Narrado por Liora
El aire vibra con energía mientras cierro los ojos y me concentro, sintiendo cómo la magia fluye a través de mí, en cada célula, en cada pensamiento. Estamos todas aquí, en el lago de las Luces Eternas, un espacio sagrado para las Winx, donde nos reunimos para renovar nuestros lazos con la naturaleza y reforzar nuestros poderes.
Alrededor de mí, las otras Winx forman un círculo perfecto. Algunas están recitando encantamientos en susurros, mientras otras extienden sus manos al cielo, absorbiendo la energía que parece flotar en el aire, un brillo que solo podemos ver nosotras. Las luces se arremolinan, pequeños destellos de colores que iluminan el lago en esta noche sin luna.
Este ritual lo hemos repetido tantas veces, pero hoy se siente diferente, como si algo profundo e invisible estuviera cambiando en el tejido de nuestro mundo. Abro los ojos y veo a Melia, mi amiga más cercana, que me observa con una sonrisa. Es su forma de tranquilizarme, de decirme que estamos seguras aquí, entre hermanas. Pero aún así, mi pecho se aprieta, y el temor se mezcla con la energía que se arremolina dentro de mí.
La Alta Consejera Lythra camina hasta el centro del círculo, con una hermosa sonrisa como siempre suele estar ella. Nos observa a todas con una mirada que mezcla severidad y orgullo. A su alrededor, la magia brilla más intensamente, como si la respetara a ella también.
—Winx, recuerden su deber —dice en un tono solemne—. Nosotras somos las guardianas de este mundo y del orden natural. Cualquier interferencia, cualquier distracción… podría poner en peligro lo que hemos construido. Los humanos no deben saber de nuestra existencia y menos aún, los cazadores.
Mi corazón da un vuelco al escuchar esa palabra: cazadores. Desde que tengo memoria, hemos aprendido a temerles, a mantenernos lejos de ellos. Y sin embargo, la mera mención hace que sienta una extraña curiosidad. No debería pensar en ellos, mucho menos en lo que significan para nosotras. Pero no puedo evitarlo.
La ceremonia continúa, y cada Winx recita sus votos de fidelidad. Cuando llega mi turno, siento el peso de sus miradas, y por un segundo dudo. ¿Qué significa realmente este compromiso? ¿Qué sacrificaría por proteger este mundo, por cumplir mi deber?
—Prometo proteger el equilibrio, mantener el secreto y salvaguardar nuestras tradiciones —repito, escuchando mi voz mezclarse con la de las demás, pero una parte de mí está ausente, pensando en las palabras de Lythra y en los peligros más allá de nuestro claro.
Al final de la ceremonia, las luces en el aire se disipan lentamente, dejando una suave penumbra a nuestro alrededor. Melia se acerca y toma mi mano.
—Pareces inquieta, Liora —susurra, con una sonrisa que intenta ser tranquilizadora.
—No lo sé… hay algo en todo esto que no me deja tranquila —respondo, mirando la luz que se desvanece en la oscuridad. Es como si algo estuviera incompleto, como si una parte de mí estuviera destinada a otro lugar, a otro propósito. No le digo esto a Melia, pero ella me mira con una mezcla de preocupación y comprensión.
—Liora, recuerda lo que dijo Lythra. Los cazadores… son peligrosos. Ellos no entenderían nuestro mundo, y cualquiera de nosotras que se acerque demasiado a ellos corre un gran riesgo.
Asiento, pero siento que mi mente ya está demasiado lejos, en ese otro mundo que apenas conozco, en el que habitan los cazadores y, quizá, algo más de mí misma que todavía no comprendo.
—Algún día lo entenderé —me digo, mientras sigo a las demás de regreso.
Y mientras cruzamos el límite del lago, una brisa extraña se arremolina a nuestro alrededor, como si fuera un susurro, una advertencia. Siento un escalofrío, pero continúo caminando.
El aire en el Lago de las Luces Eternas nunca ha sido tan pesado. He intentado meditar, caminar, distraerme con mis hermanas, pero no logro encontrar paz. Mi mente sigue dando vueltas a la misma idea, esa que se ha asentado en mí desde hace semanas: el mundo humano. Siempre me han dicho que debemos mantenernos alejadas de él, pero el deseo de conocerlo crece en mi interior con cada día que pasa. ¿Cómo sería? ¿Qué tan diferente sería de nuestro mundo?
Es la misma inquietud que me ha mantenido despierta toda la noche. Trato de descansar, pero es imposible. Desde hace mucho, he querido ir al mundo humano, pero nunca lo he hecho. Ni siquiera he tenido la oportunidad de acercarme a un portal. Todos los portales están bajo estricta vigilancia. No nos permiten cruzar.
—Liora, tienes que descansar —me dice Melia, entrando en la habitación con un vaso de agua en las manos—. Sabemos que te inquieta lo que está sucediendo, pero este es un lugar seguro. Necesitas recargar energías.
—Lo sé, Melia —respondo sin mirar, aunque mi mente sigue perdida en la misma pregunta: ¿Qué hay allá afuera, en el mundo de los humanos?
Es entonces cuando algo extraño sucede. La luz en la habitación titila brevemente, y antes de que pueda reaccionar, siento una tirantez en el aire, como si algo estuviera cambiando. Mi corazón late más rápido, y por un momento, la magia parece volverse un poco más intensa, más… vibrante.
Al dar un paso hacia la ventana, algo se abre ante mí. No es un portal que reconozca, pero tiene el brillo familiar de las puertas interdimensionales. Mi cuerpo reacciona antes de que mi mente pueda entender lo que está sucediendo. Como si una fuerza me impulsara, cruzo el umbral sin pensarlo.
Manhattan - Mundo Humano
El sonido de la ciudad me llega de inmediato. El bullicio, el ruido de los autos, las voces lejanas… La sensación es completamente diferente. Mis ojos se abren en asombro mientras miro a mi alrededor. Los edificios se elevan como gigantes de metal y vidrio, y el aire tiene un sabor extraño, algo que no puedo describir.
El portal se desvanece detrás de mí, y por un momento, me siento sola. Un escalofrío recorre mi espina dorsal, pero la fascinación me embarga. He cruzado. Estoy aquí, en un lugar que nunca imaginé.
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Editado: 26.11.2024