Destino Inevitable

CAPÍTULO 14

VISITA

Tenía tiempo sin visitar a mis padres, era algo que les debía hace mucho tiempo, mi hermana me había comunicado que ellos me querían ver para darme una noticia y más que todo querían volver a verme. 

El viaje de donde vivía hasta la casa de ellos era de tres horas y media, lo sé, no es mucho tiempo, pero ellos muchas veces me piden que no vaya por ciertos arreglos de carretera, porque no se encuentran en casa sino viajando. Es por eso que viajo cuando ellos me lo piden o cuando les comunico si puedo ir y ellos me afirman el viaje. 

A veces no voy a visitarlos porque más largo es el viaje que mi estadía en la casa, ellos me entienden siempre, aunque a veces se enojan diciendo que soy una ingrata. 

Mi hermana dijo que me esperaría en el terminal, sin embargo, cuando llegué no la veía. Para ella cuando alguien le dice una hora ella llega después, unos minutos más tarde como dice. 

Aproveché que no llegaba para avisarle a mis amigas que ya había llegado al terminal, me habían pedido que les tenga informado sobre todo mi viaje y sobre cada parada que hacía. Les respondía a sus mensajes cuando escuché la voz de mi hermana. 

—¡HOLAAA! 

—Hola, peque. 

—Te he extrañado mucho Eli —me tenía abrazada y sabía que estaba llorando, ella suele ser sentimental muchas veces —. Estás muy hermosa, te asienta vivir en la gran ciudad. 

—Tú estás más alta, creí que te quedarías pequeñita al igual que una hormiga. 

—¡Eli! Quiero ser alta como papá. 

—Yo creo que eso ya no es tan posible —me reí al ver su cara de enojada —. ¿Estás enojada? —le digo sarcástica. —La que debería estar enojada no debería ser yo? 

—¡Que dices! ¿Enojada? ¿Quién está enojada? Nadie, vamos a casa. Papá y mamá están emocionados con tu visita. 

—¿Solo ellos? 

—Sabes que siempre que vienes soy la que más se emociona, te he preparado tu postre favorito. ¡Casi lo olvido! Es de uva. 

—Tonta, andas un poco chistosita. Tenía un obsequio para ti, lástima se lo tendré que dar a tu querida primita. 

—Pues déjame informarte que se fueron hace una semana, es un alivio no tener que verla la cara —sonrió y luego sacó la lengua como niña chiquita. 

—Eres una infantil, hermanita. 

Todo el camino hasta llegar a casa me fue contando como han pasado estos últimos meses, cabe recalcar que yo los llamo siempre. Una versión es la que me dan mis padres y otra mi hermana, ella es la que es más sincera con todo, mis padres a veces suelen ocultarme ciertas cosas para no preocuparme.  

Siempre me preocupo por ellos, aunque me digan lo contrario, por eso cuando termine mi carrera universitaria lo primero que haré es vivir un tiempo con mi familia, para así tenerlos cerca y disfrutar pasar el tiempo junto a su compañía. 

Era de noche y a esta hora era cuando me gustaba viajar podía dormir en el camino, era todo oscuro y era algo que amaba, aparte de ver los paisajes en el día, claro. 

—¿Por cuánto tiempo te quedarás? 

—Aún no llego a casa y, ¿ya quieres saber cuándo me iré? 

—No es así, debo saber para poder organizar muchas salidas contigo. Te debo enseñar los nuevos lugares turísticos han realizado. 

—No tengo muy claro cuanto sea el tiempo que me quedaré, tal vez sean unos dos meses, probablemente. 

—¿Cómo harás con la universidad? Papá me dijo que tomarías clases en línea, ¿es eso cierto? 

—Sí, he salido de una etapa super agotadora y cansada. Quería venir a verlos y eso aumentó cuando me llamaste a decir que querían verme. 

—Sí, claro eso...  

La sentía un poco extraña, podía darme cuenta de que algo me estaba ocultando. 

—¿Algo que deba saber, Kris? 

—Muchas cosas debes saber, espera hasta llegar a casa.  

¿Esperar? Odiaba hacer eso, no me gustaba en lo absoluto tener que esperar por algo. 

Cuando llegué a casa de mis padres y esperaba a que nos abran la puerta aún seguía pensando en qué sería eso que me tenían que decir. Tenía muchas incógnitas en mi cabeza y no tenía respuesta a ninguna de ellas. 

—¡Mi niña hermosa! —me saludó mi madre mientras me daba un abrazo, en ese instante quería que todo se detuviera y quedarme con ella abrazada por siempre. 

—Yo me uno a ustedes —dijo mi padre saliendo de casa. 

—Yo también. 

Los cuatro nos encontrábamos abrazados como siempre lo hacíamos cuando alguien se iba o llegaba a casa por un tiempo bastante largo fuera de ésta. Era muy típico de mis padres hacer eso cada que los venía a visitar. 

 

—Ya conoces a tu hermana, ella es la que nos ha ayudado todo este tiempo con el negocio —explicaba mi mamá en la sala, luego de haber cenado todos y desear platicar un poco. 



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En el texto hay: novela juveil, destino inevitable

Editado: 02.04.2024

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