Destino Inevitable

CAPÍTULO 34

ÚLTIMA PARTIDA

Hubo un momento de mi vida en el que me pregunte si alguna vez volvería a ver a aquella chica de cabello y ojos color chocolate. Elianna para mí era de esas personas que te cruzas una vez en la vida y quisieras saber todo de ella, quieres volver a encontrarla y quien sabe, tal vez intentar algo.  

Nada se dio porque desconocía su identidad, pero al saber que tenía que ver algo con Emiliano se unieron todos los hilos que estaban dispersos y empezaron a trazar una línea.  

Ahora solo me toca esperar si puedo estar junto a esa línea en esta vida. 

Este día empezará con muchas sorpresas. Bienvenido al verdadero juego, Inder. 

Aquel juego que tiene mucho tiempo en las sombras, los secretos verán la luz. Al fin

Ese mensaje estaba en mi buzón esta mañana, justo el día del juego. No tiene remitente y no puedo descifrar quien puede estar detrás de esto porque esta tipeado.  

Tengo a alguien en mente y esto solo me indica una cosa: nada será igual después de ese juego. 

—No puedo creer que tenga que volverle a ver la cara a ese tipo. Inder, debemos de ganar sí o sí. Tenemos que irnos con ese triunfo hoy a casa. 

—Lo haremos, hermanita. 

—¿A qué hora piensa llegar? —pregunta Esteban a mi lado. 

—Aún faltan quince minutos para la hora acordada, se hace esperar. 

Veo a Elianna frente a mí, está sentada en una banca viendo hacia el campo donde se desarrollará el juego en minutos. Sigue con esa mirada perdida, viendo hacia un punto fijo.  

—¡Que agradable vista! —llega el implicado y lo que veo me deja atónito. 

A su lado esta Dayanna, agarrada de la mano de Emiliano. Veo a Stefano, el perro faldero y sus demás secuaces.  

—Me alegra ver caras que tenía tiempo sin verlas. Es un honor volver a verlos. Nos tomará unos minutos en alistarnos y en seguida empezará esto. 

—Ese idiota… ¿Quién se cree? —habla una Mónica enojada y yo solo le tiendo una mano sobre el hombro. 

—No te alteres, eso es lo que busca. 

—No le daré el gusto. Voy a tratar de serenarme. 

Pasan alrededor de cinco minutos cuando salen todos equipados. 

—Suerte a todos, espero que logren la victoria. Aunque lo dudo, nosotros ganaremos —dice esto y besa a mi compañera —Vamos a empezar, en posiciones. 

—Ridículos —es lo que escucho decir a Elianna cuando pasa a mi lado. 

Cuando empieza la cuenta regresiva veo a Elianna, en esta ocasión nuestras miradas se sostienen hasta que el conteo llega el uno y al final me muestra un rostro con una expresión que no logre descifrar. 

Trato de no concentrarme en eso porque de lo contrario me desenfocare de mi objetivo, los primeros minutos transcurren como si jugáramos un partido amistoso cuando no es así.  

El otro equipo no ha disparado y me pregunto que planea Emiliano, pero me importa poco cuando Stefano es el primero en salir del juego. Poco a poco irán saliendo de ambos equipos hasta que se reduzca a Emiliano y yo. 

Los minutos se hacen eternos porque no caemos tan fácil, han pasado alrededor de quince minutos y hasta el momento solo se ha ido el integrante del equipo anterior. 

 —¿Piensan hacer eterna esta partida? —susurra Elianna a mi lado, no sentí en qué momento se acercó y eso me preocupa porque no estoy del todo concentrado y el equipo contrario en cualquier momento me puede tomar desprevenido. 

—¿Qué ocurre? Disfruta el juego mientras dure.  

—No puedo hacerlo porque se cuál es el objetivo y cuanto antes todo esto termine será mejor. ¿No quieres dejar de ver a Emiliano? ¿No quieres ver su cara cuando sea derrotado? 

A lo que termina Elianna su frase sale del juego Mónica. 

—Espero que esto termine rápido. 

—Supongo que tienes tantas ganas de ir a comer conmigo —pone los ojos en blanco y se va a otra posición. 

¿Cómo eliminaron a Mónica? Ella no es un rival fácil de derrotar. Al igual que Franco que es el siguiente en salir. 

Definitivamente esto debe terminar cuanto antes, tiene razón en algo Elianna. Ya no quiero verle la cara a Emiliano. 

 Justo en el momento que estoy por dispararle a un chico del equipo contrario suena la campana para un receso de diez minutos. 

—¿Quién está a cargo de esto, Inder? —Elianna me toma por el hombro. 

—Uno de los encargados de aquí, ¿por qué? 

—Resulta que estaba a nada de sacar a tu amiga del juego y suena la dichosa alarma del receso. 

—Yo me encontraba en una posición igual a la tuya. 

—No es una simple casualidad, no creo en ellas. Esto es obra de ese idiota, ¿quién se cree manipulando a los encargados? Y ellos que se dejan. 

Mientras me habla me fijo en que detrás de ella se encuentra mi compañera conversando con el que dio el aviso. 



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En el texto hay: novela juveil, destino inevitable

Editado: 02.04.2024

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