Destino o Muerte.

Capítulo 9.

Abrí levemente los ojos cuando escuché que alguien tocó la puerta.

—Ya son las 7—escuché la voz de Blake al otro lado.

Agarré el borde de la frazada y me tapé el rostro. Apenas podía moverme por el dolor de cuerpo y él pensaba hacerme sufrir más tan temprano.

Dejé de escuchar los golpes en la puerta y me relajé, pensando que se había dado cuenta de que seguía durmiendo y prefirió dejarme descansar.

Pero no.

La puerta se abrió y escuché sus pasos acercándose. Me hice de la dormida lo más que pude y me quedé quieta en una posición. Sus pasos se detuvieron cerca de mí, pude sentir su presencia a mi lado.

—¿No te vas a levantar?—preguntó.

No me moví, ni solté un solo sonido. Cerré con fuerza los ojos y esperé a que se fuera.

Por su silencio habría cantado victoria pero entonces el sonido de un silbatazo arremetió con fuerza en mi sistema nervioso. Tuve que taparme las orejas para evitar que me sangraran los oídos y como pude me destapé.

—¡Ya entendí!—grité sobre el sonido ensordecedor.

El sonido se detuvo y bajé los brazos al mismo tiempo que abrí los ojos, justo cuando Blake soltaba el silbato, que cayó colgado sobre su pecho.

—Tienes 30 segundos para levantar tu trasero de la cama—me ordenó.

—Esto puede ser considerado maltrato doméstico—me quejé.

A duras penas me incorporé en la cama y me senté al borde del colchón con los pies en el suelo.

—Puedes considerarlo como quieras—contestó con indiferencia—. Apúrate, te espero en el mismo lugar de ayer.

Lo observé mientras caminó hasta la puerta y mi vista recayó en su brazo derecho. Tenía todo el brazo cubierto por tatuajes.

Se me hizo extraño no haberlo notado antes, aunque bueno, ayer en lo que menos había podido fijarme era en su cuerpo, solo me había concentrado en no morir de infarto por culpa suya.

—Si no te encuentro allí en 15 minutos, voy a venir a hacer sonar el silbato todavía más fuerte—me advirtió desde la puerta.

Me brindó una mirada de advertencia y se fue.

Suspiré y me levanté de la cama para ir al baño. Me fijé un momento por el ventanal y noté que el sol apenas aparecía en el cielo, todavía estaba un poco oscuro.

Cuando terminé de asearme bajé con rapidez. No me preocupé por cambiarme de ropa ya que anoche me había puesto un short de jeans rosa que no era corto junto con una remera sin mangas del mismo color, y pues era lo más cómodo que tenía. Lo único que cambié fueron mis sandalias por mis tenis.

La mansión estaba muy silenciosa. Cuando bajé al segundo piso lo único que alcancé a escuchar fueron ronquidos. Sin duda, todos estaban durmiendo. Al parecer los únicos pendejos que estábamos despiertos a esta hora éramos Blake y yo.

Llegué a la sala y busqué con la mirada algún reloj. Divisé uno en la mesita de estar y me acerqué para revisar la hora.

Eran las 6:25 a.m

Con más rapidez, motivada por el enfado, me dirigí al bosque junto a Blake. Observé el cielo y al menos me pude deleitarme con un precioso paisaje. El sol que apenas comenzaba a asomarse brindaba un color rojizo a las pocas nubes que habían, y la brisa fresca de la mañana invitaba a querer acostarte en medio del bosque, a mirar el cielo hasta que el sol saliera por completo mientras se escuchaba el trinar de los pájaros...

Tuve que parpadear y abandonar ese sueño. Continué con mi camino y pocos segundos después me encontré con Blake. Estaba parado de espaldas a mí, con los brazos cruzados y la cabeza hacia atrás. Desde aquí me pareció que estaba disfrutando de algo así que me mantuve en silencio y me dediqué a observarlo un momento. Su espalda no era tan ancha y sincronizaba con todo su cuerpo. La remera negra se ceñia muy bien a su cuerpo y dejaba a la vista su complexión, que a diferencia de los otros hombres, no era tan musculoso, pero tenía lo suyo. Sin embargo su rostro, joder, eso sí tenía todo.

Tenía barba, y nunca me habían parecido atractivos los hombres con barba pero él... Su cara parecía haber sido tallada por los mismos ángeles...

—¿Ya terminaste de acosarme?—preguntó sin mirarme, cortando por completo mis pensamientos.

—¿Tú también tienes la habilidad de leer pensamientos?—pregunté asombrada.

—No—bajó la vista para verme—, simplemente eres muy evidente.

—Yo no estaba acosandote—negué a la defensiva, sin importar que ya me había pillado—. Solo estaba pensando en cómo puedes ser tan cruel para levantarme las 6 de la mañana.

—Ah, te diste cuenta—contestó.

—Obviamente—rodé los ojos.

—Si te despertaba a las 7 seguro ibas a decir que ya iba a comenzar a hacer mucho calor—se movió de su sitio y caminó unos pasos al frente—, y como la princesita no puede hacer ejercicio con mucho calor.

—Deja de llamarme princesita—crucé mis brazos.

—¿Acaso no lo eres?—me observó de soslayo.

—No.

Rió con sarcasmo.

—Eres una princesita fanática al rosa—murmuró con hastío.

Estuve a punto de decirle algo pero se adelantó:

—Empieza a trotar—me ordenó.

—Primero quiero saber algo—dije.

Volteó por completo y me miró curioso.

—¿Qué?

—¿Cuál es tu habilidad?

Escudriñó mi rostro, por alguna extraña razón, y luego se encogió de hombros.

—No te lo diré—contestó con indiferencia—. Ahora ponte a trotar.

—¿Me lo dirás si logro trotar por 10 minutos sin descanso?—volví a preguntar, esta vez con esperanza.

Entrecerró sus ojos y me estudió.

—15 minutos—repuso.

—10 minutos y 10 lagartijas—sonreí.

Prefería hacer lagartijas antes que trotar. Rogué porque aceptara y dudó un momento antes de hacerlo, pero al final lo hizo.

Sonreí victoriosa y comencé a trotar, siguiendo las indicaciones que él me había dado. Caminando lento, iniciando un trote leve y por sobre todo no hacerlo como si me estuviera persiguiendo el diablo.

100% entendido.

Cuando me informó que ya habían pasado 5 minutos mi cuerpo estaba pidiendo socorro. Literalmente quería llorar. Traté de terminar los 10 minutos como pude mientras mis piernas se sentían como fideos y mis pantorrillas se entumecian. Para colmo, me había puesto un sostén de tela y al trotar mis pechos rebotaban.



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En el texto hay: armas, amor, mafia romance y misterio

Editado: 24.06.2020

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