Destino Inevitable

CAPÍTULO 10

AYUDA 

—¿Estás feliz? 

—Sí, no creo que le hayamos afectado mucho a tu bolsillo, ¿o sí? 

—Déjame decirte que sí, ¿me recompensarías? 

—Si te recompenso me temo que te verás afectado económicamente, más de lo que ya estás. 

Íbamos conversando por el parqueadero, nuestros amigos se fueron aparte. Según ellos para no pagar, algo que ya estaba más que claro.  

—¿Afectado económicamente? ¿Yo? —lo miro y asiento —Para nada, preciosa. Me encuentro muy bien. 

—Te oyes muy seguro —ahora asiente él —, ya veremos si sigues así de seguro cuando veas los ceros en la cuenta. 

—Estoy dispuesto a gastar un poco de dinero.

Llegamos a su auto y me abre la puerta. 

—Gracias. 

Se sienta en el auto y saca unas notas adhesivas, veo que escribe algo y luego me la extiende. 

—Es mi número, cuando quieras explotar mi tarjeta como dices escríbeme o llámame —río por lo que ha dicho. 

—Explotaré tu tarjeta, lo verás. 

—Ya lo veré —dice esto y empieza a conducir hacia la casa. 

En el camino ninguno de los dos dice algo, solo se escucha el sonido de la radio en emisión. Ya es muy tarde y la brisa a esta hora es muy refrescante. 

—No puedo creerlo —lo escucho hablar y me doy cuenta de que estamos por llegar. 

—¿Qué sucede? 

—Ya lo vas a ver con tus propios ojos. 

No entendí muy bien lo que dijo, tal vez se refiera a algo con las chicas. 

Por poco y nazco bruja. 

Veo a Esteban sentado en medio y a mis amigas al lado de él. Borrachas, claramente. 

—Las llaves —es lo único que digo antes de bajarme del auto. 

—Al fin llegaron —nos mira a ambos —, por si no se dan cuenta necesito ayuda, chicos. 

Abro la puerta y ayudo a poner de pie a Kathy, pero no colabora. 

—No puede con su vida esta mujer, menos ponerse de pie.  

—¿La llevarás a su habitación? —le pregunto y asiente. 

—Yo llevaré a Mónica. 

—Eres un hermanito taaan lindo, Inder gracias por lo de hoy. 

—Agradécele a tu amiga. 

—Es verdad, Eeeli. Todo fue por ti —me da palmaditas suaves en el cachete —sabes tú eres muuuy. 

—Es hora de dormir, vamos para que descanses —le digo. 

—Yo no tengo sueño, Inder no quiero dormir aún. 

—Yo sí, así que, a dormir, hermanita. 

Con dificultades y todo pudo subir Inder con su hermana. 

—Son demasiado complicadas cuando están borrachas. 

Escucho a mis espaldas la voz de Esteban. 

—¿Todavía estás aquí?  

—Así como tu, hermanito. 

—Gracias por subir a Kathy. 

—No hay de que, nosotros nos vamos ya —le golpea a su hermano la espalda y él se queda quieto viéndolo —. ¿También necesitas ayuda para ir a casa? 

—No, vámonos. Hasta luego, Elianna. 

—Chao, chicos. 

—Te veo luego, me avisas por si necesitas ayuda mañana —dice Esteban y asiento. 

También debo descansar, espero hasta que cierren la puerta y me voy a mi habitación. 

Luego de un refrescante baño me dispongo a dormir, siento que mañana será un día largo. 

 

Estoy en la cocina y escucho unos pies arrastrándose, Moni. 

—Estoy muriendo, necesito mucha agua. 

—Hola. 

—¡Dios mío! Me has dado un buen susto, mujer. Creo que toda la resaca y el sueño se me ha ido del cuerpo. 

—¡No hay pastillas!  

—Silencio, Katherine. Mi cabeza explotará como vuelvas a gritar. 

—Es que no hay ninguna pastilla por ningún lado. 

—¡Ay no! 

—Silencio las dos, las ayudaré. 

¿Yo? No, no puedo dejarlas sola, se matarán si se quedan sola. 

Me avisas por si necesitas ayuda. 

Esteban, claro. 

Hola Esteban, disculpa la molestia. 10: 23 

Requiero ayuda, urgente. 10:23 

Please. 10:23 

 

—¿Eli, puedes ir a comprar pastillas? Por favor. 

—Le pedí a tu hermano ayuda. 

—Inder todavía ha de dormir. 

—Le escribí a Esteban. 

—Bueno, ojalá que venga pronto. 

Ojalá que conteste. 

 

Hola ¿qué necesitas? 10:31 

Pastillas para la resaca. 10:31 

Solo eso. 10:32 

Ok, en unos minutos estoy por ahí. 10:32. 

 

Tocan el timbre y voy rápido a abrir. 

—Aquí está lo que necesitan. Mi hermano no pudo venir y por eso vine yo. 

—Gracias, pasa si puedes. 

Bosteza y habla —disculpa, pasaré porque me estoy durmiendo y no quiero matarme por ahí. 

Lo dejo pasar y voy con las chicas, ni bien ven la funda se quieren lanzar hacia ella. Cuando ambas tomaron la pastilla se volvieron a ir a sus habitaciones. 

Les ofrecí el desayuno, pero ellas se dormían hasta paradas. 

—Huele rico. 

—¿Quieres tomar café? 

—Claro, no puedo despreciar algo como el café. 

Se sienta y le sirvo junto a unos sándwiches. 

—Está riquísimo el café, pero ¿esto es crema de maní? —él pregunta asustado. 

—¡Eres alérgico al maní! —asiente. 

—Llama a mi hermano, por favor. 

Esteban me va a odiar por molestarlo demasiado, pero necesito de su ayuda.  

Otra vez. 

 



#11873 en Novela romántica
#2269 en Chick lit

En el texto hay: novela juveil, destino inevitable

Editado: 02.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.