Después de su muerte

1 | Incrédulo

Droit.

El sonido de la cafetera me sobresalta.

Por un momento mis ojos se han cerrado, la conversación de la mujer a mi lado pasa a otro plano. Hago todo lo posible por disimular un poco esa pérdida del conocimiento repentina y busco la taza cerca de mis manos.

—Sé que no me estás escuchando, Droit.

Siento mis labios curvarse en una fina y culpable línea. Anoche no pude dormir nada por la angustia, mucho menos al tener tanto de lo que pensar, pero creí que no sería tan difícil esto de escuchar a una persona.

Sobre todo a ella.

—Lo siento. Han sido días… —no puedo terminar de hablar, para disimular mi fracaso llevo con rapidez la taza de café a mi boca, dándome cuenta muy tarde de la alta temperatura del líquido.

Vuelvo a observar a Tella, ahora solo para asegurarme de que no esté riéndose de mí, como cualquier otra persona lo habría hecho.

Pero claro que ella no es cualquiera y solo se abstiene a hacer una mueca algo incómoda en sus labios.

—¿Qué decías? —trato de cambiar de tema, esperando que deje de verme así, como si tuviera pena o lástima de mí.

Después de un disimulado suspiro, para mi suerte, continúa:

—La investigación no ha llegado a ningún lado, Droit —un tic nervioso en mi labio está por delatarme ante su confesión, pero creo haberlo ocultado con la taza aún frente a mi rostro—. Sabemos lo mismo que hace una semana, nada.

Trato de no mostrar reacción alguna, de verdad que lo hago, pero es mucho más difícil de lo que creo.

Mis brazos caen cansados a los lados justo cuando dejo la taza sobre la mesa. Suelto un largo y pesado suspiro, y cierro los ojos.

Nada, no han encontrado… nada.

Y ha pasado una semana.

No sé qué pensar, solo puedo negar con la cabeza. Siento una pequeña brecha de furia recorrer mis venas.

—Sé lo que debes de estar sintiendo…

—Oh, no, no tiene la menor idea de eso —la interrumpo, con toda la sinceridad que puedo reunir en este momento—. No sabe nada de lo que pasa por mi mente, yo…

Me levanto de un golpe de la silla, una de mis manos pasa por mi cabello y la otra se cierne sobre mi cadera.

Estos días han sido tan estúpidamente difíciles que no sabría describirlos. No podría hacerlo nunca.

Y eso quiero decirle a Tella, quiero gritárselo. Decirle tantas cosas. Palabras que tengan que ver con incompetencia y...

No.

Tomo una profunda bocana de aire, trato de que mis pulmones se alimenten lo más que puedan de él, que recompense todo lo que he estado conteniendo al dejarlos sin nada por tanto tiempo.

—Me voy.

—Droit…

—Adiós, Tella.

No espero más, tomo la chaqueta que descansa en el reposar de la silla junto a mí y camino a la salida con grandes pasos.

Siento que estoy huyendo de una forma patética, debería seguir ahí, escuchar a Tella, seguir hablando del caso y de lo que tienen hasta ahora. Necesito...

Suspiro. Estos días han sido bastante difíciles.

«Oh, Mary Kate...»

Niego una y otra vez con la cabeza mientras su imágen aparece en mi mente. Sus preciosos labios rosados, su perfecto perfil, su hermoso cabello...

La extraño, es todo lo que puedo decir.

Estaba seguro que me dirigía al auto para llegar a casa y tirarme en cama pasando así otro día, pero mis pies parecen tener un plan distinto.

Estoy llegando al cementerio.

Últimamente es lo único que he hecho. Voy al cementerio, me siento junto al cuerpo enterrado de mi novia y, por lo general, me recuesto en la lápida con su nombre nada más que para ver pasar a todo el que va a visitar a sus muertos.

Yo parezco vivir con el mío.

Una semana sin Mary Kate..., cuando me siento frente a su lápida observo brevemente lo que se le ocurrió a Thiana poner:

«Gracias por darnos tu amor y comprensión como solo tú sabías hacerlo.»

Me río entre dientes al verlo. Eran mejores amigas..., y creyó que con eso le estaría pagando todo lo que le debía.

Porque Mary Kate sí que hacía favores.

Y eso la llevó a la muerte...

Aun no puedo creer cómo es que la policía no tenga ni siquiera un sospechoso. Es... ni siquiera puedo explicarlo, ¿tan difícil es encontrar al culpable de la muerte de mi Mary Kate?

Cada vez pienso que la policía de la ciudad es más inepta que todos.

Sigo observando el nombre en la lápida mientras recuerdo cada momento con ella... hasta el último que tuvimos.

«¡Eres lo mejor que me ha pasado, te amo!»

Aún siento sus suaves y delicadas manos en mi rostro, recuerdo tan a la perfección su sonrisa... que me quema.

Por un segundo me digno en levantar un poco la vista, la noche está empezando a aparecer y el atardecer trae un cielo tan pintoresco... que Mary Kate amaba.

Aprieto mis puños y mi boca se crispa. Empiezo a sentir rabia, por lo que pasó, por lo que está pasando. Y ahora solo quiero golpear cosas.

Me doy media vuelta, a punto de buscar algo para acabar con toda esta rabia que siento, hasta que la veo.

Lo primero que capta mi atención es una gran melena marrón que cae como una cascada por su espalda. Ella camina con pasos delicados, observa cada espacio como si fuera la primera vez y estuviera intrigada por ellas.

No le veo el rostro, pero tiene un aire familiar... que no sé explicar.

Entonces voltea... y es como si me estuviera observando directamente.

Estoy seguro de que no la conozco, pero es hermosa.

Creo que sí me he distraído.

Por un momento olvido que estoy sufriendo por Mary Kate, por un momento olvido que... está muerta. Solo observo a esa chica nueva, solo veo cómo me observa ella a mí.

No pasa ni siquiera un segundo cuando se da media vuelta y empieza a andar, sus pasos son rápidos y algo desequilibrados. Yo la sigo observando, haciendo maquinar mi mente de dónde es que la he visto en realidad.

Y de pronto lo recuerdo.

Mis piernas se mueven sin siquiera pensarlo, no sé qué me lleva a hacerlo, pero estoy ahora de pie, yendo tras ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.