Después de la tormenta

Capítulo 2 ✅

Soy estúpido, demasiado, a veces creo que mi instinto de proteger me hace imbécil, las mujeres en apuros son definitivamente mi puta debilidad.

Veo a una chica en medio de la lluvia, llorando y mojándose y me acerco, primer error, le pregunto si se encuentra bien, segundo error porque se notaba que no se encontraba bien pero bueno es que a veces no razono bien, y le pregunto si quiere pasar la noche en mi apartamento, tercer error. Creo que no he cometido tantos errores juntos en mi vida, soy un hombre frío y calculador, me adiestraron para ello, pero veo una chica indefensa y me vuelvo tonto. Aunque no más tonto o impulsivo que cuando esa mujer es Ana, algo ya es algo, supongo.

ANA: Por qué me pides ropa de esa talla? Tienes novia?

Yo: Chismosa, y no, no tengo novia pero necesito esa ropa mañana temprano.

ANA: Porque sé que esta no es la talla de Brianna es que voy a llevarte esa ropa.

Otro error que cometí hace unos meses, Brianna era nueva en la ciudad, siempre estaba triste por no tener amigos y yo cometí el error de involucrarme con ella. Jamás creí que terminaríamos en una relación pero así se dieron las cosas, aunque sabía que por su personalidad y la mía, esa relación no iba a llevar a ningún lado, así que no me sorprendió cuando me cortó a los dos meses, no lo hice yo porque me daba pereza. Soy un hombre frío, que no muestra jamás sus sentimientos, no sé que esperaba de mi, supongo que cambiase como los chicos de las películas que ella veía.

 

Me despierto antes de que lo haga mi inesperada invitada, espero que le guste el café porque no tengo otra cosa para desayunar y tampoco voy a servirle nada más.

Reviso mis correos, estoy de vacaciones, mi jefe me ha obligado porque y cito textualmente “Ni el tiempo que estuviste en Estados Unidos dejaste de trabajar y te debo muchas vacaciones así que a partir de hoy te vas a tomar dos meses y no admito un no por respuesta, de necesitarte para algo ya te llamaré yo.”, ahora no sé que voy a hacer, me aburro sin trabajar y aunque adoro a mis sobrinas no pienso estar con ellas, Candela llora demasiado y no lo aguanto.

Giro un poco mi cuerpo al escuchar la puerta de la habitación de invitados ser abierta. La chica tiene toda su melena castaña revuelta, lo normal después de haber dormido, y sus ojos turquesa se encuentran completamente rojos e hinchados, de seguro se ha pasado toda la noche llorando por lo de su novio y su amiga, otro drama de tener pareja, que te sean infiel, si estás como yo, eso no te puede pasar. Estar solo no es tan malo como algunas personas lo hacen ver.

- Buenos días.- me saluda con voz ronca, de seguro ha pillado un resfriado.

No le respondo solo asiento en forma de saludo y le ofrezco una taza de café que ella acepta también sin hablar. Aprecio el silencio que nunca tengo con Ana, Andrómeda y Candela, sobre todo con las dos niñas.

La puerta de mi casa se abre sin mi permiso, tengo que quitarle las llaves de mi apartamento a Eleanor, no sé como voy a hacerlo pero como sea tengo que hacerlo, entra cuando le da la gana, lo bueno es que al menos me avisa por mensaje cuando ya está en el ascensor. Ni siquiera sé porque viene tanto a mi apartamento teniendo su casa. Supongo que me echa de menos, yo también lo hago pero no le invado la casa siempre que quiero. A veces pienso que Eleanor quiere recuperar todo el tiempo pérdido.

- Buenos días.- dice mi hermana con su cantarina voz.- ¡Oh!, no sé quien eres pero hola.- le sonríe.

- Tito Lukas.- Andrómeda corre a mis brazos.

- Hola princesa.- la saludo con un beso en la mejilla y la siento en mi regazo.- ¿Cómo estás?

- Me duele la cabeza.

- ¿Y eso?

- Cande no deja de llorar.

- Tu querías un bebé.- la acusa su madre como cría pequeña.- Y ahora que tienes uno te quejas, al menos no tienes que darle de comer en la madrugada.- ambas se desafían.

- Bueno mami, no hemos venido a pelear.- me río al ver la cara de mi hermana pequeña.- Hemos venido a visitar al tío Lu.- dice con una sonrisa traviesa.

- Tu y tu padre me van a sacar canas verdes.

- ¿Cómo el Grinch?- mi hermana deja la bolsa que llevaba en una de sus manos y se masajea la cabeza intentando guardar la compostura.

- Si, como el Grinch

- Entonces Cande llorara más porque su mamá será fea.

- Andrómeda Emerson, respeta a tu madre.

- Lo siento.

- Lo que sea.- le sonríe.- Lukas, hermanito mayor, ¿Puedes quedarte con ellas?

- No.- le digo de inmediato.- Estoy de vacaciones no de niñero.

- Mierda.- se queja.- Necesito descansar de niños.

- Ana, son tus hijas.

- ¿No me digas? Y yo que me creía que eran de la vecina.- dice con sarcasmo.- Bueno, ahí tienes la ropa que me pediste.- dice señalando la bolsa.- Andrómeda despídete de tu tío.

- Adiós tito Lukas.- se despide acompañada de su manita.

- Eh.- la llamo.- ¿Cómo está el asma de Candela?

- Controlada, no hay que preocuparse de nada.- me calma.- Las mujeres de tu vida somos fuertes.- me sonríe y luego se acerca a darme un beso en la mejilla.- Me voy a ver si el abuelo se las queda un rato.

Ana empuja el carrito de la más pequeña y Andrómeda las sigue de cerca, mi hermana es joven y se queja del trabajo que suponen dos niñas de menos de cinco años. Pero es una de las mejores madres del mundo, ojalá estuviese mamá para verla, estaría muy orgullosa de ella como siempre lo estuvo.




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