Destino Oculto

CAPITULO II.

Un Nacimiento..

-¡¡Observa Meg, algo se mueve en la hierba!!-, grito un hombre.

La mujer se acercó a dónde él hombre apuntaba con su dedo, movió algunas ramas y comenzó a sentir qué su corazón sé salía de su pecho.

-¡¡¡Buuu!!!-, la asusto él mismo hombre, y explotó en risa.

-¡Eres un Imbécil Alek!-, dijo la mujer con voz irritada.

-¡Lo siento Meg!-, se disculpó él hombre.

-Vámonos ya, tenemos qué entrenar a los nuevos guerreros-, dijo Meg.

-Meg, no ha vuelto a haber guerra en casi un año, se ha declarado paz en ambas tierras, la dimensión de los guardianes es el lugar más seguro y tranquilo de todos los planos-, resoplo Alek.

-Quizá tengas razón, pero todos en esta dimensión deben saber defenderse y ese es nuestro trabajo, así qué vámonos, además hoy toman su lugar los nuevos guardianes principales -.

Ambos se alejaron, cuándo algo perturbo el fino oído de Alek, -¡¿Escuchas eso?!-, preguntó.

-¡Sí es un llanto!- respondió Meg con cierta inseguridad.

Meg caminó hasta aquel llanto insaciable, y se acercó a la orilla del río, cuándo observó una pequeña canasta siendo arrastrada por la corriente, corrió hacía ella a toda prisa, la canasta estaba a nada de caer en un montón de rocas afiladas, Meg nado tan rápido como sus brazos y piernas podían, por fin llegó hasta la canasta casi en el último segundo y la saco del río, cuándo estuvieron a salvo, pudo ver su contenido, había una bebé, ella la tomo en sus brazos y la cargó, la bebé dejo de llorar y abrió sus ojos, unos hermosos e intensos ojos verdes aparecieron frente a ella, Meg contuvo el aliento y sonrió apreciando a la bebé unos minutos, esos ojos le producían cierta calma y algo en ellos se le hacía familiar, cuándo se percató del tiempo, colocó a la bebé de nuevo en la canasta y pensó dejarla ahí, pero la bebé tomó su mano y sonrió, ella no tuvo corazón para dejarla y se la llevó consigo.

Al otro lado del claro…

Al otro lado del río, algo similar ocurría con Alek, sólo qué él encontró una canasta siendo rodeada por un enorme y feroz oso negro, Alek sacó su espada y decidió atacar a aquel Oso, no tuvo qué hacer mucho pues el oso huyo temeroso cuándo el bebé comenzó a llorar aún más fuerte, Alek se acercó a la canasta y vio una hermosa bebé llorando, qué calmo su terrible llanto en cuánto oyó la voz de Alek.

-¡Tranquila pequeña!- le susurro Alek cargándole entre sus brazos.

La pequeña lo miró y él quedó perdido entre sus hermosos ojos azulados de la bebé, él no sabía qué hacer con aquella pequeña, pensó una y otra vez, mientras aquella bebé quedaba dormida pues Alek caminaba con ella de un lado a otro, cuando Alek tomo su decisión dejó a la bebé en aquella canasta y se fue, en busca de Meg....




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