Mary Kate
Una semana antes.
Estoy encerrada.
Mi corazón es un manojo de nervios, quiere salir de mí, quiere huir y no tener que pasar por esto. Estoy asustada, ni siquiera el aire parece capaz de acompañar a mis pulmones.
El suelo es tan frío que me hiela la piel, aunque tanto tiempo sobre él me ha hecho acostumbrarme.
Escucho sus pisadas en la distancia, parece que está en la cocina por cómo suenan cuchillos y todos sus utensilios.
Ya ni siquiera siento la cuerda que amarra mis pies, ni la que está sobre mis manos. Las lágrimas se han ido y solo me queda un corazón a medio funcionar.
Va a matarme, ya lo sé. No puedo creer todo lo que he llegado, todo lo que ha pasado y todo lo que no pude hacer.
«No sé qué haría sin ti, amor» las palabras de Droit no dejan mi cabeza, esas que me han sacado un par de lágrimas más. Recordarlas me duelen, acaban conmigo.
"Droit..." quiero decir, gritarlo. Desgarrar mis cuerdas vocales con su nombre. Así sea lo último que pueda hacer.
Pero el sedante es más fuerte.
—Mírate, creí que ya te habías dormido. —vislumbro su sonrisa maniaca, pero ya no puedo sentir miedo. La resignación de la muerte me ha hecho perder mis sentimientos—. Bueno, tendrás que ver lo que te voy a hacer.
Una sola y última lágrima escapa de mí. Su cara es lo último que observo antes de sentir el filo de su cuchillo en mi abdomen.
Pierdo la conciencia muy rápido.