Hailey.
Capítulo 5: Me haces perder la razón.
La forma en la que su cuerpo compagina con el mío, en como nos entrelazamos formando uno solo, un solo nido de besos, gemidos, jadeos y deseos acumulados. Él durante la noche fue un total caballero, en ningún momento frente a mi gozó del privilegio de ser mi primer hombre, siempre al pendiente si me estaba doliendo o si me había lastimado. Solo podía pensar en lo bien que se había sentido todo, desde la primer embestida hasta la última.
Al despertar me encuentro con rayos de sol entrando por las cortinas, me volteo viendo que estaba acostada sobre su pecho y él con su brazo rodeando mi cintura. Estaba tan cómoda, no quería salir de ahí, me quería quedar para siempre en sus brazos. Hice el ademán de mover mis piernas pero una punzada me detuvo, de todo lo bueno que pasó anoche me quedó el recuerdo del dolor.
Decidí no insistir y me quedé aferrada a James, disfrutando de lo último que por el día de hoy obtendré de él.
—Hailey. —. Su llamado hizo que mis vellos se pongan de punta, que cada parte de mi despierte del sueño y vuelva el fuego voraz que nos consumió la pasada noche.
—James. —. Él rodeó mi pecho izquierdo con su gran mano y comenzó a estimularlo, me sentía en el paraíso cuando él me tocaba.
—¿Te sientes bien?, ¿Te duele algo? —. Su preocupación me hace jadear en deseo, aparte de ser todo un Dios en la cama conservaba su lado atento.
Me dolía la entrepierna pero supongo que con el paso del día me iré acostumbrando, también debería ir acostumbrándome a tener a James dentro de mi o a la próxima me dolerá caminar.
—Me siento bien, todo fue…—. “demasiado excitante, algo que con palabras no puedo explicar”…—… fue estupendo.
—Fue la mejor noche en todo mi vida, en mis 33 años existiendo puedo certificar que ayer fue el mejor día de mi vida.
Yo me reincorporo viéndome a él viendo que ahora traía la venda atada cubriendo sus ojos, ya no puede verme y aprecio tanto que recuerde lo que hablamos. A pesar de que ya conoce mi cuerpo y mis sonidos placenteros no me siento preparada para verlo a la cara.
De estar cara a cara no sabría cómo actuar.
—Lo recuerdas, eh. —. Le dije tocando la cinta de la venda.
—Me has pedido que no te vea y lo estoy cumpliendo.
Ante ello sonrío, de verdad que si supo respetar mi única petición.
—¿Ahora que pasará con nosotros, Hailey? —. Habló nuevamente ante mi silencio.— Yo quiero seguir viéndote.
—Y yo también, ya veremos cómo hacerle frente a esta situación.
—¿En algún momento podré verte a la cara mientras te hago mía? —. Oh Santa…
—James… no calientes algo que no vas a calentar. —. Y fue rápido al ponerme nuevamente bajó su tibio cuerpo y acorralarme.
—Todas mis noches y mis mañanas te pertenecen, Hailey. —. Besa mis labios mientras que baja sus manos por todo mi cuerpo alertando mis sentidos, agudizando hasta el minino de ellos.— Ahora soy todo tuyo y tú toda mía.
Y fue la mejor mañana de toda mi vida estando nuevamente muy pegada a él, tan cerca de lo que ahora mi paraíso personal. Mi ahora lugar tan preciado y que quiero mantener escondido del mundo exterior. Lo que sea que James y yo estemos creando lo quiero esconder de todos aquellos que puedan joderlo.
En cada parte de su casa pudo hacerme suya, en cada habitación se oían nuestros jadeos, nuestros momentos más íntimos. Pero como todo lo bueno trae algo malo tuve que marcharme a mi departamento o de lo contrario a Piper le daría un infarto por tanta preocupación. Me despedí de James con la promesa de vernos nuevamente está noche y durante todas las noches hasta el día que retorne a España a cumplir con sus obligaciones.
—Hailey. —. Se despide de mi.
—James. —. Y entro al mismo coche donde volvimos anoche y el que ahora me llevará a mi casa.
Mi sorpresa al entrar a mi departamento fue encontrar a Piper tomando una de mis reservas de vino sobre los banco de mi isla en la cocina. Dejé mis pertenencias sobre el sofá que está a un lado de la entrada y pasé a la cocina en busca de un vaso de agua, su voz al hablar esfumó el ensordecedor silencio.
—Ya, dime qué estás bien. —. Me giré y él me miró atentamente, tratando de ver algo diferente en mi.
—Festeja, ya no me iré al convento. —. Y en menos de un segundo aparece una gran sonrisa adornando los finos y rosados labios de Piper Wolf. Él salta de su silla para venir hasta mi y sujetarme y darme vueltas en el aire, mientras que festejaba mi primer día sin virginidad.
—¡Me enorgulleces! Hailey, pasé toda la noche sin dormir preocupado por ti. Es la primera vez en cuatro años que pasas la noche fuera de nuestro edificio y se sintió fatal, más nunca te vuelvas a ir.
Sobre eso…
—Oh, Piper…—. Comencé a sentirme incómoda, no quiero que crea que lo estoy cambiando por James.—, sobre eso ahora pasaré las noches fuera del edificio a petición de James y mía, claramente, hasta el día que vuelva a España.
Piper se alejó y me observó, al principio se vio ofendido y luego no, me sonrió dulcemente.
—Vive tu vida, Hailey, solo cuídate mucho y evita un embarazo.
—¡Piper! —. Le riño, sabe que no está en mis planes quedar embarazada.
—A veces entre tanta emoción por consumar la pasión se nos pasa usar el preservativo, así que por tu bien asegúrate que James lo utilice cada noche contigo. O si no, vas al ginecólogo para que te den un dispositivo anticonceptivo.
De entre tantas cosas se me pasó hablar con James sobre mi salud sexual, o sea, de ahora en adelante necesito ir al ginecólogo para evitar quedar embarazada o adquirir alguna enfermedad de transmisión sexual. Es como siempre le digo a Piper y Norma, no está en mis planes embarazarme por el momento y menos de James, el pobre ya con sus dos hijos tiene, a puesto que no quiere más.
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Editado: 11.11.2024