Destino o Muerte.

Capítulo 12.

Me quedé de pie frente a las puertas de la entrada.

No supe que hora era pero el cielo ya estaba por completo oscuro y lo único que daba iluminación eran las luces de la mansión.

El auto se alejó rápidamente y se perdió de mi vista. Ahí estaba de nuevo, prácticamente sola.

Me había quedado llorando en el hombro de Made por varios minutos hasta que finalmente me quedé sin lágrimas y la cabeza había comenzado a dolerme. Llorar siempre me hacía mal. Física y mentalmente. Cuando Made tuvo que irse, nos despedimos con la promesa de que pronto nos volveríamos a ver, y se fue.

Observé un momento hacia atrás, los guardias ya habían entrado y estaba sola en frente, pero me sentía mejor afuera que en la habitación.

Suspiré y caminé hacia el fondo. No sabía que haría realmente, al bosque no podía ir porque me daba miedo a estas horas, así que tal vez solo me sentaría en el césped a observar las estrellas, que aquí, lejos de la ciudad, se veían resplandecientes.

Llegué a la parte trasera de la casa y observé hacia los salones porque algo llamó mi atención. Alguien estaba recostado por la pared fumando un cigarrillo.

Entrecerré los ojos para intentar agudizar mi vista y así poder distinguir quién era, pero no pude así que decidí ignorar a quien estaba ahí, porque claro, no quería acercarme.

Caminé hacia uno de los salones con la intención de sentarme a un lado en el suelo y recostarme por la pared a deprimirme sola y ahogarme en llanto, pero alguien me habló.

—¿Por qué anda tan sola por estos lares, señorita?

Volteé hacia la figura que había visto antes y cuando se apartó de la oscura pared, distinguí su rostro. Era Apolo.

—¿Esa no es una frase de Jumanji?—pregunté con un tono de diversión.

—Tal vez—respondió con una sonrisa. Dió una calada al cigarrillo que llevaba en la mano y se acercó un poco—. Pero por el momento, la frase es mía.

—Pueden denunciarte por derechos de autor—mencioné.

—¿Crees que alguien se atrevería a denunciar a un hombre tan guapo como yo?—hizo un gesto dramático con sus manos, como si se hubiera ofendido.

Reí ante su pregunta y al parecer mi risa lo contagió.

—De todos modos, no me ha dicho que hace por aquí a estas horas.

—Venía con la intención de ir al bosque y convertirlo en el bosque de los suicidios pero bueno, me detuviste.

—Soy un héroe—alzó las cejas—. Pero no diga eso ni de broma—se puso serio—. Sin usted nos vamos al mazo.

—Por favor, no me trates de usted—pedí—me hace sentir vieja—reí—. Y sobre lo que dijiste... ¿Tan importante soy?

—¿Acaso no lo sabes?

—No entiendo mucho—admití. Me acerqué un poco al muro del salón y me dejé caer al suelo, como toda señorita. Apolo me siguió un momento después y se situó a mi lado—. Todo lo que me ha dicho Dietrich... Es demasiado nuevo para mí. Todavía no logro hacerme a la idea de lo que son ustedes.

—Nosotros—me corrigió.

—Nosotros—repetí dudosa.

—No somos cosa de otro mundo... Bueno sí—repuso y soltó una risa—. Pero bueno, somos especiales, eso es lo importante.

—¿Y cuál es tu habilidad?—le pregunté.

Formó una sonrisa en su rostro y llevó el cigarrillo a su boca. Sacó el humo de su boca y luego me observó.

—Esto.

Con su mano libre hizo un chasquido con los dedos y de su dedo índice salió una flama de fuego. 

¿QUÉ DEMONIOS?

Abrí grande los ojos y observé su dedo como si fuera algo demasiado extraño. Bueno, lo era. Daba miedo.

—¿C-como es p-posible...?

—Eh, tranquila—hizo que el fuego desapareciera de su dedo y me observó con cierta preocupación.

—Pensé que... las habilidades—hablé como pude—solo eran super mente, super sentidos o esas cosas...

—Sí, también. Pero no sólo existen esas "super" habilidades—explicó—. Cada stranger nace con una habilidad diferente. Algunos nacen con una de las habilidades que mencionaste, otros nacen con la habilidad de poder generar fuego, como yo—sonrió con suficiencia—, otros incluso pueden generar electricidad, y así. Supongo que por eso nos llaman extraños, por que hacemos o tenemos cosas extrañas...—se quedó pensativo un momento. Fijó su mirada en su cigarrillo—. Pero hay otros extraños que son todavía más extraños.

—¿Cómo es eso?

—Bueno, según sé, hay quienes nacen con 2 habilidades, y aunque son poco comunes, los hay. Como Blake, por ejemplo.

—¿Blake?

Asintió.

—Él es el más raro aquí—comentó. Noté un tono de burla en su voz—. Sé que tiene dos habilidades como stranger y una habilidad como humano.

Lo miré confundida.

—¿Y cuáles...?

—La primera es su "super" visión—me interrumpió, pronunciando la palabra super haciendo comillas con los dedos y trató de imitar el tono con el que yo lo había dicho hace un momento—. La segunda no tengo ni puta idea, de hecho, nadie lo sabe. Lo único que sabemos es que es el único que tiene 2 habilidades, pero no cuáles son. O eso creo. Bueno, seguro Dietrich lo sabe pero no creo que se lo diga a nadie y Blake... Él es muy conservador.

Concordé con él asintiendo con la cabeza.

—Y lo último es su increíble habilidad para disparar. Puede que sea por la visión que tiene, pero es el que más gente ha matado con un solo tiro.

—¿Ha matado gente?—fue lo primero que llamó mi atención—. Pensé que traficaban armas, no que mataban gente.

—Todos aquí hemos matado gente—mencionó con obviedad—. Hay gente que nos quiere ver muertos, ya sean los psicóticos o los que pretenden vernos las caras de tontos intentando apoderarse de cualquier cosa que nos pertenezca. Pero los pobres no saben con quienes se meten y...—su voz adquirió un tono de malicia, mezclado con lo que me pareció satisfacción—terminan muertos, porque obviamente, tenemos que defendernos.



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En el texto hay: armas, amor, mafia romance y misterio

Editado: 24.06.2020

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