Desposada con el Alfa

CAPÍTULO DOCE

ALEX

 

—Quédate aquí—, le indico a Hannah antes de salir a reunirme con la persona que llamó.

 

—Lo siento mucho, señor. Acabo de darme cuenta de que le pedimos a la señorita Hannah que entrara en el vestidor equivocado—, explica la empleada con disculpas.

 

—¿Qué quieres decir?—, pregunto, sintiéndome confundido.

 

—El vestido de la señorita Hannah está en realidad en el vestidor 5, no en el 1—, aclara.

 

—Oh—, respondo, entendiendo la situación. ¿Eso significa que estaba equivocado en mi suposición?

 

—Sí, lo estabas—, interviene Eden en mi mente. —La pobre chica era inocente y la castigaste—.

 

—Que le hiciera una mamada no es realmente un castigo, en mi defensa—, replico.

 

—¿Porque estaba temblando de necesidad?—, contrapone Eden, con un tono teñido de sarcasmo.

 

—Sí—, admito.

 

Eden responde rodando los ojos.

 

—¿Qué piensas de ella?—, pregunto, cambiando de tema.

 

—Siento la conexión, pero fue mucho de asimilar después de perder a una compañera—, responde Eden.

 

—Siento lo mismo—, estoy de acuerdo.

 

—Lo dudo. Tu pene ha estado en su vagina y boca en las últimas horas—, contrapone Eden.

 

—¿Y si recuerdo correctamente, quién fue el que no me detuvo?—, le recuerdo.

 

—Te odio—, bromea Eden.

 

—Igual—, respondo, y ambos estallamos en carcajadas. No estábamos preparados para aceptar completamente a Hannah como nuestra compañera, aunque no pudimos resistirnos a ella.

 

—Pero hay algo que no entendí—, continúo después de que nuestra risa se apaga.

 

—¿Qué es?—, pregunta Eden.

 

—La noche que descubrimos que Alice era nuestra compañera. No perdí el control tanto como lo hice con Hannah—, confieso.

 

Eden respira hondo. —También noté que mi atracción hacia Poppy es más fuerte que la que sentía por la loba de Alice, y el tiempo que pasamos sabiendo que estábamos emparejados con cualquiera de ellas no es mucho, pero aún puedo notar la diferencia—.

 

—Hmm... me pregunto por qué—, reflexiono sobre el misterio.

 

—No lo sé, pero probablemente lo descubriremos con el tiempo—, concluye Eden.

 

—Sí—, estoy de acuerdo y corto nuestra conexión, notando que la boca de la empleada se mueve.

 

—Lo siento mucho, señor—, se disculpa la empleada cuando vuelvo a centrar mi atención en el presente.

 

—Empaquen el vestido y tráiganlo al frente—, le indico a la empleada antes de volver al vestidor.

 

Encuentro a Hannah cambiada de nuevo al vestido que casi le arranqué del cuerpo cuando quise follarla esta mañana.

 

—¿Todo está bien?—, pregunta, sus pestañas aún húmedas por las lágrimas que derramó por tomarme duro en su boca. Su voz suena ronca, y mi corazón se encoge en el pecho, pero aparto ese sentimiento.

 

Sin decir una palabra, la tomo de la mano y la arrastro fuera del vestidor y de la tienda. Abro la puerta del auto y le hago un gesto para que entre mientras voy a recoger el vestido. Una vez que lo tengo, regreso al auto, listo para volver a casa y con la esperanza de terminar el día sin más sorpresas.

 

***

 

HANNAH

 

Mientras conducimos de regreso a la casa de la manada, comienzo a sentirme un poco somnolienta y decido cerrar los ojos por un momento. Cuando los abro de nuevo, me encuentro en una habitación tenuemente iluminada por el suave resplandor de la luz de la luna que se filtra a través de las cortinas. La habitación tiene una decoración sencilla y no lleva el aroma de nadie, así que asumo que es una habitación de huéspedes. Aparto las sábanas y bajo los pies a la mullida alfombra junto a la cama, sintiendo su reconfortante suavidad bajo los pies. Escaneo la habitación en busca de alguna señal de Alex, pero no está por ninguna parte. Noto una bolsa de compras en la mesita de noche y una nota a su lado. Tomo la nota para leerla.

 

La nota dice: —Aquí está el vestido que se supone debes usar. Pruébatelo ahora y házmelo saber si necesitamos hacer ajustes—.

 

Miro dentro de la bolsa y encuentro un vestido plateado y blanco. Siguiendo las instrucciones de la nota, me lo pruebo. Para mi sorpresa, me queda perfecto y, en mi opinión, me queda fabuloso. Mientras me admiro frente al espejo, mi mente de repente se desvía a lo que sucedió antes en el vestidor con Alex. ¿Se habrá dado cuenta de que yo no era responsable de lo que pasó con el vestido? ¿Y si lo hizo, por qué no se disculpó por acusarme de intentar seducirlo en la tienda?

 

—Tal vez es porque también disfrutaste ser acusada—, sugiere Poppy.

 

—Eso no significa que no deba disculparse—, replico.

 

—Creo que para él sí—, contrapone Poppy.

 

Antes de que pueda protestar más, un fuerte golpe en la puerta interrumpe nuestro intercambio, deteniendo la conversación en seco. Con un suspiro, me alejo a regañadientes del espejo.

 

Me acerco a la puerta con pasos cautelosos y miro, ofreciendo solo un vistazo de mi presencia. No quiero que quien sea vea mi vestido.

 

—Señorita Hannah, la cena está lista. Me han pedido que la escolte al comedor—, dice la omega.

 

—Oh, está bien, dame un minuto—, digo, cerrando la puerta detrás de mí. Rápidamente me cambio del vestido a mi propia ropa antes de salir por la puerta.

 

La omega me guía por los pasillos, sus pasos resuenan suavemente contra los pisos pulidos mientras nos dirigimos al comedor. Cuando entro en la habitación, encuentro a la familia Alpha de la manada Sky ya sentada a la mesa.

 

—Hola querida, qué bueno que te unes a nosotros. Por favor, siéntate—, me saluda Luna Marley, haciendo un gesto hacia la silla frente a Alex.




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