Fue difícil irme ayer, pensé que él llegaría más tarde y no tendría que enfrentarlo. Pero después de la mierda de nota sabía bien que no era bien recibida es su casa y lo mejor es que me fuese.
Llegué a mi casa llorando, mis padres no preguntaron nada, mi hermano por el contrario me llevó a su habitación y me dejó que llorase y me desahogandose todo lo que quise. Juntos llegamos a la conclusión de que Lukas me gusta más de lo que quise aceptar, y que dichos sentimientos no eran correspondidos.
Unos golpes en la puerta de la habitación de invitados me saca de mis pensamientos, querría pensar menos a veces.
La cabellera casi rubia, imaginaria porque en verdad está calvo, de Carsten se deja ver por la puerta, parece animado aunque ayer ya me dijo que cree que los resultados serán los mismo que el mes pasado. Algo que puede ser bueno, sí no avanza mejor que si sí lo hace, me gustaría que retrocediese pero no es tan fácil.
- ¿Estás lista?
- Claro.
- Los papás nos esperan abajo.
Juntos bajamos hasta la cochera donde efectivamente mis padres ya nos están esperando para irnos al hospital a la primera revisión de Carsten en él, aunque tienen todos sus documentos y le han estado dando tratamiento.
- ¿Estás nervioso?- pregunta mi padre con evidente nerviosismo.
- Siempre papá.- le sonríe.
Papá maneja con cuidado hasta llegar al hospital, donde nos hacen esperar hasta que llaman a mi hermano. Mi madre entra con él, por muy adulto que sea siempre será su bebé y mi hermano tampoco le va a impedir que entre con él, mi madre le ayuda a calmar sus nervios.
- ¿Crees que saldrán buenos resultados?
- Lo espero hija.- dice dándome un pequeño abrazo.
Quince minutos después de estar esperando llega Amalia, la he llamado yo porque de verdad estoy nerviosa sobre los resultados que pueden salir en las pruebas de Carsten.
- ¿Cómo están tus padres?- pregunto por hablar de algo.
- Iba a preguntarte por qué la decisión de abandonar el apartamento pero mejor te contesto tu pregunta.- me sonríe.
- Parece que el psicólogo funciona, mi hermano dice que ya se hablan mejor.- dice con una sonrisa de alivio.
- Me alegro mucho.
- Yo también, ya era hora de que se comportaran como adultos.
Nos sentamos con mi padre en silencio, ahora mismo mi padre y yo nos apoyamos en la presencia de Amalia para no estar tan nerviosos.
Nos levantamos de nuestros asientos cuando los vemos salir, no parecen tener los ojos llorosos lo que ya es indicio de que los resultados son al menos decentes o esperanzadores.
- Amalia.- la saluda mi madre.
- Alexandra.- le devuelve el saludo.- Hola Car.- mi hermano la saluda con la mano.
- ¿Y?- mi madre y mi hermano se giran a vernos con una sonrisa.
- El cáncer retrocede Samy.- siento las lágrimas de alegría picar en mis ojos.
- Por fin.- lo abrazo sin poder evitarlo.
- Papá.- lo llama.- ¿Eso no es Hans Hoffman?
Todos nos giramos a ver donde mira mi hermano mayor. Para ninguno de nosotros es nuevo que mi padre trabajó como seguridad de los Hoffman por varios años, incluso cuando yo tenía pocos años. Siempre nos habló bien de él, y aunque se que Hans es un mafioso, no puedo dejar de estarle agradecida por todo lo que hizo. Sacó a mi padre de la pobreza y ayudó el primer año con los gastos médicos de Carsten.
- Vamos a saludarlo.- dice mi padre con una sonrisa.
Todos vamos detrás de él, yo no recuerdo muy bien a Hans. Solo sé que es un hombre alto, no muy fornido, de pelo blanco y ojos azul oscuro, parecidos a los de Lukas. Ahora que hago la comparación, tienen el mismo apellido pero Hoffman es bastante común aquí así que puede ser solo una coincidencia.
- Hans.- lo saluda mi padre.
- Roderick.- dice el hombre con una sonrisa simpática.- Hola Alexandra.
- Señor Hans, siempre es un placer verlo.- dice mi madre con una sonrisa.
- ¿Qué hace aquí?
- Espero a mi esposo.
- ¿Esposo?- preguntan mi hermano y padre a la vez.
- Si, el lunes hice diez años de casado con él.
La mirada le brilla, debe de amarlo mucho de verdad y se nota que es un amor sincero, no sé porque pero parece ser bonito lo que tienen y ni siquiera los conozco pero me da esa sensación.
- ¿Hans?- mi padre se aparta para dejarnos ver a un hombre latino.
- Roderick te presento a mi esposo Rafael.
- Encantado dice mi padre.
. Igualmente.- se ve nervioso, como si sintiera una enorme presión.- Hans.- vuelve a llamar a su esposo.
- ¿Qué pasa?
Todos nos quedamos en silencio, nadie se mueve, la tensión es palpable y algo me dice que el mundo se le va a caer en este precioso momento al mafioso simpático.
Antes de que el médico pueda decir nada, alguien se adelanta, alguien que conozco bien y que me confirma que mi suposición de antes no era tan descabellada.
- Abuelo dime que no es cierto.- las lágrimas se agolpan en los ojos de Eleanor mientras mira a Hans Hoffman.- DIME, MIERDA DIME QUE LO QUE ME HAN DICHO NO ES CIERTO.
- Ana.- la llama Rafael.
El grito le sale de lo más profundo de la garganta, es un grito desgarrador, que me pone los pelos de punta. Ella se ve destrozada, completamente hundida y puedo ver la confusión en rostro de su abuelo, no entiende nada y yo tampoco, pero sea lo que sea es duro.
- Ana.- vuelve a decirle Rafael.
- No, por favor no.- llora desconsolada.- Ellos no.
- Lo siento.
- NO.- llora más.- MIS HERMANOS, MI MARIDO.- grita colérica.
- Haré....
- ¿LO POSIBLE? MI HERMANOS Y MI MARIDO HAN SIDO ACRIBILLADOS A BAL.AS.- me tenso.- SE MUEREN, RAFAEL, SE MUEREN.
- No, Raf dime que mi nietos están bien.- se gira Hans a verlo.
- Lo siento.
- Doctor.- lo llama un enfermero.- Los tres pacientes se dirigen ya hacía aquí.