Capitulo 2 I Alex Blake I
Suelto un gruñido cuando uno de los rayos de sol que se cuela por la ventana me da en la cara.
La cabeza me taladra el maldito cerebro como un tambor sintiendo la boca seca igual que si me hubiera comido un puñado de arena.
Mierda, me siento en la mierda
Abro los ojos lentamente encontrándome con un techo que claramente no es el de mi habitación.
No tardó mucho tiempo en darme cuenta que no estoy solo en la cama.
A mí derecha hay un bulto hecho un ovillo durmiendo inmóvil.
El pelo está desparramado por toda la almohada ocupando la suya entera junto a parte de mi supuesta almohada y las sábanas apenas la cubren.
¿Quien carajos es? ¿Y dónde estoy?
Intento poner en funcionamiento mi cerebro intentando recordar algo de anoche.
Pero solo recuerdo beber hasta no poder mantenerme en pie, junto a luces borrosas y luego nada.
¿Acaso me han secuestrado o algo parecido?
Me levanto lentamente de la cama haciendo el menos ruido posible para no despertar a la desconocida.
Ni siquiera recuerdo su maldito nombre.
¡Mierda! Esto es un maldito desastre.
Comienzo a buscar mi ropa por la habitación y encuentro mis bóxers junto a mis pantalones tirados en una esquina de la habitación.
¿Que hice anoche?
Sin pensarlo mucho me los pongo tropezando mientras voy agarrando el resto de mi ropa.
Encuentro mi camisa arrugada encima de una silla en mitad del camino y me la abrochó a medias mientras trato de encontrar los malditos zapatos.
No vuelvo a beber así en mi vida.
Me siento como si fuera un maldito criminal huyendo de la escena del crimen sin dejar huella.
Escucho como la chica hace un ruido extraño mientras se mueve en la cama y corro hacia la puerta habriendola en silencio marchándome.
Salgo del hotel recibiendo miradas sorprendidas de todo el mundo que se cruzo en mi camino pero los ignoro deliberadamente hasta que llegó a mi coche.
Cómo es posible que haya llegado hasta aquí sin matarme a mitad del camino.
El camino a casa es un maldito calvario mientras intento no matarme de camino por el maldito sol que me da jaqueca.
Cuando me bajo del coche me dirijo directamente hacia mi departamento pero a cada paso que doy parece que me golpearan la cabeza con una maza de madera.
Por fin el ascensor se abre y llegó al departamento donde Ethan estará como lo ha hecho las últimas dos semanas.
Abro la puerta y como le esperaba, hay está mi maravilloso hermano sentado en uno de los bancos de la cocina mirándome con cara de "te lo dije"
Que se note la ironía.
---¿Cómo has pasado la noche? ---pregunta con una sonrisa mientras muerde sus tostadas.
Me están entrando ganas de borrarle la sonrisa a golpes.
---Que te jodan Ethan--- bufo mientras me dirijo al baño de arriba.
No tengo la suficiente paciencia para aguantar sus tonterías.
Me dirijo directamente al cuarto de baño y me meto en la ducho sin esperar a quitarme la ropa y abro el grifo dejando que el agua congelada me caiga encima.
El agua está igual de fría que un temprano de hielo pero al menos logra despertarme un poco más.
Me encierro en mi habitación con una toalla enrollada a la cintura mientras que con otra me seco el pelo.
El dolor de cabeza no se desvanece ni siquiera un poco.
Necesito un café y una aspirina urgentemente
Pero sobre todo necesito sacarme de la cabeza la forma tan rara en la que me he despertado.
Pero no tengo tiempo para la primera cosa, ya que tengo que estar en la empresa en menos de media hora.
Cuando salgo del departamento Ethan ya se ha marchado por lo que cierro detrás de mi dirigiéndose de nuevo al coche.
Al menos ahora parezco un ser humano normal, no alguien que ha sobrevivido a un apocalipsis zombie.
De camino a la empresa paso por delante de una cafetería que he visto en artículos.
Al parecer para ser tan reconocida ahora mismo no tiene apenas nadie dentro.
Aparco el coche en los estacionamientos caminando hacia la entrada de la cafetería con los ojos entrecerrando evitando todo lo posible el sol.
El tintineo de la campanita cuando entro me hace cerrar los ojos por completo durante un momento.
Es como si cada maldito ruido se amplificara en mi cabeza.
Siento las miradas de las pocas personas que hay clavándose en mi pero no puede importarme menos.
Camino entre las mesas con la cabeza baja tratando de mantener la resaca en un nivel soportable.
Pero una persona en particular me llama la atención.
Una marea de rizos rojos como el fuego se mueve entre las mesas con una agilidad sorprendente.
Me quedo parado viendo como la pequeña camarera atiende a una mesa detrás de otra con una sonrisa contagiosa que hace que por un momento se me olvide la resaca.
Cuando terminan de atender a las mesas se dirige a la barra y no dudo mucho antes de seguirla.
Me apoyo detrás de ella en la barra mirándola fijamente tratando de parecer más vivo de lo que me siento.
Cuando se gira me mira un momento con sorpresa antes de sonreírme abiertamente.
--- ¿Que te pongo?--- pregunta volviendo a centrarse en lo que estaba haciendo.
Cuando me mira de reojo esperando una respuesta le lanzo una sonrisa coqueta, una de las que siempre me funciona.
---Un café solo para llevar--- respondo con el tono más simpático que puedo poner.
Ella asiente ignorandome por completo antes de marcharse a servir los cafés de las otras mesas.
Siento como si se acabará de reír de mi en toda mi cara y mi sonrisa desaparece de un momento a otro.
¿Acaso acaba de ignorarme?