CAPÍTULO 5

ALIVIO

—¿Me dirás cómo te fue en tus exámenes?

—Quieres que te diga eso o, ¿quieres saber si tus clases fueron de ayuda?

—Sé que mis clases fueron de mucha ayuda, Eli. Cuéntame ahora lo que quiero saber.

—Pues, me fue… ¡súper bien! —corro a abrazarlo y él me devuelve el abrazo —Te agradezco tanto, me ayudaste mucho y parte de mis calificaciones es gracias a ti, Maxi.

—Me alegro mucho, yo solo te ayude en unas cosas, todo el reconocimiento te lo llevas tú por ese arduo esfuerzo que has hecho todo este tiempo.

—Porque eres un gran profesor te voy a invitar una comida, ¿qué dices?

—Porque una gran alumna, acepto esa comida.

—Te espero en el restaurante de siempre.

—Ahí estaré, temprano como siempre.

—De acuerdo, te veo luego.

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—¿Dónde celebraremos esta noche? —Pregunta Mónica.

—Aquí, obviamente. Sabes que no me gusta salir mucho.

—Yo no podré quedarme, saldré con Maximiliano.

—¡¿Qué?! —gritaron al unísono.

—Elianna Martínez no puedes hacernos esto —dice Kathy un poco enojada —, nos estás reemplazando por él.

—Claro que no, chicas yo no sabía que ustedes se quedarían aquí, normalmente salimos por nuestro lado y creí que esta vez no sería la excepción. Pero prometo llegar temprano.

—Por mí no hay problema —me dice Mónica —, disfruta, mientras yo entretengo a esta loca.

—¡Hey! Está bien, después de todo siempre nos quedamos hasta tarde despiertas y te esperaremos para disfrutar internamente.

—Ok, prometo volver temprano.

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—Pobres chicas, me han de estar odiando por llevarme a su amiga, pero yo tengo un poco de ventaja, ¿no es cierto?

—Claro que no, quiero ser agradecida contigo y por eso quiero que comamos juntos en un lugar bonito como éste.

—No te cansas de comer aquí, tienes algún pacto con el dueño. Cada que quieres celebrar vienes a este restaurante.

—No tengo ninguna clase de pacto, es que no ves, todo en este lugar dice tranquilidad. Adoro venir aquí porque es muy tranquilo y se puede pasar un rato ameno.

—De acuerdo, lo tomaré entonces como una tradición tuya.

—Estás loco, querido. Dejemos de hablar y empecemos a comer mejor.

—Sin duda alguna esta comida ha estado riquísima, Eli. Gracias por recomendarme pedir esto.

—No hay de que, debo ayudarte de vez en cuando en la elección de tus comidas.

—¿No le llevarás algo de comer a tus amigas?

—Su comida está empacada desde que entramos, ellas deben tener su comida reservada.

—Si no lo haces, no te dejarán entrar a la casa.

—Claro que lo harán, con un pequeño trato, pero lo harán.

—Bueno, de seguro te han de estar esperando.

—Créeme que ni bien voy a llegar me abrirán la puerta y de ahí no podré salir.

Efectivamente, ocurrió lo que suponía. Estaba por abrir la puerta y me abrieron de inmediato, pero no era ninguna de las chicas la que hizo tal cosa.

—¿Vives aquí? —efectivamente.

—Así es, ¿podrías, por favor, darme permiso para entrar?

—¡Fuera del camino hermano, deja entrar a mi amiga! —Grita Mónica en el interior de la casa.

—Disculpa, adelante.

—Gracias —estaba por subir las escaleras cuando me habla.

—¿Eres la de la biblioteca?

—¿Biblioteca? —asiente y me lo quedo viendo —¡Lo recuerdo! Eres el asistente de Carmen, vaya, quien diría que eres el hermano de Moni.

—Ajá, me quitaste el libro y huiste con él.

No tiene pinta de estudiar lo mismo.

Lo sé querida conciencia, supongo que el libro era para la hermana.

—¿Ya se conocían? —aparece la hermana con una bandeja de canguil.

—Fue ella quien no permitió que trajera el libro que me pediste.

—Tranquilo hermanito, ella me lo ha prestado. Supera eso de una vez, mejor vamos a ver lo que te prometí —pasan por mi lado y se despiden.

Voy a mi habitación a adelantar mis tareas, quisiera jubilarme de tantos trabajos, proyectos, reuniones, y demás.

Por un momento escucho música y me pongo a pensar en la posibilidad de… de dejar de distraerme tanto y enfocarme en lo que hago. Por distracciones es que no termino a tiempo lo que debo hacer.