Desposada con el Alfa

CAPÍTULO VEINTINUEVE

—¿Quieres que firme un contrato aceptando divorciarme de ti cuando las dos manadas se hayan estabilizado y que nuestro divorcio no las afecte? ¿Esto es una especie de broma, verdad?—, la voz de Alex destila sarcasmo mientras entra en mi habitación en la manada Plata.  

 

Me doy la vuelta, encontrando su mirada de frente. —No, no lo es—.

 

Alex me miró con incredulidad. —No puedes hablar en serio. Después de todo lo que hemos pasado, ¿simplemente te irás?—

 

Cruzo los brazos, manteniéndome firme. —El contrato es por el bien de ambas manadas. Una vez que se estabilicen, es mejor que sigamos caminos separados—.

 

—¿Mejor para quién?—, grita Alex. —¿Alguna vez te detuviste a considerar si yo también querría esto?—

 

Me doy la vuelta, la amargura brotando en mi interior. Imagino a Alex eligiendo a Alice en lugar de a mí. —Por favor, firma el contrato—, dije fríamente.

 

—Nuestra ceremonia de compromiso es en apenas unos días. No, no lo firmaré—.

 

Suelto un profundo suspiro, mi mirada fija en Alex. El peso de mi petición cuelga pesado entre nosotros, la tensión palpable en el aire. Sé lo que debe hacerse, incluso si eso significa recurrir al engaño.

 

—Si firmas el contrato, aceptaré que salvar a Alice fue la decisión correcta—, digo, mi voz firme a pesar de la tormenta que arrecia dentro de mí.

 

Alex traga saliva, su nuez de Adán se mueve visiblemente. —Hannah—, murmura.

 

Cierro los ojos brevemente, saboreando la forma en que dice mi nombre. Cuando los abro, encuentro su intensa mirada fija en mí, buscando algo en mi expresión.

 

—Si lo firmas, también me demostrará que ya no tienes a tu ex en tu corazón—, continúo, mi voz temblando ligeramente con el peso de mis palabras.

 

—Hannah, pero eso es lo opuesto. Firmarlo sería demostrar que sí la tengo y quiero volver con ella, lo cual no es cierto—, contradice Alex, sus cejas fruncidas en confusión.

 

Sostengo su mirada de frente, deseando que entienda. —Lo sé, pero no es así como lo veré. Lo veré como que haces todo lo que te pido porque te importo—, explico, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.

 

—¿En serio?—, pregunta Alex, la incertidumbre grabada en cada línea de su rostro.

 

—Sí, si firmas este contrato, creeré que te importo y que tengo tus mejores intereses en mente—, afirmo, mi voz teñida de esperanza.

 

—Está bien, bien entonces. Lo firmaré—, accede Alex, sorprendiéndome con su aquiescencia.

 

Firma el contrato y me lo devuelve, una sensación de alivio me invade, mezclada con un toque de tristeza. Esta decisión marca un punto de inflexión en nuestra relación, uno del que no estoy segura de que podamos recuperarnos.

 

—Nos vemos en la fiesta de compromiso—, digo suavemente, haciendo un gesto hacia la puerta. Alex duda un momento, su mirada se demora en la mía antes de finalmente salir, dejándome sola con mis tumultuosos pensamientos.

 

Cuando Alex sale, mi teléfono comienza a sonar en la mesita de noche. Echo un vistazo al identificador de llamadas antes de contestar.

 

—Hola, Jason—.

 

—Hey, Hannah. ¿Cómo estás?—, la voz de Jason viene a través del teléfono.

 

—Estoy bien. ¿Y tú?—

 

—Bien también—, respondo, hundiéndome en el borde de mi cama.

 

—¿Qué harás esta noche?—

 

—No mucho. ¿Por qué preguntas?—

 

—Un par de amigos y yo saldremos a tomar una copa, y pensé que sería bueno que vinieras—.

 

Dudo, sopesando los pros y los contras. No conozco a ninguno de los amigos de Jason, y podría ser incómodo, pero al mismo tiempo, podría usar una distracción.

 

—Confía en mí, será divertido—, me asegura Jason.

 

—Está bien, si tú lo dices. Envíame la dirección—.

 

—Maravilloso. Te veo pronto—, dice antes de colgar.

 

Me dirijo a mi armario, rebuscando en mi mente algo para ponerme. Después de revolver mi armario, finalmente me decido por una top corta de cuello halter que presenta un lazo y un escote pronunciado. Completado con una minifalda bodycon de cintura alta adornada con detalles fruncidos a ambos lados. La tela se ciñe a mis curvas, acentuando cada curva y contorno. Sé que es una elección audaz, pero quiero sentirme segura y libre esta noche. Con una última mirada al espejo, ajusto mi cabello y maquillaje, asegurándome de que todo esté perfecto, antes de salir por la puerta con mi chaqueta de jean sobre mi atuendo.

 

Al llegar a la dirección del club, le entrego al portero mi impecable identificación falsa, la adrenalina bombeando por mis venas. Bee y yo habíamos conseguido identificaciones falsas para ocasiones como esta. Consideré brevemente invitarla esta noche, pero como Jason no había mencionado nada sobre traer amigos, decidí no hacerlo. Además, pensé que sería más fácil navegar la noche sola sin tener que preocuparme por entretener a alguien más. Entro en el caótico frenesí de la pista de baile, la oscuridad destellando con hipnóticos destellos neón. El profundo bajo late al ritmo de mi acelerado corazón mientras me envuelve la masa ondulante de cuerpos. El aire espeso huele a perfume, alcohol y puro abandono.

 

Busco cualquier señal del rostro sonriente de Jason entre el mar de extraños contorneándose en la barra. Sin encontrar nada, la decepción se hunde en mi pecho. Saco mi teléfono cuando de repente un cálido susurro acaricia mi oído.

 

—Aquí estás—, alguien grita sobre la música. Doy un salto, dándome la vuelta, lista para golpear a la persona, hasta que veo que es Jason. El alivio me invade.




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