Destino Inevitable

CAPÍTULO 11

INQUIETUD  

Después de tantos acontecimientos ocurridos en este último mes, debo por fin concentrarme en las cosas importantes, mis estudios. 

He estado muy distraída, con salidas, paseos, viajes, fiestas, etc. Eso me está alejando de lo prioritario en mi vida. 

En este mes debo prácticamente vivir en la biblioteca, no me quejo, pero prefiero leer otro tipo de libros justo en este momento. 

—¡Ya no puedo más! 

Miré a mi alrededor y observé que los estudiantes estaban viendo hacía la mesa en la que me encontraba y no tenían una cara tan agradable que digamos. Cómo no si Mónica había gritado. 

Con Kathy le pedíamos disculpa a las personas que nos veían, tratando de ser silenciosas, por supuesto.  

—Te dije desde un principio que te quedaras en silencio y parece que no puedes cumplir eso —murmuraba Kathy. 

—Lo siento —se disculpó Moni —, chicas yo me iré de este lugar. Ustedes sigan aquí, me volveré loca si sigo un minuto más en este lugar —se puso de pie. —Las veo luego, estudien por mí.  

Se fue y con ello las personas pudieron seguir concentrándose en lo suyo.  

Todo estuvo tranquilo durante unas horas más, ya quería irme al igual que mis amigas, pero debía completar un formulario y si me iba a casa sabía que haría cualquier otra cosa menos lo que debo hacer. 

Así es, Kathy se fue una hora después de que se haya ido Moni. Según ella había leído lo suficiente por hoy. 

Estaba a punto de levantarme e irme, no era mucho lo que me faltaba para culminar, cuando escuché mucho ruido, cosa que no es común en una biblioteca. 

Me asusté un poco, soy muy asustadiza, de vez en cuando, claramente. 

—¿Te dejaron sola? —escuché con susurraron detrás de mí. 

Me giré y solo pude relajarme un poco. 

—Me has asustado mucho, ¿qué haces por acá? 

—Vine a verte, necesito hablar contigo sobre algo. Y créeme que es muy importante. 

—¿Qué ocurre? 

—No tengo idea, solo vine para acá directamente. 

—Ok, no era sobre eso lo que te preguntaba. Vámonos de aquí, quiero que me digas todo lo que sabes. 

 

—Debemos reunirnos mañana en la tarde, en tu lugar preferido —lo miro mal —, disculpa, iremos allá. Bueno iremos por separado, ya sabes por qué. 

—¿Por qué ir justamente allá? No se supone que la fecha sería dentro de... 

—Veo que ya te acordaste, esa fecha ya pasó y tu no fuiste. Iremos solo para estar unos minutos. Te entregaré algo y nos iremos. 

—Me harás perder medio día en eso, Johan. 

—Si te vas a poner en ese plan, dejaré de seguir con esto y me temo que... 

—No lo harías, no te atreverías hacerme esto, ¿verdad? 

—Sabes que no, eres mi primita adorada —me aprieta las mejillas y lo detengo. 

—No hagas eso, te he dicho miles de veces que no me gusta. 

—Lo sé, y no dejaré de hacerlo. Te veré mañana. 

—¿Ya te vas? 

—Ya hice lo que tenía que hacer, te veo luego. 

Cuando se fue ya era un poco tarde e incluso estaba lloviendo fuerte. No traía un paraguas conmigo, lo que significa solo una cosa, correr para no mojarme tanto. 

 

—¡Dios mío! —hablaba Mónica cuando llegué a casa y me daba una toalla. 

—Estoy que me muero de frío —fue lo único que dije, mientras me llevaba a la sala para tratar de entrar en calor. 

—Te dije que ganaría, amiga —escuchaba voces que provenían de la sala. 

—¿Amiga? Claro, entiendo —¿esa era la voz de Kathy? 

—Chicos, den un poco de espacio. 

—Pero... —Estaban se notaba que estaba sorprendido al verme en ese estado. 

—Pasa, pasa —y sí, era Kathy quien se encontraba aquí. 

—Dame un minuto —me decía Moni y salía corriendo. 

—Me hubieras llamado para irte a ver, Eli. 

—No contaba con que el autobús se dañara y que el chofer no hiciera nada por devolvernos el pasaje para subirnos a otro autobús. 

—No puedo creerlo —sonaba enojada —, pero ¿por qué no tenías suficiente dinero? 

—Toma esto —me ofrecía un té y luego continúo hablando —. Bueno el dinero... yo... me lo traje sin querer. 

—¡¿Cómo pasó eso, Mónica?! —habló, bueno, gritó un poco su hermano —Mira cómo se encuentra Eli en estos momentos. 

—Fue sin querer, créeme hermano —me miró y no la podía culpar, fue sin querer. 

—Tranquilo, Esteban. No es su culpa, yo también debía estar preparada para esta temporada y no lo hice. Gracias por preocuparte. 

—Deberías irte a cambiar, o darte un baño. 

—Sí, eso haré. Gracias, chicos, por preocuparse por mí. 

Me fue a mi habitación y luego de un merecido baño me quedé dormida, estaba disfrutando de un placentero sueño hasta que me acordé de algo, mi tarea. 

Que frustrante es cuando uno está relajado y de repente la conciencia no te deja en paz y empieza a torturarte con que hay algo que debes hacer, ese cargo de conciencia que no te deja en paz hasta que lo termines de hacer. 

Así estaba yo, durmiendo hasta que recordé todo lo que debía hacer. 

 

—¿Te encuentras mejor? —me preguntaron las chicas al mismo tiempo. 

Nos reímos todas y continuamos preparándonos el desayuno. 

—Sí, un poco agripada, pero nada que no solucione una pastilla. 

—¿Pastilla? —me miraba con horror Mónica, ella odia las pastillas, aunque a veces le toca tomar una que otra. 

—Deja tu drama y continúa —fue lo que le respondí para que no siguiera con el tema. 

—¿Saben algo? —les decía cuando íbamos de camino a la universidad. —Debía ir temprano a reunirme con mi primo y aquí estoy. 

Se rieron en conjunto y yo las acompañé. 

—Puedo imaginarme su cara de otra vez me dejó plantado y me las voy a cobrar —me reí ante la locura e imitación de mi amiga —el pobre ha de estar echando humo por las orejas. 



#11978 en Novela romántica
#2296 en Chick lit

En el texto hay: novela juveil, destino inevitable

Editado: 02.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.