Despues Del Dolor ,el Amor Verdadero

El paso hacia la libertad

Los días posteriores a su confesión con Daniel fueron diferentes para Emma. Algo en ella había cambiado: como si al pronunciar en voz alta su pasado, el peso que la oprimía se hubiera resquebrajado. Caminaba por las calles de Lisboa con una ligereza nueva, aunque todavía quedaban ecos de dolor que aparecían en los momentos de soledad.

Una mañana, decidió enfrentar esas sombras de una manera definitiva. Fue hasta una librería de barrio y compró una libreta de tapas azules. Esa misma tarde, se sentó en la mesa del balcón de su apartamento, con vistas a los tejados color terracota, y comenzó a escribir.

No era un diario cualquiera: cada página estaba dedicada a un recuerdo con Iván. Las risas, los viajes, los momentos de ilusión, pero también las humillaciones, las dudas, las traiciones. Lo escribió todo, con la tinta manchando las lágrimas que a veces no podía contener.

Cuando terminó la primera decena de páginas, cerró el cuaderno y suspiró. Sentía que había liberado algo de su pecho. Pero aún quedaba un acto más: no quería que esas memorias siguieran habitando físicamente su vida.

Esa misma noche, Daniel llegó a buscarla para invitarla a cenar. Emma lo recibió con una sonrisa cansada, pero más serena que nunca.
—Necesito pedirte un favor —le dijo ella, mostrándole la libreta azul—. Esto… es mi pasado. Y quiero despedirme de él.

Intrigado, Daniel la escuchó con atención mientras ella explicaba su idea. Juntos caminaron hasta la orilla del río Tajo, donde las luces de la ciudad se reflejaban en el agua como un centenar de estrellas temblorosas. Emma llevaba el cuaderno contra su pecho.

—Cada página de aquí fue un pedazo de mí que él se llevó —confesó—. Pero ya no quiero que esas memorias me definan. Hoy elijo soltar.

Daniel, sin decir nada, sacó un encendedor de su bolsillo. Emma lo miró sorprendida.
—Lo usaba en la universidad para calentar café en los descansos —explicó él, sonriendo con ternura—. Pero hoy servirá para algo más importante.

Emma asintió. Abrió la libreta y arrancó la primera página. La sostuvo unos segundos entre sus dedos, recordando el momento que había escrito. Luego, con firmeza, dejó que la llama la consumiera. El viento arrastró las cenizas hacia el agua, que las engulló en silencio.

Una por una, las páginas fueron ardiendo, convirtiéndose en polvo brillante que desaparecía en el aire nocturno. Emma lloraba, pero ya no era un llanto de tristeza: era un llanto de liberación. Daniel estaba a su lado, sin intervenir, solo sosteniendo su hombro para que no se sintiera sola en aquel ritual.

Cuando la última hoja se consumió, Emma respiró hondo y lanzó el cuaderno vacío al río. El eco del golpe contra el agua resonó como un cierre definitivo.

—Se acabó —dijo en voz baja—. No volverá a tener poder sobre mí.

Daniel la miró con orgullo y dulzura.
—Ese es el acto más valiente que he presenciado —le dijo—. Y aunque no lo creas, con esto no solo te liberas de él, sino que también te acercas a ti misma.

Emma lo miró, con el rostro aún húmedo por las lágrimas, y por primera vez en mucho tiempo sonrió con un brillo genuino. Era la sonrisa de alguien que había recuperado un pedazo de sí misma.

Aquella noche no fueron a cenar. Decidieron caminar por la ribera, tomados de la mano, en silencio, disfrutando del murmullo del río. Cada paso era una declaración: Emma estaba lista para empezar a escribir una nueva historia, sin sombras que la persiguieran.



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En el texto hay: dark romance, romántico

Editado: 16.08.2025

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