Destino Inevitable

CAPÍTULO 27

CONFRONTACIÓN

 

Era domingo, lo que quiere decir que hasta hoy me quedaba en casa de mis padres. Tenía que regresar con mis amigas para la universidad. 

Mis padres se habían ido a visitar a una familia, por lo tanto, no estaban en casa. Mi hermana saldría con sus amigos antes de que yo saliera, lo que significa que no tenía que enterarse a qué hora me iba ni a dónde, bueno se supone que debía regresar a "la casa de la ciudad", así es como le llaman ellos. 

Era pasado el mediodía, mi hermana saldría dentro de unos quince minutos aproximadamente. Lo bueno de que no se encontraran en casa en el momento que me iría, era de que no me cuestionarían porque iba tan tarde. 

Estaba en mi habitación alistando lo que me llevaría de regreso cuando mi hermana se despidió y se fue, tenía el permiso de nuestros padres por lo que no le pregunté nada. Tenía mi mente enfocada en algo más.  

Johan me había escrito en la mañana y luego habló conmigo un rato antes de salir, él estaría cerca, pero no tanto para que se dieran cuenta. 

Aunque no lo especificó, sabía dónde me encontraría con Emiliano. Era la playa, el lugar donde me había citado tres años atrás como me lo mencionó en el mensaje. 

Reconocí el carro de mi primo cuando me acercaba al lugar, ignoré por completo su presencia, no sabía quién me podía estar viendo. 

Conforme me acercaba a la playa pude observarlo, se encontraba de perfil. Lo podía reconocer a pesar de no haberlo visto todo este tiempo. Me paré cerca de él para que notara mi presencia y empezara a hablar, cosa que no hizo y tuve que hacerlo yo. 

—Ya estoy aquí. 

Se quedó en silencio por un momento, quería que hablara y así poder irme rápido. 

—Eli, me da gusto que hayas venido. Te he extrañado. 

Pues yo no. 

—Sabía que llegarías aquí sin ningún problema. 

—Al grano, Emiliano. ¿Qué es lo que quieres? ¿por qué después de tantos años vienes a molestarme? 

—Tan directa, eso es algo que no ha cambiado al parecer —volteó la mirada y me quedó viendo por unos segundos. 

—Responde lo que te he preguntado anteriormente. 

—Con calma, Eli. 

—Elianna, recuérdalo. 

—Algo que tampoco cambia, nunca te gustó que te llamara así. 

—Correcto, y es algo que olvidas al parecer. No tengo tu tiempo, empieza… 

—Podemos charlar un poco, ponernos al día, ya sabes cómo los viejos tiempos que teníamos. 

—Tú lo has dicho, teníamos, eso es pasado y es ahí donde debe quedarse. 

Intentó tocar mi mejilla y la aparté. 

—No me toques, te lo advierto. 

—Sabes, ayer tuve una charla con un viejo amigo, estaba igual de reacio al conversar conmigo, tal como tú lo estás haciendo en este momento. 

—Por algo será, no me interesan tus conversas con otras personas. Quiero saber por qué me has estado molestando últimamente, ¿qué es lo que quieres? 

—Conversar, pero como no quieres iré al punto. 

—No te detengo, empieza. 

—Ten —me tendía un sobre blanco como esos de carta —. Tómalo, es por esto que has venido hoy 

Dudé en agarrar el sobre, no sabía que trampa era la que me estaba tendiendo. 

—Hazlo, no dices que tienes apuro. 

Me acercó el sobre verticalmente en la cara y lo tomé de mala gana. Lo empezaba a abrir y me detuvo con su agarre en mi muñeca, me solté de un tirón y alzó las manos en señal de rendición. 

—No tienes que abrirlo aquí. 

—Lo haré, quiero saber qué es lo que tramas. 

Abrí el sobre y me encontré con cuatro fotos, en todas ellas me encontraba, una sola y las otras acompañada.  

Lo miré y enarqué una ceja, chasqueó a lengua y me señaló con la barbilla las fotos que tenía en mis manos extendidas. 

—Es un mensaje. 

—¿Un mensaje? —asintió —¿Sobre qué? Que me has tenido vigilada por bastante tiempo. ¿Cuál es tu propósito con todo esto? 

—Sencillo, que abras los ojos y te des cuenta de los que te rodean. 

No entendía lo que decía porque me enfoqué en las fotografías, estaba con mis dos amigas en el centro comercial, estaba con los chicos de paintball en el último encuentro que tuvimos, estaba en el viaje de hace poco y en la foto que estaba sola era de mi cumpleaños número diecinueve. 

—¿Qué quieres decir con eso?  

Se empezó a acercar poco a poco y yo empecé a retroceder mis pasos, se detuvo y volvió a hablar. 

—Llamas amigos a personas que al parecer no son confiables, son mentirosos, te pueden engañar y no te das cuenta. Hay alguien que te rodea y que te oculta cosas. 



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En el texto hay: novela juveil, destino inevitable

Editado: 02.04.2024

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