Destino Entrelazado

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Capitulo 4 I Alex Blake I

Entro en la cocina del bar, mi enfado es palpable.

La situación parece fuera de control, con gritos resonando y tensión en el aire.

—¿Qué demonios ha pasado aquí? —pregunto, mirando directamente a Thompson, el jefe.

Thompson se apresura a disculparse.

—Señor Alex, lo sentimos mucho. Fue un accidente, no volverá a suceder.

—No hace falta que te disculpes. La cena ha terminado —le respondo, con tono cortante, mientras dirijo mi mirada hacia la pelirroja y su compañero, quienes aún parecen aturdidos por el incidente.

Me doy la vuelta para salir del caos de la cocina, pero Thompson me sigue, su voz irritante a mis espaldas.

—Señor Alex, no es necesario que se preocupe más por esto. La joven no volverá a causar problemas ya que está despedida.

Sus palabras hacen que me enfurezca aún más.

Me detengo en seco y me giro de forma brusca encarandolo.

—¿Despedida? ¿Por qué? ¿Por un accidente?

Thompson titubea, claramente sorprendido por mi reacción.

Pequeña sanguijuela inmunda.

—Es solo que... pensaba que sería lo mejor para evitar futuros problemas.

—Eso no va a ser decisión tuya a partir de ahora. La cena ha terminado—respondo con una frialdad que no admite réplica.

Vuelvo al salón pensando en un plan para conseguir apropiarme de la cafetería y quitar a ese tipo del medio.

Cuando entro todos los presentes voltean a mirarme como de costumbre.

Me dirijo a los otros directores, quienes ya estaban comenzando a levantarse de la mesa.

—La cena ha terminado, caballeros —anunció, manteniendo un tono algo tosco.

Los directores asienten y comienzan a marcharse, cada uno con su propia idea de lo que ha ocurrido.

Soy el último en salir, siguiendo lentamente a los demás hacia la salida.

Cuando llegué a mi coche, me siento detrás del volante.

Pero antes de arrancar algo me hace detenerme.

Me quedo observando la entrada del bar, esperando a que la pelirroja salga.

No pasa mucho tiempo antes de que lo haga

La pelirroja sale acompañada de su compañero, quien parece que no dejaba de disculparse con ella.

Desde mi coche, puedo escuchar fragmentos de su conversación.

—Emily, necesitas que te vean esa herida. Deberías ir al médico —insiste el.

—No es nada, Oliver. Deja de preocuparte. Va a dejar de sangrar pronto —responde ella, con un tono irritado pero tratando de sonar tranquila.

Bajo del coche y me acerco lo suficiente como para que noten mi presencia.

Ambos se quedan en silencio y me miran, sorprendidos.

—Lo sentimos mucho por las molestias—dicen al unísono.

Si no fuera por que estoy cabreado la situación me aria gracia.

Mi vista se posa en la mano de la pelirroja, la cual sigue sangrando.

—Necesitas que te vea un médico--- digo lo obvio haciendo un gesto hacia su mano--- Puedo llevarte al hospital —me ofrezco para sorpresa de los tres.

¿Que estoy diciendo?

¿Y por qué no me estoy arrepintiendo de hacerlo?

Antes de que pueda rechazar la oferta, su compañero interviene.

—Eso sería genial. Gracias.

Cuando el chico accede en su nombre, ella lo mira malamente pero el castaño se limita a sonreírle levemente.

Al final acaba asintiendo a regañadientes.

Camino hacia el coche mientras tras me sigue en silencio, cuando llegamos le habro la puerta para que se suba.

Cuando se sube en silencio cierro la puerta dándole la vuelta al coche dirigiéndome a mi lado del coche.

Mientras arranco y nos ponemos en marcha, no puedo evitar lanzarle un par de miradas de reojo.

Hay algo en su actitud, que me intriga profundamente.

Conduzco en silencio, mientras ella mira por la ventana, observando cómo las luces de la ciudad pasan en un parpadeo.

La tensión entre nosotros es palpable, pero ninguno de los dos parece dispuesto a romper el silencio.

Después de los diez minutos más largos de mi vida llegamos al hospital.

Estaciono el coche y ambos nos bajamos.

La acompañó hasta la entrada, donde su compañero nos alcanzó apresuradamente.

—Debes de llamar a Max— le dice mientras ella lo fulmina con la mirada.

Entramos en la sala de emergencias y la pelirroja se dirige a la recepción.

No pasa mucho tiempo antes de que un joven con cara de preocupación aparezca.

Es evidente que este debe de ser Max.

—¿Emily?. ¿qué te pasó? —pregunta, tomando su mano y examinando el corte.

—Max, de verdad, estoy bien. Es solo un corte —intenta tranquilizarlo, aunque su voz no disimula el cansancio.

Observó la interacción entre ellos, notando la familiaridad y el cariño que se tienen.

Me mantengo a una distancia respetuosa, pero no puedo evitar sentir una punzada en la boca del estómago.

No pasa mucho tiempo cuando comprendo que Max es su hermano, y eso alivia un poco mi incomodidad.

Su compañero, mientras tanto, se disculpaba una y otra vez por el accidente.

—Emily, lo siento mucho. No debí ser tan torpe.

—Oliver, ya basta. Fue un accidente, y ya está —responde ella, con una calma forzada.

Finalmente, Max se gira hacia mí, después de asegurarse de que la pelirroja este siendo atendida adecuadamente.

—Gracias por traerla.

Asiento, tratando de ocultar cualquier emoción en mi rostro.

—No es nada.

Me quedo un poco apartado, observando cómo Max y el otro chico se preocupan por la pelirroja.

No puedo evitar pensar en lo ridículo que parezco aquí, parado en la esquina de un hospital observando a la pelirroja.

Un rato después el tal Max termina de venderle la mano la cual tiene varios puntos.

Varios minutos después salimos del hospital, la pelirroja se despide de Oliver, quien sigue disculpándose y prometiéndole que no volverá a pasar.




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