Droit.
La ruina me está persiguiendo, de eso estoy seguro.
Si no fuera así, si mi vida todavía tuviera un poco de felicidad, ella estaría a mi lado.
Pero jamás he sido un hombre afortunado.
Lo supe en el momento en que la mujer por la que habría dado la vida me dejó. Sobretodo cuando estoy viendo su nombre en esa lápida con tanto dolor.
—Maldita sea, mujer, ¿por qué me hiciste esto?
Es imposible contener mis lágrimas, las siento tan espesas que me duelen. Lastiman mis parpados y me dejan sin visión.
No puedo más, esta agonía que siento, este pesar, es tan doloroso que a veces no me deja respirar.
Ya la policía parece haberse dado por vencida, no han encontrado nada y no parece importarles. Así que, ¿sería buena idea acabar con esto yo mismo?
No estaría mal estar junto a ella, es decir, ¿acaso sabemos qué hay después de la muerte? Si puedo volver a su lado, entonces creo que no tengo más por pensar.
—Lárgate.
He sentido su presencia antes de voltearme. Me está observando con pesar, sintiendo mis lágrimas con entendimiento.
O al menos eso parece.
¿Esta es la confirmación de que es parte de mi imaginación?
—¿Por qué? Verte llorar es interesante. —escucho su voz lo suficiente cerca, pero no me doy media vuelta.
—No estoy de ánimo. Mucho menos si me doy cuenta que estoy hablando solo como un idiota.
—¿Hablando solo?
—Eres parte de mi imaginación. Ya lo descubrí. —río, no puedo evitarlo—. Es increíble, ¿verdad? Cómo te creó para tener un poco de compañía.
Ahora es ella quien ríe, no puedo evitarlo cuando escucho la carcajada que sale de su garganta, y la observo.
—Oh, vamos, no soy para nada parte de tu imaginación. —se pone de pie, casi no me doy cuenta que estaba sentada sobre una tumba—. ¿O tal vez sí lo soy?
Da unos cuantos pasos hasta mí, rodea mi lugar sin apartar sus ojos de mis movimientos.
—Dime, ¿si fuera parte de tu imaginación, podría tocarte?
—Supongo que no.
Siento un escalofrío recorrer mis huesos cuando su fría mano llega a parar en mi mejilla, alzo la vista solo para ver su expresión.
—O tienes una imaginación muy poderosa, o no soy parte de ella.
Me quedo en silencio, estoy tan asombrado por poder sentir su tacto que es... una locura.
En serio podría haber jurado que no era real.
—¿Entonces c-cómo...? ¿Cómo has desaparecido ayer? ¿Por qué estabas esa noche ahí...?
Ella me suelta y da un par de pasos atrás.
—Ayer solo me fui y no me notaste lo suficientemente rápido. La otra noche, pues... digamos que me gusta el peligro.
No puedo creerle, lo que dice es tan... incoherente. Aun así, es la única razón lógica que puedo encontrar.
Obviando lo tonto que suene.
No digo más, agacho mi cabeza para vislumbrar el nombre de Mary en la lápida. Quisiera desgarrar las palabras que Thiana quiso poner, quisiera...
Maldición.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Pues, no eres el único con familiares aquí, ¿sabes?
—Me refiero a aquí, junto a mí.
No responde de inmediato, en vez de eso da otro par de vueltas a mi alrededor.
—Me pareces... interesante.
Alzo las cejas, riéndome por dentro de lo irónico que es eso.
—Le dices interesante a alguien que no ha hecho más que morir por dentro.
—Justo eso, interesante. —me sonríe, pero no soy capaz de hacerlo también —. ¿Volverás a pasar toda la noche aquí?
—Es mi nuevo hogar.
—Chico, literalmente es el hogar de los muertos.
—Y yo soy un muerto andante. —alzo la vista solo para observarla—: en unos días, mis restos estarán reposando junto a todos ellos.
—Tenebroso. —ríe, no se lo toma en serio.
Así que no le digo nada más.
Es la verdad, quiero acabar con esto. Quiero estar con Mary Kate en el cielo... o en el infierno, donde sea que haya ido a parar. Quiero estar a su lado, no me siento completo sin su presencia.
Y sé que sueno como un loco dependiente. Pero... ella no merecía morir.
No mi Mary Kate, no ella.
—¿Podrías dejarme solo? —trato de ser lo más amable posible, solo para que la desconocida pueda dejarme en paz a mí con mi dolor.
Pero no parece querer hacerlo.
—Pero ni siquiera nos hemos presentado.
—No estoy jugando, en serio quiero soledad.
Ella me ignora, alza su mano y la pone frente a mí, tal vez espera que la estreche.
—Mi nombre es Layla Willis.
Acepto su saludo, solo por si es la única forma en que pueda largarse.
—Droit. —no digo más, estrecho su mano y la suelto con rapidez.
Sí que está fría.
—Es todo un placer, Droit Keller.
Alzo la vista tan rápido que ella se sorprende.
—¿Disculpa?
—¿No era tu nombre?
—¿Cómo lo sabes?
Arruga las cejas, la confusión es muy clara en ellas.
—Literalmente lo acabas de decir.
—Droit, solo he dicho Droit.
Layla da un paso atrás, tal vez he hablado con demasiada fuerza. En mi defensa, me ha asustado un poco.
—Sí... Droit Keller, es lo que has dicho.
—Jamás mencioné mi apellido. —suelto brusco.
Niega, pero yo sé lo que he dicho. No estoy loco.
Es decir, no estoy tan loco.
—Creo que dormir todas las noches aquí te está afectando, ¿sabes?
La observo, detallo su expresión. El desconcierto en ella parece auténtico. Sigo buscando, deseando encontrar... algo.
Algo que me diga que está mintiendo.
Pero nada, parece una chica demasiado común y corriente como para esto.
—Tal vez.
Ella ríe, pero yo guardo todo el silencio posible. No he parado de buscar en su expresión algo raro.
No me estoy volviendo loco, al menos sé qué es lo que digo.
Y si ella está tratando de jugar conmigo... lo voy a descubrir.
—Bueno, te dejaré solo. Te estoy avisando para que no creas que me he esfumado de la nada.
—Muy graciosa.
La carcajada que sale de ella es grande, se despide con la mano antes de darse media vuelta y huir.