuevo''. Dijo calmandamente y se acercó a ella. La abrazó.

La voz de Hannah la trajo de regreso.

Su amiga del alma emocionada le mostraba el atuendo que había elegido: top verde oliva cuello tortuga ceñido al cuerpo, minifalda de jean y botas negras. Hannah era en apariencia conservadora y aquella elección sorprendió a Anna quien en su interior no sabía si el plan quiero-perder-mi-himen era necesario pues la duda aún la invadía.



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En el texto hay: vampiros, misterio, hermanas

Editado: 02.11.2022

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