Después de la tormenta

Capítulo 21 ✅: Especial Eleanor

Miro a los hombres que amo sobre sus camas, con los ojos cerrados y conectados a cables que me indican que siguen con vida, pero que no están bien.

Siempre temí por Lukas, ya fuese dentro o fuera de la mafia la vida de mi hermano correría peligro siempre, y todos los días de mi vida me preocupaba por él, sentía una gran presión en el pecho al ser consciente de que algún día no me llamarían por la rotura de un hueso, sino para que identificase su cuerpo. Lo que nunca creí y para lo que nunca he estado preparada es para esto, para verlos a los tres tan débiles. Mis tres protectores en el hospital luchando por seguir a mi lado.

Esta mañana llegaron el padre y la hermana de Jackson, fue duro aunque no me acusaron de nada, sin embargo todos sabemos quien ha ordenado el ataque a ellos tres, y saben con que intenciones iba, hacerme daño a mi, siempre buscará la forma de hacerme daño.

- ¿Quieres algo de comer?- miro a mi cuñada antes de negar, no quiero nada.- Tienes que comer, llevas casi dos días sin comer nada.

- No quiero comer, los quiero a ellos.- ella me mira con lástima.

Llevo cuatro días viendo a todo el mundo mirándome con la misma mirada. Estoy tan mal que no puedo hacerme cargo de mis hijas, me siento tan mal, tan débil que moverme del sillón en el cuarto donde están los tres, me cuesta demasiado.

Ayer Gala tuvo que ducharme en el aseo de la habitación. Me mantuve sentada mientras ella me enjabonaba y limpiaba, suena penoso y más cuando también su novio se encuentra mal, pero todos se compadecen de mi y yo no puedo compadecerme de nadie.

Yo simplemente estoy en trance, siento que no puedo vivir si ellos me dejan. Me siento entumecida y las pocas veces que estoy lúcida, sin sedantes, chillo histérica y no puedo dejar de llorar. Soy un fantasma de mi misma, definitivamente esta es la peor versión de mi misma.

- Sé que los quieres.- se sienta a mi lado.- lo sé, la siento.- la miro por unos breves segundos.-Yo también quiero que se levanten. Hay que ser fuertes.- me ánima.- Eres madre Ana.

- No, ahora no soy nada.- digo sintiendo las lágrimas picar en mis ojos.- No puedo ser madre sin ellos, siempre fui la niña de mis hermanos y no puedo ser nada sin ellos.

- Eres mucho sin ellos Eleanor.

- Sophia, vete a comer.- digo ya cansada de la conversación.- Por favor.

- Iré a ver a las niñas.- me avisa.

Me quedo mirando la pared blanca, perdida. Soy consciente de cuando entra una enfermera a revisar las constantes de mis chicos pero no soy consciente de nada más.

Cuando todo vuelve a quedar en silencio y vacío me levanto del sofá, sintiendo un pequeño mareo que pronto desaparece, me levanté demasiado rápido.

Me acerco a la cama de mi marido, mi abuelo dijo que intentarían sacarlo del coma al final de esta semana pero que no me ilusionase. Mi Jackson se encuentra pálido, y delgado, es tan difícil verlo tan débil, tan mal, no es quien conocía y duele demasiado verlo así. Dejo un beso en su frente antes de ver a mi hermano menor.

Brandon, mi niño pequeño, tiene la piel lechosa, casi enfermiza, ha bajado demasiado de peso porque al igual que cualquier Hoffman pierde peso con gran rapidez y facilidad. El respirador se encuentra en medio de su cara, no dejándome verlo por completo. Se ve tan pequeño, que me recuerda a aquel niño que me recibía al llegar del internado con la boca llena de chocolate y esperando que lo abrazase.

Él es, según los médicos, el que tiene más posibilidades de sobrevivir, aún con lo de los pulmones.

Siento las lágrimas entrar en mi boca, deslizarse por mi cuello y mejillas. Siento mi corazón estrujado, dolido y llorando, sin ganas de palpitar hasta saber que ellos están fuera de peligro.

Le dejo un beso a mi hermano como puedo, peinando su larga cabellera castaña, deseando que abriese sus párpados y me dejase ver sus hermosos ojos castaños.

Veo a Lukas, mi héroe, mi salvador eterno, completamente destrozado. Los pitidos de la máquina son extremadamente lentos, su corazón hace un esfuerzo increíble por no pararse y seguir funcionando. Al igual que Brandon no puedo verle la cara por la mascarilla de oxígeno.

Su piel pálida se encuentra arañada al saltar encima de Brandon y recibir más balas, peligrando su vida, dañando dos venas y golpeando con violencia su cabeza.

Los médicos creen que el traumatismo fue fuerte pero no lo suficiente para provocarle una pérdida de memora, sin embargo no lo descartan y eso es realmente duro porque tampoco saben cuanto de memoria podría perder.

Lo miro intentado recordar su sonrisa, como sus ojos se achican al sonreír al igual que los míos. Quiero recordar como sus ojos azules fríos se volvían cálidos al verme, al ver a Andrómeda, a Candela y a Biel, daría hasta mi último euro por ello.

Las alarmas comienzan a sonar, alertándome, haciéndome chillar porque lo pierdo y no puedo, él no puede abandonarme, ninguno puede hacerlo.

- NO, LUKAS NO.- chillo mientras unos brazos grandes me separan de la cama de mi hermano.- ERES UN HOFFMAN, NO NOS RENDIMOS SIN LUCHAR.- Grito colérica, sin poder evitar que mi corazón golpee desconsolado mi pecho.- NO.- grito rendida cuando veo a los médicos con el desfibrilador.- Mi hermano.- digo sin fuerza.- No, solo dale más tiempo.- no sé ya ni a quien le pido.

- Eleanor.- escucho una voz masculina, ni sé a quien pertenece.

Otra máquina resuena, sé de quien es incluso antes de mirar. Veo como más enfermeros y médicos se acercan hasta la camilla de mi esposo.

- JACKSON.- intento separarme de la persona que me retiene.

Quiero correr con ellos, quiero estar con ellos para que tengan alguien por quien luchar. Pataleo, araño y grito para que me suelten pero no lo hacen, solo me aprietan más mientras que los escucho decir que necesitan más carga para ambos, que los pierden.

- JACKSON, VUELVE.- chillo más fuerte, casi quedándome sin voz.- Por favor amor, tenemos dos niñas.- me lamento sin poder hacer o decir nada más.




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