Destinados al Romance

Prólogo.

Hey supongo que estás bien luego de Romper mi corazón.

Yo bueno, sigo asimilando que me has dejado en la deriva pero lo superaré, nadie ha muerto por una desilusión. He tomado el coche averiado de mi padre y me he marchado lejos de aquí, a un lugar donde no puedas encontrarme jamás. Lo único que me queda por decirte es…

Eres un capullo hijo de puta, te has pasado de cabronazo conmigo y la vida te las va a cobrar. Espero que te mudes a la otra punta del mundo donde no pueda verte nunca y donde ya no podamos compartir más oxígeno, pedazo de descerebrado…

Lo último que quería aportar, dile a tus amigos que dejen de joder tanto que nunca les contestaré y que nunca me agradaron.

Siendo lo último, te odio con toda la intensidad del mundo, Hailey Williams.

Doblé el papel a la mitad y lo dejé sobre el buró de aquella habitación que nunca echaré de menos, tomé mi equipaje y antes de salir visualice por última vez aquel piso que compartí por menos de un año con quién creía era mi amigo. Me ha destrozado su traición pero me daba igual, no todos son buenos como aparentan. Termino de cerrar la puerta con llave y aventarla sobre una pecera que había de decoración en el pasillo, entré en el elevador y bajamos.

Texas me había roto a la mitad y quería dejar ese amargo pasado atrás por lo que mi nueva vida en Miami aguarda y con ella la amorosa presencia de mi mejor amigo del instituto y con quién estuve en contacto por unos meses organizando mi vuelo a Miami lo más pronto posible. El taxi que tomé a las afueras de aquellas residencias deterioradas me abandona en la entrada del aeropuerto.

Por fuera lleno de personas llorando despidiendo a sus padres, hijos, parejas y hermanos en medio de un llanto que se me parecía triste pero que en mi no creó nada y solo me dio igual. Entré e hice lo básico, esperé mi vuelo por al menos una hora sentada en una sección con un café entre mis manos y con un panecillo de ajo en mi bolsa de mano.

¿Ya habrá leído la carta?

Lo del auto averiado lo usé como metáfora al avión, no se porqué pero me parecía guay decirlo.

Carlos parecía ser amable con todos y buen compañero de mi hermano y quién raramente se ofreció a cuidarme durante mi último año en la universidad y lo agradezco en grande, más sin embargo no pensé que sería tan cabrón al engañarme con su tutora de la universidad y con quién mantuvo un amorío por quién sabe cuánto tiempo, se supone que cuando empiezas con alguien a salir no lo engañas.

Hombres… ¿Por qué seguimos esperando de ellos cuando lo único que hacen es decepcionarnos?

El llamado a mi vuelo me saca de mis pensamientos y antes de que se haga la gran fila para entrar me apuro siendo una de las cinco primeras en abordar. Afortunadamente me ha tocado el vuelo junto a la ventana, saco mi antifaz suavecito y mis audífonos cómodos para lo que sería el vuelo. Dormiría un poco porque estoy segura que al llegar a Miami y estar en el poder de Piper lo menos que haría es dormir.

Y no, no pienses mal. Es gay y es realmente fiestero, le encanta andar de joda así que por eso me refiero a no dormir.

Los dos asientos a mi lado se ocuparon por una señora mayor de setenta y tantos años con un libro de la saga de Stephanie Meyer entre sus manos, sus lentes de señora hechos de pasta negra descansan sobre su nariz, su cabello grisáceo y largo estaba atado en una coleta. Y a su lado estaba un señor de cuarenta, calvo y con un libro de como manejar la calvicie entre sus manos.

Sus anteojos de anciano anticuado me producen ruido visual.

Inhalé hondo y me mentalicé de que el vuelo no sería tan largo y que en menos de lo que canta un gallo estaría en la soleada Miami acompañada por el chico más fiestero de mi clan, o sea; Piper Wolf.

Encendí mi móvil y conecté mis audífonos, fugazmente deslicé mi mirada al frente y que casualidad que la persona de los asientos de adelante tenía en la pantalla las horas que duraría nuestro vuelo.

5 horas dentro de este avión…

¿Qué tan lejano podría estar Texas de Florida? Bueno, valga la redundancia.

Me hice de la que no quería saber más nada y me concentré en escuchar mi playlist preferida.

Después de todo había salido del agujero en dónde me querían mantener cautiva.

✈️✈️✈️

Gracias a Dios había llegado a mi destino o de lo contrario me habría aventado por una de las ventanillas.

En los asientos traseros habían un par de niños traviesos, se me parecieron a Hansen y Gretel… lo cierto es que durante todo el vuelo no me dejaron dormir. NI UN SOLO SEGUNDO. Por lo que tuve que guardar mi antifaz y dedicarme a contar hasta mil con mis audífonos puestos haciéndome la idea de que está mal tratar mal a los niños y que solo viven una etapa…

Fui de las primeras en bajar del avión cuando nos dieron el permiso de levantarnos y salir, no esperaría un solo segundo más. Recojo mi equipaje y voy hasta la zona donde están aquellos que nos reciben al llegar implorando al cielo que Piper este entre el resto.

Y a mi fortuna que lo encuentro.

Un alto y atractivo chico con rasgos latinos, piel de color canela, ojos llamativos verdosos y un cabello castaño con un cartel entre sus manos que decía: “Aquí la amargada y testaruda de Hailey Williams” se detiene frente a mi regalándome una de sus resplandecientes sonrisotas.

—¿Y esa carita qué? —. Había olvidado lo molesto que es este chico…

—He llegado a la conclusión de que lo mío no son los niños. —. Él ríe y me ayuda con mi equipaje más pesado.

Prontamente estaríamos dirigiéndonos hacia un Aveo A7 plateado recién salido de lavar.

Él guarda mi equipaje en la parte trasera mientras que espero por él en el asiento de copiloto, limpiaba mis manos con mis toallitas húmedas con olor a perfume de bebé.

—¿Y has decidido si vas a ejercer? —. Fue su pregunta al salir del parqueadero del aeropuerto.




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