Después del Divorcio

Este es nuestro Adiós

¿Qué hice mal? ¿Por qué me está pasando esto a mí? ¿Nuestro amor realmente murió? ¿Qué tiene ella que no tengo yo? ¿Es por la edad?

Sabía que solo me estaba hiriendo a mi misma al hacerme este tipo de preguntas, pero me era inevitable no hacerlas. Después de todo, mi mundo entero estaba siendo destruido en este momento mientras observaba desde las sombras como mi esposo estaba besando a otra mujer que no era yo delante de la entrada de nuestra casa, de nuestro hogar, el hogar de nuestros hijos.

Dios. ¡Qué esto sea un sueño, por favor!

Intente pellizcar mi brazo para comprobar si no estaba teniendo un sueño lúcido, pero cuando el dolor me asaltó, supe que había llegado a un punto de no retorno.

Ya no podía seguir con esta farsa, no podía seguir fingiendo que todo estaba bien, cuando nada en mi vida lo estaba.

— Armando, ¿estás loco? Realmente quieres hacerlo en la cama de tu mujer.

— ¿Qué, no quieres? ¿No crees que eso lo hace más emocionante? Ella ahora está en su taller de mecánica, no aparecerá hasta la tarde. Y los niños están en la escuela.

— Cada día estás más atrevido, precioso. Entonces, deberíamos darnos prisa. ¡Estoy que me derrito por uno de tus besos!

Al escuchar su desvergonzada plática sentía que un nudo se formaba en mi corazón.

¿Y como no sentirme así? ¿Cómo no sentir que sus palabras no se clavaban como una estaca en mi corazón? ¿Cómo no sentir que algo dentro de mí moría?

Sí él fue mi primer amor y yo el suyo, nos juntamos después de terminar el instituto, y juntos creamos una hermosa familia. Ya han pasado quince años desde eso. Incluso nuestro hijo mayor tiene 14 años, nuestra pequeña hija solo tiene 7 años.

¿Cómo podía hacerme esto? ¿Cómo podía hacernos esto? ¿Cómo podía ser tan sinvergüenza?

— Nandito, ya estoy cansada de andarnos escondiendo, ¿cuándo te vas a separar de tu mujer? Ni siquiera están casados, deberías echarla y solo quedarte conmigo, puedo ser la madrastra de tus hijos. Karina es tan linda y bueno Kian ya es un adolescente, pronto irá a la universidad, estará tan ocupado que no le importará nada.

— Pronto, Cristel. No puedo separarme de Martha sin razón alguna, mira mejor entremos que alguien nos puede ver.

— Si dices eso le siento como si fuera tu sucio secreto, ya tenemos un año juntos, deberíamos casarnos. Tú y ella ni siquiera están casados. No creo que sea difícil separarte de ella. No quiero esconderme siempre.

— No será por siempre bombón, vamos no te enojes. Ya te dije que solo te quiero a ti, hace tiempo que no puedo tocar a Martha, ella me da asco. Entremos porque alguien nos puede ver.

Muy tarde, ya los vi.

¡Esto me estaba enfermando!

Mis manos temblaban a mi costado, sentía que mi corazón caía a mis pies, mi vista estaba empañada por las lágrimas no derramadas, pero había algo más. Una furia tal como la lava de un volcán que se cocinaba a fuego lento, ni siquiera el clima nublado podía hacer que mi sangre se enfríe en este momento, ni siquiera me importaba como me convertiría en la comidilla de los vecinos si hacía un escándalo.

Yo estaba apunto de estallar.

— ¡¿Qué significa esto?! — dije haciendo notar mi presencia.

Armando me miró con asombro, sus ojos verdes, los cuales fueron los que me enamoraron, y que ahora se encontraban rodeados de finas líneas de expresión, parecían que podían salirse de sus cuencas.

— ¡Martha! — susurró con incredulidad.

La mujer curvilínea de ojos negros y cabello largo soltó un chillido, luego se tapó la boca mientras daba un paso hacia atrás, tal vez temerosa de la escena que podía armar en este momento. Mis ojos solamente la miraron por un momento, me concentré en observar a Armando en espera de su respuesta.

— Espera, Martha, esto... Esto no es lo que parece, todo tiene una explicación.

Je.

No tenía otra excusa.

¿Qué más explicación existía? Él me había estado viendo la cara se estúpida durante quién sabe cuánto tiempo.

— ¡Te escuché! — le dije con enojo — ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no te importamos? ¿No te importan los niños? ¿Cómo pudiste traer a tu amante a nuestro hogar? ¿Cómo tuviste la desfachatez de querer tener relaciones sexuales en mi alcoba? ¿Cómo?

Cómo lo deseaba abofetear, mi mano me picaba por lo que no me contuve y me acerqué a él con la intención de golpearlo, pero mi mano fue detenida en el aire, no siquiera pude tocar ni una esquina de su rostro.

— Ni se te ocurra tocarme, Martha. ¿Y me preguntas, el porqué? Mírate, tienes la cara y las manos llenas de grasa, hueles a gasolina. No luces como una mujer sino como un marimacho. No tienes derecho a hacerme ningún reclamo, tú no eres más que la única culpable de esto.

Sus palabras me dejaron congelada en mi sitio, no sabía si me dolía más su traición o sus razones para traicionarme, cuando él era más que consciente de todo lo que he luchado a su lado para salir adelante y formar nuestro hogar para que no nos falte nada.

Después de todo, solo éramos adolescentes cuando nos juntamos, no teníamos donde dormir, luego conseguimos un lugar en donde el piso era tierra y ya después él encontró un trabajo como vendedor de almacén y yo empecé a ayudar en un taller de mecánica y solo así nuestra situación fue mejorando a lo que es ahora.

— ¡¿Cómo puedes decir eso?!

— La verdad hace tiempo que estamos juntos y Nandito me dijo que pronto se iba a separar de usted señora. Él ya no la soporta, dijo que solamente sigue a su lado por los niños. Pero ahora que se descubrió todo es mejor poner un punto y final. — mencionó la mujer. — ¿Por qué no se va señora? Váyase y déjenos ser feliz, Nandito ha sido muy infeliz a su lado, no se preocupe por los niños, yo los cuidaré, es más, parece que le agrado a Karina, y Kian, él ya es mayor y se da cuenta de las cosas.

Espera...

¿Qué le pasaba a esta mujer? ¿Por qué debería ser yo la que me vaya cuando no he cometido ningún error? ¿Acaso cree que soy idiota?




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