Destino Inevitable

CAPÍTULO 16

BIENESTAR

Me estaba alistando para salir con mi hermana a pasear, todos estos días que he estado con mi familia me he dedicado a ellos. Lo primordial han sido mis padres, tenían que reposar para que se recuperen de todo el cansancio que llevan consigo siempre. 

Aún no me han dicho eso que tenían oculto, esperan hasta que me vaya, según ellos no quieren irrumpir mi estadía aquí. 

—¡Eli! ¿estás lista? —me hablaba mi hermana por el corredor de las habitaciones. —Estaré esperándote abajo, no demores. 

Terminé lo más rápido que pude, estaba indecisa en cuanto a mi ropa, había guardado ropa que ni combinaba. No me gusta llevar ropa que no combine, siento que si lo hago la gente me va a quedar viendo como «no sabe vestir» y cosas así. 

Bajé y la encontré sentada en el sofá mirando su celular. 

—Vamos, peque. 

—Te demoras mucho, eh. Casi me echaba una siesta hasta que bajaras. 

—A penas han sido cinco minutos, no seas exagerada y ponte de pie. 

—Te va a gustar la vista que tiene es lugar, es hermoso.

—Cuéntame todo lo relacionado a ello mientras llegamos, ¿qué te parece? 

—¡Genial! Lo inauguraron hace unos dos meses atrás, los turistas cada que visitaban la playa querían tener un malecón con ciertos locales para disfrutar la estancia y adquirir ciertos productos que sean artesanales, propios de este sitio. Además... 

Mi hermana seguía hablándome acerca de este lugar, visitarlo era algo que casi no hacía cuando venía para acá, no es que me traiga buenos recuerdos que digamos. Cuando ella me dijo que quería traerme para este lugar no estaba contenta, no tenía la culpa y bueno, no tengo porque matarle las ganas que tenía.

—Ya estamos por llegar, estuve esperando hasta que vinieras para poder conocer lo nuevo junto a ti —ver su cara de emoción hace que todo lo que he recordado se vaya muy lejos y enfocarme en lo que estoy haciendo en este momento. 

—Gracias, hermanita. Querías que llegara antes, pero no pude y en verdad lo siento. 

—Tranquila, sé que para ti tampoco es fácil venir por acá. Dime algo, ¿quieres detenerte y regresar a casa? 

—¿Detenernos? Hemos caminado varias calles y estamos por llegar, claro que no quiero regresar hasta que podamos pasear un poco. 

Bueno, mis padres viven en el centro de este lugar y pues, la playa queda a unas cuantas cuadras y por eso decidimos caminar. Yo se lo pedí a ella, quería recorrer un poco y ver que tanto ha cambiado este sitio. 

—De acuerdo, mis amigas me han dicho que cuando ellas visitaron este lugar quedaron fascinadas, esperemos que nosotras también. 

—Ya veremos. 

Conforme nos íbamos acercando se empezaba a observar a personas que visitaban el lugar, algunos incluso llevaban cámaras fotográficas. Nosotras también traemos la nuestra, debíamos sacarnos muchas fotos, tanto del lugar como nuestras. 

Mis padres no quisieron acompañarnos porque querían quedarse en casa viendo una que otra película, era fin de semana, así que nos dimos todos un merecido descanso. 

—Es fantástico, Eli. Mira esas camisas —me señalaba un puesto donde vendían ropa con el nombre de la playa —, yo quisiera comprarme una. 

—¿Las compramos? —le pregunté y ella asintió emocionada, también compramos otras para mis papás y yo para mis amigas, rara vez les llevo algo cuando vengo. Era momento de llevarles un pequeño recuerdo, ya que cuando ellas visitan un lugar me llevan algo. 

—Yo me la coloco de una vez —lo hizo y seguimos visitando otros puestos de artesanía, comprábamos una que otra cosa que nos parecía interesante. 

—¿Qué te parece si caminamos por la playa un poco? —me agarró del brazo para empezar a hacerlo. 

—Debemos quitarnos los zapatos, no hace mucho sol, puede que no esté tan caliente la arena. 

Caminábamos por la orilla y a veces el agua subía y nos mojaba un poco los pies, era una sensación que hacía reír a mi hermana y yo me le reía a ella.  

Vimos a unos perritos nadar en la playa, ni yo se nadar, que triste. 

—Te reto a meterte a bañar, Eli. 

—¿Qué dices? No he traído un traje de baño. 

—Lo haces con la ropa que traes puesta, parece playera; además tienes una blusa de repuesto, la que acabas de comprar. 

—Hagámoslo las dos. 

—Hecho. 

Dejamos nuestras cosas en la arena, que estén a nuestro alcance de visión, claro. 

—Entra primero —entrecierro los ojos —, lo haré después de ti, he sido yo quien te ha puesto el reto primero. 

—Que ni se te ocurra irte y dejarme aquí. 

—No lo haré, vamos entra rápido. 



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En el texto hay: novela juveil, destino inevitable

Editado: 02.04.2024

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