Después de la tormenta

Capítulo 27 ✅

Dos meses después

Primera parte 

El enfermero me ayuda ponerme de pie, parecía no ser tan complicado volver a aprender a andar, porque si, ahora soy como un niño pequeño. No perdí la memoria al menos no por completo, pero al parecer olvidé como se andaba y el nombre de los colores, solo sabía rubio, castaño y negro y creo esos son tonos menos el negro, pero los colores fueron fáciles de aprender, andar ya no lo es tanto.

- Venga Lukas.- el enfermero me mira con una insoportable sonrisa, no sé que es peor sino andar o tener que soportarlo a él.

Quiero que me ayuden a andar mi hermana o mi novia no un enfermero que liga con todas las mujeres aún sabiendo que tienen pareja, intentó ligar con mi Samantha aún sabiendo que es mi novia. Odio no dar el miedo que daba antes.

- Tienes que andar.

- Eso intento.-contesto molesto.

Respiro con profundidad hasta conseguir dar un par de pasos, siempre agarrado a unas barras, al menos ya es más que antes que ni eso podía hacer.

- Hola.- mi hermana llega con mi sobrino en brazos.

- Hola linda.

- Aparta enfermero de cuarta.- lo echa a un lado, adoro a mi hermana.- ¿Cómo estás Lukas?

- Tu no tuviste que aprender a andar de nuevo.

- No, yo tuve que aprender a vivir con que todo el mundo me pregunte si mis cicatrices son porque quise quitarme la vida.- eso es para toda la vida.- Quejate menos, cuanto antes aprendas a andar antes volverás al gimnasio y antes podrás intimidar a los hombres que ligan con tu novia.- esa es una muy buena motivación.- Quiero que llegues hasta donde estoy yo.

Miro decidido a mi hermana, yo puedo con esto y más. Si pude vivir después de que, como dice Ana, me convirtiesen en un colador, puedo volver a andar, no te digo que vaya a ser ya pero yo puedo. Yo soy un Hoffman, soy más fuerte que esto y puedo con todo.

Doy dos pasos seguidos más antes de descansar pero de pie, solo me quedo quieto y luego vuelvo a tomar el rumbo hasta mi hermana y Einar, ese niño es hermoso y casi no llora, pero ahora mi hermana y mi cuñado tienen dos bebés, aunque hace una semana Candela ya cumplió el año, ha pasado mucho tiempo y no me he dado cuenta.

- Venga.

Sonrío débilmente antes de encadenar cuatro pasos seguidos y llegar hasta mi hermana que le ordena al enfermero traerme la silla de ruedas. Mi hermana es hermosa e intimidante, ella sola se enfrentó y amenazó a los mafiosos más peligrosos de Alemania y ganó, y por si fuera poco ha corrido la voz entre el bajo mundo y todo el mundo le tiene miedo a mi hermana pequeña, es impresionante, ni yo conseguí tanto en todos los años que estuve y ella en un día aterrorizó al submundo.

- Estuviste genial.- le sonrío.

- Es complicado.

- Todo es complicado después de despertar, y todo es peor si tienes a tu enfermero.- le sonríe falsamente cuando pasa por nuestro lado.- Quiero ir a por agua, así que quedate con Einar.- dice dándome al niño como si fuese una bolsa de pan.

Mi sobrino de dos meses a penas me mira con sus grandes ojos azul oscuro, creo que jamás he visto un niño con ojos tan grandes, pero no por ello menos hermosos. La verdad es que mi cuñado es un desgraciado para hacer niños, no atina más que en darles hoyuelos a los tres al sonreír, por el resto sus hijas e hijo don idénticos a mi hermana, algo de lo que no me quejo porque es bellísima y por ende mis sobrinos también lo son.

- Papi.- me giro para ver a Biel.- Oh, ¿está durmiendo?

- No, ¿por qué no estás en la escuela?

- Papi, hoy salía antes.- parece que me esté riñendo.- Te lo dije ayer.

- Lo siento Biel, no me acordaba.

- Muy mal papá.

- Es cierto, muy mal cielo.- miro a Samantha con una ceja levantada.- Lo recogí yo, te lo dijimos ayer, ¿en qué estabas pensando?

- No sé.

Mentira claro que lo sé, estaba pensando en cosas muy poco decentes con Samantha y no creo que mi hijo de diez años deba oírlo, así que mejor finjo demencia que me sale mejor.

- Hola familia.- dice el enfermero y yo ruedo los ojos.- Hola hermosa, hoy te ves mejor que ayer pero no que mañana.

- Largate.- miro a mi hijo con orgullo.- Ella es la novia de mi papá, y tu eres un cero en su vida.- lo mira mal y yo intento no reírme.- Mi papá es guapo, alto y rico, ¿y tu qué eres? Un mindundi de metro sesenta que cree que puede conquistar a Sam, ella es mucho para ti.- sonríe al terminar.- Vete, ¿qué haces aquí?

- Te está humillando un niño de diez años, de ti me iba.- dice mi hermana al llegar con nosotros.- Enserio, si mi hermano estuviese bien hace rato tu cara hubiese sido desfigurada por su puño, así que no sigas tentando la suerte y largate.

- Se creen...

- Shh, claro que nos creemos mucho, si tienes trabajo es porque nosotros pagamos.- le sonríe.- Así que menos quejas, menos coqueteo y más trabajo.

El enfermero se va sin poder rebatirle a mi hermana porque no es mentira, mi abuelo paga un treinta por ciento del hospital y Eleanor paga otro treinta por ciento, muchos dependen del dinero que mi familia da, así que ella puede creerse todo lo que quiera, y más si le quita los babosos de en medio a mi novia.

- Quisiese ser tan fría como tu.

- No.- digo yo rápido.- A mi me gustas así.

- Ya lo sé, pero de vez en cuando no vendría mal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.